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¿Ha afectado la utilización de las mascarillas a los niños/as?

Niña con mascarilla en clase. Freepik

Las mascarillas afectan la capacidad de los niños para reconocer rostros y emociones; y complican la comunicación receptiva y expresiva. Sabemos que los más pequeños, aprenden a hablar a través de las interacciones sociales, y aunque la boca (el movimiento de los labios) es una zona muy importante para este aprendizaje, también lo son el escuchar las voces, observar los gestos así como los movimientos oculares de quienes les rodean.

Las medidas de protección

En estos días, se cumplen dos años desde el primer confinamiento, producto de la pandemia mundial (COVID19) y con él llegaron diferentes medidas de “protección” ante esta enfermedad desconocida.

Es una situación muy reciente pero podemos sacar algunas conclusiones.

Durante estos meses toda la población, niños, adolescentes y adultos, tuvimos que restringir nuestros contactos, reducir las salidas, utilizar mascarillas en interiores y exteriores. Nos hemos adaptado a las normativas que se nos iban comunicando desde el ministerio de Sanidad.

Hemos podido observar como los más pequeños, sobre todo en la etapa de educación primaria han respetado los protocolos de prevención e higiene como unos campeones. Se han adaptado a las entradas escalonadas a los colegios, a los patios limitados a espacio concretos, grupos estables de convivencia (burbuja), elementos temporales de separación (mamparas, paneles, etc.) y al uso de la mascarilla dentro y fuera de las aulas.

¿Qué efectos ha tenido y tiene esta situación en los procesos de aprendizaje?

Las mascarillas afectan la capacidad de los niños para reconocer rostros y emociones; y complican la comunicación receptiva y expresiva. Sabemos que los más pequeños, aprenden a hablar a través de las interacciones sociales, y aunque la boca (el movimiento de los labios) es una zona muy importante para este aprendizaje, también lo son el escuchar las voces, observar los gestos así como los movimientos oculares de quienes les rodean.

Hay posturas divididas sobre los efectos de la utilización de la mascarilla, a largo plazo, en el desarrollo de los niños. Pero debemos tener presente que es en el círculo de mayor confianza, en el entorno de las “burbujas familiares” donde no se utilizan las mascarillas (salvo situaciones puntuales) y desde donde podemos compensar generando espacios de estimulación y comunicación de calidad.

Sabemos que en las conexiones que ocurren dentro de nuestro cerebro hay unas neuronas a las que se conoce como “células de la empatía”, llamadas neuronas espejo.

Son las responsables de la empatía, de la interacción social con las personas y con el mundo que nos rodea. Y son especialmente importantes cuando somos niños, porque es entonces cuando desarrollamos – a partir de los seis meses o al año de edad – la referencia social, nuestra capacidad de utilizar y reconocer expresiones emocionales.

Varias de las medidas higiénicas que se han tenido que adoptar para proteger a la población de esta epidemia, afectaron a la interacción social y fundamentalmente a la parte emocional.

Dentro de este contexto, la comunicación no se ha dado de forma natural, sobre todo en los lugares donde el contacto físico a diario es tan importante como ocurre en las guarderías, en los colegios, institutos y universidades.

Esta situación atípica, de alerta social, generó conductas de miedo, de angustia y fobia sobre todo e inicialmente en los adultos (padres, maestros, vecinos) repercutiendo en los más pequeños, generando en muchos casos situaciones de aislamiento y de rechazo social, en todos los ámbitos de la sociedad.

Hablamos de todo un entorno de preocupación, de poca previsibilidad e inseguridad que ha condicionado a las familias y a la sociedad en general. Teniendo en cuenta los efectos psicológicos y sociológicos de este momento histórico, no podemos decir que un objeto concreto, como las mascarillas, que tan útiles y tanto bien han hecho para protegernos en esta situación de alerta sanitaria, haya generado en sí problemas a los más pequeños pero sí que ha complicado los aprendizajes y ha sido un obstáculo sobre todo cuando hablamos de niños con dificultades o algún trastorno del aprendizaje.

Podemos afirmar que los niños que presentan un trastorno del lenguaje, de la comunicación o de la audición (hipoacusia, trastorno del desarrollo del lenguaje (TDL), dislexia o trastornos del espectro autista (TEA), entre otros); son los que pueden sufrir más las consecuencias de esta situación.

Si pensamos en los sectores posiblemente más vulnerables, deberíamos tener en cuenta la edad y las condiciones psicológicas previas. Hay etapas evolutivas especialmente “sensibles” como son dentro de la infancia, la etapa temprana (de 0 a 5 años) y la adolescencia.

Los niños más pequeños son más susceptibles a los efectos “negativos” de la mascarilla, porque sabemos que hasta el final de la educación infantil se sigue configurando la referencia social como vehículo para que el niño aprenda a relacionarse con el medio y con los compañeros. Por ello, es importante que toda la comunidad, incluidos profesionales escolares y clínicos, acompañemos el habla con más gestos comunicativos e incrementemos las situaciones de atención conjunta y así compensar la falta de input visual en la percepción infantil del habla.

Los adultos implicados en la crianza y/o educación de los menores, debemos estar atentos a cuál es el desarrollo “esperado” y en función de la etapa vital que se esté atravesando; estimular y reforzar las áreas que así lo requieran.

Por otra parte, debemos continuar enseñándoles a gestionar sus emociones, ofreciéndoles más apoyo, empatía y respuestas a las incógnitas que tienen, aportándoles mensajes de protección y seguridad.

Las mascarillas han sido durante estos últimos años y son, un elemento importante de protección en nuestras vidas, como otros que posiblemente surgirán dependiendo de las circunstancias que nos toque vivir.

Los seres humanos tenemos la capacidad de ser resilientes, es decir que tenemos la capacidad para recuperarnos de situaciones complicadas y seguir avanzando hacia el futuro. Cuando hablamos de resiliencia nos referimos a la habilidad de desarrollar una adaptación exitosa de un individuo expuesto a factores biológicos de riesgo o a eventos de vida estresantes; y por ello es esencial que continuemos trabajando, en conjunto, desde los diferentes ámbitos de la sociedad, para construir resiliencia.

Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
Publicación:  17/03/2022 Última modificación:  16/02/2024
aprendizaje · mascarilla · covid-19
Solange Álvarez Pedrosa
Solange Álvarez Pedrero
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Psicóloga clínica Unidad de Trastornos del Aprendizaje Escolar (UTAE)

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