Recomendaciones básicas para afrontar el verano con hijos con trastorno del aprendizaje
Ahora que se acerca el verano muchas de las consultas que nos hacen las familias giran en torno a cómo plantear las vacaciones con los hijos que presentan dificultades de aprendizaje.
En general, a los padres nos aparecen dudas sobre cómo organizar este largo periodo estival: intentar buscar el equilibrio entre la necesaria desconexión de los trabajos escolares y el mantenimiento de las rutinas del curso es un cometido difícil.
Estas dudas todavía se hacen más pronunciadas cuando nuestros hijos tienen alguna dificultad específica en el aprendizaje o a nivel conductual. Si el rendimiento de nuestro hijo es flojo o inferior al de su grupo-clase nos invada el miedo a que, durante las vacaciones, se olvide de todo, que cuando tenga que volver a la escuela le cueste mucho coger el ritmo y que se pronuncien aún más las diferencias respecto a sus compañeros.
Algunas de las preguntas que nos plantean en la consulta son:
¿Debemos aprovechar para leer mucho?
Si en la escuela no le han puesto deberes, ¿debemos ponerlos nosotros?
¿Compramos un cuaderno de verano para reforzar la lectoescritura y las matemáticas?
¿Le dejamos descansar o, por el contrario, tenemos que aprovechar que está descansado para reforzar aquello con lo que presenta más dificultad?
¿Lo apuntamos a un centro que refuerce los aspectos que más le cuestan?
¿Continuamos con la rutina diaria de estudiar en alguna franja horaria?
¿Es una buena idea que venga una profesora de refuerzo en casa?
¿Continuamos yendo a hacer reeducación en el centro donde hemos estado asistiendo todo el curso?
¿Les apuntamos a un centro deportivo para que descansen del aspecto más académico?
Algunos autores opinan que hay que aprovechar este periodo de descanso escolar para afianzar los aprendizajes que hayan alcanzado durante el curso; otros sugieren que el verano les permite anticiparse a los contenidos nuevos que se les ofrecerán el próximo curso, y así conseguir cierta ventaja; y otros creen que este periodo de tiempo debe servir para descansar de todo y recargar pilas para el nuevo curso.
Todos los razonamientos tienen su parte de validez. Ahora bien, a la hora de decantarse por una opción u otra, hay que contemplar diferentes variables:
La edad y el curso del niño.
Si el niño ya ha estado haciendo una reeducación o refuerzo específico durante el año.
El trastorno del aprendizaje (TA) del menor y la repercusión que éste tiene en el entorno escolar y familiar.
El volumen de trabajo que la escuela ha recomendado al niño para hacer durante las vacaciones.
Los déficits o lagunas que el menor tenga en aprendizajes básicos.
La motivación/predisposición del niño hacia las tareas académicas.
En base a las variables anteriores, tenemos que ver en cuál de los siguientes dos escenarios está nuestro hijo con un trastorno del aprendizaje:
1. Cuando el niño ya tiene el diagnóstico de TA desde hace tiempo y ha estado haciendo una reeducación periódica durante el curso escolar
Si es un niño que ha estado haciendo un abordaje específico durante todo el curso escolar y la mejoría se ha hecho evidente es el momento de descansar. El niño debe ver que su esfuerzo ha valido la pena, para que en septiembre vuelva motivado a la escuela. Los descansos son vitales si queremos que la intervención sea eficaz. Debemos tener presente que estos niños llevan todo el año trabajando para obtener unos resultados que, en la mayoría de casos, les han supuesto un sobreesfuerzo importante.
2. Cuando el niño acaba de recibir el diagnóstico y es el primer momento en el que nos planteamos "cuándo" y "cómo" iniciar el abordaje
En este caso podemos plantear a la familia empezar con el abordaje específico una vez inicie el nuevo curso escolar (septiembre) o iniciar un abordaje más intensivo ya en verano: de esta manera el niño no pierde más tiempo y mejoraríamos el pronóstico, para que el siguiente curso vaya más tranquilo, ya haya reforzado los aspectos en los que tiene déficits y ya disponga de estrategias que le puedan ayudar.
Como regla general aplicable a cualquier niño, pero en especial en aquel que tenga un trastorno del aprendizaje, recomendamos:
Que disponga de unos días de descanso absoluto. Los días en que todos los miembros de la misma unidad familiar tienen vacaciones es vital que el menor pueda desconectar completamente, para recargar pilas. Estos días únicamente se recomienda que se fomente la lectura por placer (buscar ratos en que toda la familia lea, y que la lectura sea de libros que puedan interesar al niño).
Si la escuela pone deberes hay que ayudarles a organizarse. Es importante mirar el calendario y fijar un horario de trabajo -en qué franja horaria hará los deberes- y una planificación a largo plazo, para determinar en qué semanas se hará el descanso total que antes comentábamos. También habrá que hacer una previsión de tareas: cuántas páginas de deberes se harán cada día, o hasta dónde se ha de haber llegado al final de una determinada semana. El refuerzo positivo de los padres cuando cumple el horario de estudio y realiza las tareas encomendadas es vital para que continúe motivado y sienta que su esfuerzo está compensado.
Para asegurarnos de que el niño cumple el horario de estudio puede ser útil implantar un "sistema de puntos", donde sea premiado en casa por la consecución de objetivos. Para que este sistema funcione hay que utilizar recompensas que resulten verdaderamente atractivas, y cumplir los pactos a los que ambas partes -padres y niño- hayan llegado. Es muy importante empezar exigiendo resultados fácilmente alcanzables, que permitan al niño ver que puede conseguir los objetivos. A medida que el niño coja confianza, podremos subir la dificultad de las tareas.
Es un buen momento para enseñar al niño estrategias de abordaje de las tareas a fin de mejorar su efectividad en aspectos como la comprensión lectora, problemas de matemáticas, expresión escrita, etc. Es útil instruirlos en estas aprovechando el temario escolar de ese curso o los deberes que tengan en verano.
Es bueno aprovechar que vamos todos más descansados para fomentar la lectura diaria compartida, con el padre o la madre, desde casa antes de ir a dormir. Es vital que se trate de un libro que ha elegido él, que el tema le interese, y dejarle total libertad para decidir si quiere que tenga refuerzo visual y si prefiere que tenga poca letra. El objetivo de esta actividad no es consumir un gran número de páginas de un libro, sino que el niño relacione la lectura con una actividad placentera. Puede ser útil utilizar libros de lectura fácil.
Recomendamos no anticipar contenidos del curso siguiente. Siempre es mejor reforzar conceptos básicos que ya ha incorporado que no agobiarse con información nueva.
Recomendaciones para niños con algún TA específico
A nivel específico, en los niños con trastornos del aprendizaje (TA) recomendamos:
En el caso de que tengan dislexia:
En los niños pequeños que les está costando empezar a leer es un buen momento para realizar juegos y actividades de conciencia fonológica. Se trataría de hacer juegos donde se trabaja con sonidos y letras de manera oral. El objetivo de estas actividades es poder demostrar que las palabras están formadas por sonidos y que estos se emiten con un orden determinado y corresponden a unas letras específicas. Algunos ejemplos de ejercicios serían: decir cuántos sonidos tiene una palabra determinada (P-A-L-A = 4), decir palabras que tengan un número determinado de sonidos (3 = SOL, 4: MAMA), decir palabras que empiecen o terminen con un determinado sonido (TABLA, TELA, TODA), preguntar cuál es el tercer sonido de, por ejemplo, la palabra CASA (= S) o que quite una letra o sonido a una determinada palabra.
En niños disléxicos que ya tienen automatizada la correspondencia grafema-fonema pero que no cogen agilidad sería recomendable practicar diariamente una lectura rápida de palabras frecuentes, con el uso de cronómetro. También habría que reforzar las 10 normas de ortografía rápida enseñándoles la teoría y practicando con dictados. También se podría empezar a trabajar el redactado (escritura de un texto con frases cortas, dándole estrategias para organizarlo, que tenga una estructura general y enseñar a utilizar los signos de puntuación.).
En los disléxicos que estén cursando secundaria habrá que trabajar la ortografía básica, el redactado, enseñarles a hacer esquemas (leer, subrayar, memorizar y repasar) y los pasos que deben seguir para ser eficaces a la hora de estudiar. A estas edades, también puede ser un buen momento para hacer un curso de mecanografía, que les permitirá ganar rapidez al utilizar el ordenador. Esta agilidad les permitirá disfrutar de adaptaciones en el aula de tipo tecnológico (contestar exámenes con el ordenador o utilizar programas que pasan de texto a voz) que pueden reducirles mucho la repercusión académica.
En el caso de niños con TDAH:
En los TDAH más pequeños es necesario que las tareas que les hagamos hacer durante las vacaciones sean cortas, variadas, con un refuerzo inmediato (feedback constante) y exigiendo que su esfuerzo sea gradual. Es básico que cuando acaben las tareas al niño le quede un buen sabor de boca: esto mejorará su autoestima y le motivará para continuar trabajando al día siguiente.
En los TDAH mayores hay que incidir en su organización del tiempo y el tiempo de estudio:
Horario de estudio de las semanas pactadas.
Ayudarle a planificarse los ratos diarios que tiene asignados por deberes (pactar páginas, temas, qué hace primero y qué después).
Ayudarle a practicar cómo apuntar las cosas en la agenda (colores, post-it, por ejemplo) y la organización de su carpeta.
Hacerle coger los siguientes hábitos:
Trabajar siempre en el mismo sitio.
Disponer de las cosas que necesita y tenerlas siempre guardadas en el mismo sitio.
Trabajar con un cronómetro para que sea consciente de cuánto tiempo tarda en hacer cada actividad, y así ir tomando conciencia de sí optimiza el tiempo empleado en el trabajo.
Procurar que cumpla el horario estipulado de trabajo y las tareas diarias. Aplicar un registro diario para fomentar que lo está consiguiendo.
De forma específica le puede ir muy bien trabajar los siguientes contenidos utilizando las autoinstrucciones:
Problemas de matemáticas
Trucos de asociación de signos con el significado de la operación a realizar en los problemas (+ = añadir, subir, recibir, etc.)
Cálculo mental rápido para que lo automaticen (enseñarle n + n)
Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
La mayoría de niños desearía no tener que hacer nunca más los deberes de la escuela, pero ya que esto difícilmente lo podrán evitar, ayudémosles a hacer los deberes con estos consejos prácticos.
Durante el primer año de vida, el niño juega explorando e interactúa con el mundo que le rodea con los cinco sentidos para comprenderlo. La mayor parte de su juego consiste en coger objetos y ponérselos en la boca, agitarlos, golpearlos o tirarlos.
Si cuando tu hijo era un bebé ya lo veías como un pequeño científico utilizando sus cinco sentidos y descubriendo el mundo que le rodea, ahora que tiene entre 1 y 3 años es verdaderamente un gran ingeniero y trata de entender cómo funcionan estos objetos.
Es habitual oír que el deporte tiene numerosos efectos positivos sobre la salud de los niños y los adolescentes, pero actualmente están apareciendo cada vez más estudios que constatan que también contribuye a mejorar su rendimiento académico.
Hoy en día, los padres se implican más que nunca en los deberes escolares de los hijos, pero no siempre de forma adecuada. Un mal apoyo puede generar dependencia al niño y transmitirle la idea de que es incapaz de hacerlos él solo.
Aprender a tolerar la frustración desde pequeños permite que los niños puedan enfrentarse de forma positiva a las distintas situaciones que se les presentarán en la vida.
Está ampliamente aceptado que la lectura es una actividad provechosa y recomendable a cualquier edad. No obstante, también es evidente que es más difícil adquirir ese hábito si no se empieza desde niño. He aquí algunas guías para conseguirlo.
Durante el crecimiento, los niños pasan por diversas etapas, y también lo hacen sus dibujos, que nos pueden dar pistas sobre su comportamiento y personalidad.
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