¿Cuándo es el momento de hablar?
Siempre que el niño exprese la necesidad de hablarlo. Lo mejor es no abordar el tema directamente sino posibilitar que sea él/ella quien presente el tema. Por eso, resulta beneficioso facilitar un espacio diario de diálogo con el niño en el que hagas preguntas abiertas como "¿hay algo que te preocupe?", o incluso "¿has visto últimamente alguna noticia que te angustie o no entiendas?". De esta forma, muestras tu disponibilidad y compromiso con las necesidades del niño; pero de una forma que no presupone su estado emocional y que le permite tomar un rol más activo a la hora de manifestar su malestar.
En estos encuentros, y siempre que tengas la oportunidad de hablar del tema, será necesario mostrar interés en el niño y su relato. Poder escuchar activa y respetuosamente todo lo que el niño expresa, facilita que éste se sienta seguro/a y acogido/a. A pesar de las verbalizaciones o reacciones emocionales del niño te puedan parecer exageradas o reiterativas en algún momento, es necesario mantener una actitud de escucha y respeto; mostrándote sensible a que comprender la dimensión y características del conflicto entre Rusia y Ucrania es un gran reto cognitivo por la mayoría de los niños.
¿Y cómo responder?
En primer lugar, ayuda al niño a poner nombre a las emociones que experimenta. Es más recomendable preguntarle de forma abierta qué siente que señalarle directamente una emoción. Pero si no lo consigue, puedes sugerir alguna. Por ejemplo, "parece que te ha dado pena la imagen que has visto" o "pienso que sientes miedo por la situación que atraviesa Ucrania". De este modo; 1. Muestras interés, deseo de empatía y capacidad de escucha, 2. Validas los sentimientos del niño y 3. Le ayudas a identificar estas emociones.
Sin embargo, explicita que es normal que se sienta sobrepasado/a o angustiado/a. Esto le animará a seguir hablando, reducirá posibles sentimientos de vergüenza o culpa y le tranquilizará. Incluso puedes hablar de tus propios sentimientos hacia el conflicto, pero recuerda hacerlo manteniendo la calma para que el niño no sienta que debe ocuparse.
Si el niño pregunta sobre la guerra entre Rusia y Ucrania, habrá que averiguar primero qué sabe al respecto hasta el momento: qué ha entendido, de dónde ha sacado la información, qué ha visto, etc. Posteriormente, ayúdale a entender el evento de una manera ajustada a su etapa madurativa, evitando información o detalles que podrían sobrepasarlo y teniendo presente que el objetivo de la explicación debe ser reducir el sentimiento de confusión del niño.
Dado que el conflicto se encuentra geográficamente ubicado en Europa, es especialmente probable que el niño se sienta amenazado y haga preguntas sobre su propia seguridad. En esta línea, es muy importante no mentir y, al mismo tiempo, centrar la respuesta en el aquí y ahora para reducir la angustia del niño. Por ejemplo, “yo no sé qué va a pasar, pero ahora estamos seguros/as”. Sin embargo, evita hacer promesas al niño ya que, en caso de no poder sostenerlas, se sentirá engañado.
Como adulto, puedes sentir pesar por hablar sobre acontecimientos tristes o traumáticos con un niño, o incluso pensar que será contraproducente ya que generarás más miedo. Por el contrario, el niño puede llegar a crear escenarios más crudos y más confusos que los que genera al hablar de ellos con un adulto que le ofrece la posibilidad de resolver dudas y de ser escuchado.
Sin embargo, generar espacios de diálogo en los que podamos acoger tanto lo que nos preocupa como lo que nos hace disfrutar nos ayuda a afrontar las adversidades. Y es a través de mostrar esa disponibilidad que el niño podrá sentir y pensar que, a pesar de que existan situaciones de dolor, mantiene un espacio de seguridad y acogida.