La solidaridad en tiempos de crisis: cómo fomentar este valor en los niños
La solidaridad es un valor que se puede aprender y practicar desde pequeños. Por decirlo de forma sencilla, la solidaridad es cuando las personas se ayudan mutuamente, especialmente cuando alguien está pasando por un momento difícil. No solo porque es lo correcto, sino porque como seres humanos nos conmueve el sufrimiento ajeno y nos importa el bienestar de las demás personas.
En momentos de crisis, como la catástrofe de la DANA, es una oportunidad para enseñar a los niños la importancia de ayudar a los demás y de trabajar juntos para superar las dificultades. Ante una crisis, como una pandemia o un desastre natural, muchas personas pueden necesitar apoyo de forma más intensiva que en otros momentos.
Para prestar esta ayuda, siempre es importante escuchar las necesidades reales de las personas afectadas. Y quién mejor para saber que las organizaciones locales que conocen el territorio y están vinculadas a las personas. Porque hay muchas formas de entender y ejercer la solidaridad, pero, para que realmente sea efectiva, es necesario practicarla de forma organizada y respetando siempre los ritmos y necesidades de las personas, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles.
Porque una solidaridad que no responda a esto, puede llegar a ser contraproducente, por bienintencionada que sea. Además, debe tenerse presente que la solidaridad en casos de catástrofe es un camino de largo recorrido y las necesidades se pueden extender más allá de las primeras semanas. La ola solidaria de los primeros días en forma de donativos y voluntariado debe ser sostenida en el tiempo porque habrá familias y personas que dentro de muchos meses seguirán necesitando ayuda.
Cómo fomentar la solidaridad con los niños
Hay muchas formas de practicar la solidaridad desde casa, por ejemplo:
Explicar y compartir la situación. Antes de pensar qué podemos hacer para ayudar, es importante que los niños entiendan lo que está pasando. En el caso de Valencia, explicarles de forma sencilla qué es la DANA y cómo ha afectado a las personas es necesario para articular una respuesta más pausada. Toda educación para la solidaridad comienza con buenas preguntas.
Participar en campañas de apoyo a las personas afectadas. Involucra a los niños en campañas de apoyo, ya sea aportando una parte simbólica de sus ahorros a alguna ONG o colaborando en campañas de recogida de ropa, alimentos o material de higiene para las personas afectadas. Esto les ayudará a ver cómo pueden contribuir directamente. Es importante hacerlo siempre respetando las necesidades de quien sufre.
Voluntariado familiar. Participe en actividades de voluntariado en familia, como ayudar a organizaciones locales que estén apoyando a las víctimas de la DANA. El voluntariado es una manera excelente para que los niños aprendan a ser solidarios y valorar la importancia de ayudar a los demás. Y hacerlo en familia o con otras amistades es una experiencia enriquecedora que les puede marcar positivamente de por vida.
Realizar manualidades solidarias. Proponga actividades simbólicas como realizar dibujos o escribir cartas de apoyo para enviar a las personas afectadas. Este tipo de actividades permitirá a los más pequeños expresar su soporte y empatía.
Actividades organizadas desde la escuela u otras entidades del barrio o pueblo. Colabora con la escuela para impulsar actividades que fomenten la solidaridad. Esto dará a los niños la oportunidad de comentar con sus iguales la situación vivida y pensar respuestas colectivas para darles respuesta. Puede ser una buena oportunidad, por ejemplo, contactar con escuelas afectadas por la catástrofe para entender sus necesidades y ver cómo apoyarles.
Crear espacios de reflexión. Dedique tiempo a hablar con los niños sobre la importancia de ayudar a los demás y cómo se sienten cuando lo hacen. Aproveche los ratos que comparte en familia como las comidas, el rato antes de acostarse o en cualquier momento tranquilo. Poner palabras a lo que estamos haciendo, huyendo de miradas paternalistas, puede ayudar a los niños a crecer con valores como la generosidad, la compasión o la empatía.
Lecturas, cuentos y películas. Lea libros o cuentos, o vea películas que traten sobre la solidaridad y la ayuda mutua. Esto puede inspirarles y darles ejemplos concretos de cómo pueden ser solidarios y puede ayudarle a tener conversaciones muy interesantes.
Y lo más básico, pero seguramente más transformador: los niños y niñas aprenden imitando a los adultos de referencia. Es importante que los adultos sean coherentes en sus acciones y palabras porque el modelo que las familias enseñamos con nuestra práctica diaria les da un camino a seguir.
Cuando ayudar a los demás nos hace bien
Ser solidarios nos ayuda a crecer de forma sana. La solidaridad implica grandes beneficios en la salud mental y el bienestar emocional de mayores y pequeños. Nos hace conscientes de las complejidades del mundo que habitamos, de las desigualdades existentes y de las situaciones de injusticia. Pero también nos da la oportunidad de implicarnos para paliar este sufrimiento y dejar nuestro granito para que esa situación mejore.
Ayudar a los demás fortalece nuestra autoestima al sentir que contribuimos positivamente a una sociedad más justa. Y permite poner en práctica valores como la generosidad, la empatía, la responsabilidad o el respeto, al tiempo que nos hace ser más conscientes de las carencias del mundo que nos rodea.
Además, hacerlo en equipo, ya sea en familia, en la escuela, o con un grupo de amigos y amigas, nos ayuda a desarrollar habilidades sociales como la toma de decisiones, el trabajo en equipo o la escucha activa.
La solidaridad más allá de los momentos de crisis
La solidaridad es una característica innata del ser humano. Como personas, sentimos la necesidad de responder al sufrimiento o la injusticia ajena. Y en situaciones de adversidad es cuando más aflora y nos pone a prueba. Pero no es necesario esperar una crisis para ser solidario.
De hecho, practicar la solidaridad cotidiana es una oportunidad que todos y todas tenemos a nuestro alcance todos los días. La solidaridad ayuda a construir comunidades fuertes y resilientes, promover la justicia social y fomentar la confianza y la cooperación entre las personas. Además, una comunidad que la practica regularmente está mejor preparada para afrontar cualquier crisis futura, ya que ya tiene establecidos los mecanismos de apoyo y ayuda mutua.
La vida diaria nos ofrece un amplio abanico de ocasiones para practicar la solidaridad con pequeños gestos. Poner nombre a las injusticias, ayudar a los niños a comprenderlas y animarles a hacer algo adecuado según la edad es un primero paso. Porque la solidaridad también se entrena y se educa.
Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
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