
Glucogenosis

Las glucogenosis son un grupo de enfermedades poco frecuentes que afectan al metabolismo del glucógeno. El glucógeno es una molécula que el cuerpo utiliza para almacenar energía. Cuando se comen más carbohidratos de los necesarios el cuerpo guarda este exceso en forma de glucógeno, especialmente en el hígado y en los músculos. Las reservas de glucógeno en el hígado se utilizan para mantener los niveles de glucosa en sangre adecuados y disponible para el resto de tejidos. A su vez, las reservas en la musculatura proporcionan glucosa para los músculos durante los períodos de alta demanda de energía, por ejemplo, durante el ejercicio.
¿Qué son las glucogenosis?
Se trata de una alteración genética que provoca que las enzimas que realizan la síntesis o degradación del glucógeno no funcionen correctamente o no estén presentes. Sin ellas, el cuerpo no puede degradar el glucógeno cuando lo necesita. Además, estas enzimas no están distribuidas de igual forma por todo el cuerpo. Algunas trabajan principalmente en el hígado, otras en los músculos. Por eso, según la enzima que esté alterada, se ven más afectados unos u otros órganos. De esta forma, puede haber distintos tipos de glucogenosis.
Al tratarse de enfermedades de origen genético y existir distintas formas en función del gen afectado, también se pueden transmitir de formas diferentes (patrón de herencia). Todos heredamos dos copias de cada cromosoma autosómico (una paterna y una materna). La mayoría de las glucogenosis se heredan de forma autosómica recesiva. Esto quiere decir que, para que un paciente desarrolle la enfermedad debe heredar una copia alterada del gen de cada uno de sus progenitores. En la mayoría de los casos, esto implica que ambos deben ser portadores de una copia defectuosa del gen, incluso sin saberlo.
¿Cuáles son sus síntomas?
Los síntomas de las glucogenosis dependen del tipo de enzima afectada pero muchas veces comparten características comunes. En algunos casos, los signos aparecen desde el nacimiento mientras que en otros se manifiestan más tarde. Debido a que el almacén de glucógeno se da principalmente en hígado y músculos, éstos son los principales órganos afectados.
Cuando se afecta el hígado pueden aparecer síntomas como un aumento de tamaño de este órgano (hepatomegalia), disminución de los niveles de glucosa en sangre (hipoglucemia) y daño hepático progresivo. La hipoglucemia, especialmente en ayunas, puede causar debilidad, mareos o incluso desmayos. Esta disminución de la glucemia en sangre ocurre debido a que el glucógeno no se puede sintetizar o degradar de manera adecuada, o bien, la glucosa no puede liberarse desde el hígado para mantener los niveles necesarios para el resto de los tejidos. Para compensar esta situación, el cuerpo usa las grasas como fuente de energía. No obstante, altas cantidades de grasas circulantes de forma continuada pueden ocasionar un riesgo cardiovascular.
En algunas glucogenosis, como la de tipo I, el problema no está en degradar el glucógeno, sino en que la glucosa que se obtiene no puede salir de la célula para ir a la sangre y nutrir el resto de los tejidos. Esto provoca que se produzcan sustancias como el ácido láctico, que puede pasar a la sangre y provocar una disminución de su pH, lo que debe ser controlado pues puede tener efectos graves. Además, al no utilizar correctamente la glucosa, los pacientes pueden crecer menos de lo esperado y presentar retrasos en su desarrollo. Igualmente, pueden aparecer algunas complicaciones a nivel cognitivo.
Cuando es el músculo el que está afectado, también pueden aparecer dolores o debilidad muscular (miopatía). Esta situación puede ser grave si los músculos afectados también son los cardíacos.
Finalmente, en algunas glucogenosis es común que los pacientes tengan infecciones recurrentes (repetidas) pues las enzimas afectadas pueden estar relacionadas también con procesos inmunitarios, con la consecuente debilidad en el sistema de defensas del organismo.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de la glucogenosis se realiza mediante distintas pruebas clínicas. En primer lugar, el equipo médico realiza una exploración física y evalúa los síntomas, especialmente hepáticos y musculares. A continuación, se hacen análisis de sangre para comprobar los niveles de glucosa, grasas, cuerpos cetónicos y otros indicadores que están normalmente alterados en estos pacientes, incluyendo el análisis de valores de pH, lactato y otros biomarcadores.
Estas enfermedades también pueden presentar niveles alterados de algunos parámetros bioquímicos como marcadores de daño hepático, por ejemplo, las transaminasas o de daño muscular, como la cuantificación de los niveles de creatina quinasa. Además, se pueden realizar biopsias para comprobar si hay acumulación o disminución de los niveles de glucógeno en los tejidos.
Finalmente, se deben hacer estudios genéticos a partir de una muestra de sangre para confirmar si existe alguna alteración en los genes relacionados con la enfermedad. Esta prueba puede realizarse tanto para el diagnóstico de un paciente con sospecha de glucogenosis como en un estadio prenatal, si se sabe que hay riesgo familiar.
¿Cuál es su tratamiento?
Actualmente, las glucogenosis no se curan, pero se pueden tratar. En los casos con afectación hepática, la prioridad es prevenir los episodios de hipoglucemia, ya que constituyen la principal causa de la aparición de síntomas en este tipo de glucogenosis. Para esto, es necesario seguir dieta rica en carbohidratos complejos, que permiten una liberación lenta de la glucosa en sangre y, por lo tanto, sostenida en el tiempo. Uno de los suplementos más utilizados es el almidón de maíz crudo, un tipo de harina (carbohidrato) que se obtiene del maíz y cuya absorción es lenta.
En determinadas situaciones, esta dieta puede complementarse con un mayor aporte de proteínas o grasas, con el objetivo de ofrecer fuentes energéticas adicionales. Asimismo, hay que evitar largos periodos de ayuno. Por último, en los casos en los que aparecen complicaciones hepáticas graves, se puede valorar la realización de un trasplante hepático.
En los casos de glucogenosis con afectación del músculo, el tratamiento se enfoca en aliviar la debilidad muscular mediante programas de ejercicio especializado. Se recomienda que estos pacientes consuman alimentos ricos en glucosa antes de realizar cualquier ejercicio físico para poder tener la energía necesaria.
En casos de afectación cardíaca, puede ser necesaria la administración de fármacos específicos, la implantación de dispositivos como desfibriladores o, en casos extremos, el trasplante cardíaco.
¿Qué otras cosas hay que tener en cuenta?
La alimentación es clave para controlar los síntomas y efectos secundarios de las glucogenosis. Asimismo, se recomienda hacer un seguimiento adecuado de la dieta pautada por los profesionales para retrasar los efectos de la enfermedad.
En relación con la actividad física, es necesario tener en cuenta tanto el riesgo de hipoglucemia, debido al mayor consumo de glucosa por parte del músculo durante el ejercicio, como la posible afectación muscular y cardíaca. Sin embargo, no hacer ningún ejercicio físico no es aconsejable, ya que puede agravar la debilidad muscular, incluida la del músculo cardíaco y causar alteraciones metabólicas. Por ello, es recomendable establecer, junto al equipo médico, un plan de actividad física individualizado que contemple las necesidades y limitaciones de cada paciente.
Contenido revisado por Laura Meroño Garcia, estudiante de Grado de Bioquímica en la UAB.