Invaginación intestinal
La invaginación intestinal ocurre cuando una parte del intestino se introduce dentro del intestino que está al lado, de manera similar a como se da la vuelta a un calcetín.
¿Cúal es la edad más común?
La gran mayoría de los casos ocurre en lactantes sanos entre los 2 meses y 2 años de vida, sin identificar ninguna causa subyacente.
Sin embargo, en algunas ocasiones, especialmente en niños mayores, hay que descartar una lesión previa que la haya podido desencadenar (por ejemplo, divertículo de Meckel, pólipo intestinal, quiste de duplicación intestinal, etc.).
La porción que se afecta más frecuentemente es la ileocólica (la parte final del intestino delgado se introduce en el inicio del intestino grueso).
También puede afectar únicamente al intestino delgado o al grueso.
Se calcula que pueden padecer una invaginación intestinal 1 de cada 1.000 niños.
¿Cuáles son sus síntomas?
Típicamente, la invaginación intestinal se presenta como episodios de dolor abdominal cólico intermitente con encogimiento de piernas, irritabilidad y llanto.
Suelen presentarse en intervalos de 15 a 20 minutos. Entre episodios, es característica la postración y el decaimiento del niño, que puede encontrarse pálido y sudado.
También son frecuentes los vómitos, que son inicialmente alimenticios y con el paso de las horas pueden volverse verdes.
Son características las deposiciones (heces) con moco y sangre, aunque solo se observan en algunos casos.
Los niños con una invaginación intestinal de horas o días de evolución pueden presentar mal color, con respiración rápida y el pulso acelerado.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de la invaginación intestinal es clínico y se realiza mediante la historia y la exploración física.
Durante la exploración, a veces puede palparse una masa dura y alargada en el abdomen, que corresponde al segmento invaginado.
En caso de sospecha de invaginación, se debe solicitar una ecografía para confirmar o descartar el diagnóstico.
En los casos de más larga evolución, que se presentan como oclusión intestinal, se realizará una radiografía de abdomen para buscar signos de obstrucción del intestino.
¿Cuál es su tratamiento?
El tratamiento de la invaginación intestinal consiste en reducir la invaginación, es decir, deshacerla, para poder restablecer el tránsito intestinal y el flujo de sangre al segmento de intestino afecto.
La mayoría de los casos (90% aproximadamente) se resuelven con un enema. Consiste en introducir agua, aire o contraste a través de una sonda por el ano. La presión del enema empuja el intestino invaginado hasta devolverlo a su posición original, comprobando por ecografía o radiografía que ha desaparecido la invaginación.
Cuando el enema no consigue reducirla, aparece una complicación durante el procedimiento o se sospecha desde el inicio que se trata de una invaginación intestinal complicada, se indica un tratamiento quirúrgico.
La primera actuación será siempre estabilizar al paciente si lo requiere antes de operarlo.
La cirugía consiste en desinvaginar el segmento afecto y tratar la posible causa (por ejemplo, quitar un divertículo de Meckel) para que no vuelva a producirse. En los casos en que al desinvaginar se evidencie que la parte afectada no es viable (no funciona bien), será necesario quitar ese segmento de intestino.
El enema de reducción y la cirugía son procedimientos que deben ser realizados por profesionales médicos capacitados y expertos.
¿Qué otras cosas hay que tener en cuenta?
Ante una sospecha de invaginación intestinal, se debe buscar atención médica de inmediato.
El diagnóstico y el tratamiento tempranos son muy importantes para evitar complicaciones graves en el intestino (perforación, infección, falta grave de riego sanguíneo) o shock séptico (infección corporal generalizada), que podrían llegar a poner en peligro la vida del niño.
En general, las invaginaciones intestinales tienen un excelente pronóstico y la mayoría se resuelven con un enema.
Las primeras horas tras la reducción de la invaginación, el paciente debe permanecer en observación, para detectar una posible re-invaginación debida a la inflamación.