
Trasplante de progenitores hematopoyéticos (TPH)

El trasplante de progenitores o precursores hematopoyéticos (TPH) en pediatría es un tratamiento médico que se utiliza para tratar enfermedades de la sangre y del sistema inmunológico (las defensas del cuerpo).
¿Qué es el trasplante de progenitores hematopoyéticos?
El trasplante de progenitores o precursores hematopoyéticos (TPH) en pediatría es un tratamiento médico que se utiliza para tratar enfermedades de la sangre y del sistema inmunológico (las defensas del cuerpo). En este procedimiento se toman células madre de la sangre, del cordón umbilical o de la médula ósea de un donante compatible y se transfunden al paciente para reemplazar las células dañadas o defectuosas.
Las células madre del donante tienen la capacidad de generar todas las células sanguíneas y del sistema inmunológico del cuerpo, de manera que, una vez que se han transfundido, se instalan en la médula ósea del paciente y comienzan a producir nuevas células, ya libres de la enfermedad.
Este trasplante es similar al trasplante de médula ósea. La diferencia está en que, mientras en el trasplante de progenitores hematopoyéticos se trasplantan sólo las células, en el trasplante de médula ósea se trasplanta la médula ósea completa.
¿En qué consiste el TPH?
El TPH en pediatría se realiza en varias etapas. En primer lugar, el paciente recibe quimioterapia y/o radioterapia para eliminar las células defectuosas y “dejar espacio” para las células madre del donante. Esta etapa puede durar unas semanas, durante las que el niño estará ingresado.
A continuación, habitualmente en un ingreso hospitalario posterior, se transfunden las células madre del donante al paciente a través de un catéter venoso central. Este catéter es un tubito delgado y flexible que se introduce por una vena. Esta fase se puede realizar ambulatoriamente o en un ingreso de pocos días en el hospital.
Finalmente, el paciente es monitorizado para prevenir y tratar cualquier complicación después del trasplante. Este seguimiento puede durar semanas o meses durante los cuales, en general, el paciente no necesita estar ingresado.
¿En qué problemas de salud se recomienda?
El TPH en pediatría se utiliza principalmente para tratar enfermedades graves de la sangre y de las defensas como, por ejemplo, leucemia, linfoma, anemia de células falciformes, o algunas enfermedades del sistema inmunológico.
¿Qué se debe tener en cuenta cuando se da este tratamiento?
Antes del trasplante, el paciente y/o su familia deben tener una conversación con el equipo de profesionales que les atienden sobre las características y los posibles riesgos y beneficios del procedimiento que se ha de seguir.
El paciente debe estar en buena condición física y mental antes del trasplante.
El equipo de profesionales realizará las pruebas necesarias para asegurarse de que el donante sea compatible con el paciente.
Después del trasplante, el niño y su familia deben seguir las instrucciones del equipo médico cuidadosamente para evitar complicaciones y asegurar una buena recuperación.
El éxito del trasplante de progenitores hematopoyéticos depende de varios factores, como el tipo y la gravedad de la enfermedad, la edad y la salud general del paciente, así como la calidad y la compatibilidad de las células madre del donante.
Por lo tanto, aunque cada caso es diferente, en general, el trasplante de progenitores hematopoyéticos puede considerarse un tratamiento efectivo en muchos de los casos en que se utiliza.
Además, este trasplante puede considerarse un tratamiento seguro en la mayoría de ocasiones, aunque puede comportar determinados riesgos y complicaciones que suelen ser prevenibles y tratables.
En todo caso, es un tratamiento que debe ser realizado por centros y equipos altamente expertos.