La obesidad, evaluada a menudo mediante el IMC, puede llevar a malas estimaciones en personas deportistas o musculosas. Factores como la alimentación, el sedentarismo y la genética influyen en la obesidad. La falta de acceso a alimentos saludables y áreas de juego también desempeña un papel. La obesidad afecta negativamente a la salud en varios aspectos. Combinar la restricción calórica con la actividad física es eficaz para la pérdida de peso y la salud en general. El ejercicio aeróbico y la resistencia son beneficiosos, y se debe aumentar gradualmente la actividad física.
Factores de la obesidad: más allá del IMC y su Influencia
La obesidad a menudo se cuantifica mediante el IMC. El IMC se basa únicamente en la altura y el peso. Como consecuencia de que no se tiene en cuenta la composición corporal, se puede sobreestimar la cantidad de grasa en las personas deportistas o en personas con una complexión musculosa. En general, la masa grasa y el IMC se correlacionan bien en los niños y niñas.
Dos organizaciones, la OMS y el International Obesity Task Force (IOTF, Grupo de Trabajo Internacional sobre Obesidad), definen la obesidad de forma ligeramente diferente. La OMS considera que un niño/a o un/a adolescente tiene sobrepeso cuando su IMC se encuentra entre una y dos desviaciones típicas por encima de la mediana de los patrones de crecimiento (entre los percentiles 68 y 95).
La obesidad puede originarse por un único factor o por una combinación de factores. En cuanto a la conducta, comer en exceso, consumir alimentos ricos en calorías y bajos en nutrientes (comer comida basura), pasar demasiado tiempo delante de alguna pantalla y la falta de actividad física pueden favorecer el desarrollo de la obesidad.
Los factores ambientales que predisponen a la obesidad incluyen el acceso fácil a la comida basura, la falta de oportunidades para practicar actividad física y la falta de parques y áreas de juego próximas (Davison i Birch, 2001). La genética interviene en el riesgo incrementado de ser obeso. Ciertos medicamentos pueden provocar un aumento de peso, y algunos trastornos médicos, como el hipotiroidismo, pueden también contribuir a la obesidad.
Consecuencias de la obesidad en la salud
La obesidad afecta a la salud de muchos sistemas del cuerpo humano, tanto a corto como a largo plazo. Los niños y niñas que presentan IMC más alto corren un riesgo más grande de empeorar su estado de salud (Koplan, Liverman i Kraak, 2005). Estos efectos se han estudiado ampliamente y se resumen en la siguiente tabla:
Riesgos asociados con la obesidad pediátrica
A corto plazo
A largo plazo
Enfermedades cardiovasculares
Obesidad en el adulto
Apnea del sueño
Salud deficiente en la edad adulta
Asma
Triglicéridos elevados, disminución del colesterol HDL
Molestias musculoesqueléticas, riesgo elevado de fracturas
Diabetes mellitus tipo 2
Disfunción gastrointestinal
Nivel educativo y ingresos reducidos
Hiperandrogenismo, síndrome del ovario poliquístico
Pubertad precoz (niñas) o tardía (niños)
Bajo rendimiento académico
Resistencia a la insulina
Agravación de los trastornos cutáneos
Disminución de la calidad de vida relacionada con la salud
Trastornos psicológicos, como aumento de la ansiedad, depresión y trastornos de la alimentación
Intervenciones relacionadas con la actividad física
La combinación de la restricción calórica y la actividad física da como resultado una mayor pérdida de peso que cualquiera de las dos intervenciones de forma aislada, aunque cada una de ellas puede conllevar una pérdida de peso moderada (Chin, Kahathuduwa i Binks, 2016; Routsalainen et al. 2015).
De todas maneras, es importante recordar que la actividad física tiene muchos efectos positivos para la salud además de la pérdida de peso. Algunos autores sostienen que una pérdida de peso leve como resultado del aumento de la actividad física es muy beneficiosa para la salud general que una pérdida de peso mayor sin actividad física (Chin, Kahathuduwa i Binks, 2016). La mayoría de las intervenciones se centran en el ejercicio aeróbico, aunque el entrenamiento de resistencia (levantar peso) también se puede incorporar en el programa.
El volumen y la intensidad de los programas de ejercicio debe aumentar gradualmente una vez se inicien. Los niños y niñas con sobrepeso y obesidad pueden tener problemas para conseguir inmediatamente los 150 minutos recomendados de actividad física semanal (Kelley i Kelley, 2013). Para mantenir la pérdida de peso después de una intervención de actividad física, es aconsejable aumentar los niveles de ejercicio por encima de los 150 minutos recomendados por semana (Chin, Kahathuduwa i Binks, 2016).
Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
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