¿A punto para elegir los juguetes? 10 consejos y una clave imprescindible
Los juguetes son objetos mágicos, casi misteriosos. Muchos de ellos, como las peonzas, las pelotas, las muñecas, los juegos de mesa como el parchís o el ajedrez..., han sobrevivido las sociedades que las han creado, trascendiendo las barreras del tiempo y el espacio. También las barreras culturales, pues se han extendido por todos los rincones. Sin duda, estos juegos y juguetes han conectado y siguen conectando con las necesidades lúdicas del ser humano. Por eso seguimos jugando con ellas.
Un juguete no es un objeto por el simple divertimento o por entretenernos. Aunque nos divierten y entretienen. Los juguetes actúan como objetos mediadores entre el juego y el niño, estimulando y enriqueciendo su imaginario lúdico. Por tanto, si un juguete no motiva la imaginación y curiosidad de manera sostenida y, por tanto, no es fuente de descubrimiento y disfrute en el tiempo, no podemos considerarlo un juguete, o al menos... un buen juguete. Esto lo decía ya María Montessori hace más de 100 años: "Un juego, un juguete debe brindar la oportunidad de divertirse y disfrutar. Sin este elemento, es mejor definirlo como mecanismo, proyecto o material".
Elegir un juguete para ofrecerlo a un niño es un acto de amor cargado de oportunidades de aprendizaje y crecimiento para quien lo regala y para quien lo recibe. Nunca deberíamos regalar un juguete para calmar nuestra ansiedad o sentimiento de culpa, o convertirlo en un chantaje por si hacen algo bien o dejando de hacer aquello otro… y mucho menos para aparcar a la criatura y que se entretenga sola, mientras nosotros podemos hacer otras cosas más “productivas o interesantes”. ¿Os suena? Todos hemos podido caer en un momento u otro en algunas de estas tentaciones. Este no es el problema. El problema aparece cuando no ponemos conciencia y, por tanto, lo hacemos sin darnos cuenta o mirando hacia otro lado, hasta convertirlo en un hábito, en una manera de hacer y de relacionarnos con el juego de nuestros hijos e hijas.
Esta conciencia recibe aún más importancia en estos meses en que los escaparates se llenan de juguetes, las televisiones de anuncios y nuestras casas de catálogos, en un entorno en que los niños solo hacen que pedir, ¡claro!
Estamos en tiempos de sobreexposición al consumo y eso nos lo pone un poco más difícil, y rápidamente, si no ponemos remedio, este acto de amor y generosidad por nuestra parte, se convierte en una pesadilla que queremos que se acabe rápidamente, y las ilusiones de nuestros hijos e hijas terminan en rabietas y discusiones.
Por si fuera poco, nuestras casas están cada vez más llenas de juegos y juguetes, aunque esto no significa que la calidad del juego de nuestros niños se haya enriquecido. Varios estudios nos informan que el tiempo y el espacio de juego se han reducido, también las interacciones con otros niños y niñas; lo único que crece es la cantidad de juguetes que, por otro lado, se abandonan antes porque, los niños juegan muchos más ratos solos y con pantallas y de esta forma el juego tradicional propio de la edad se acorta y se abandona antes.
Qué panorama, pensaréis. Sí, el reto es grande, pero también tenemos más herramientas que nunca. Empezando por una oferta de juegos y juguetes cada vez más variada y de mayor calidad (si nos entretenemos en buscarla). Y con más voces y estudios que nos alientan a priorizar el tiempo y los espacios de juego para nuestros hijos e hijas, garantizándoles juegos de calidad y otros iguales con los que jugar con ellos. Y por supuesto, nuestra complicidad incondicional.
Y para hacerlo más fácil, aquí tenéis 10 consejos para una buena elección:
Pensar en el niño o niña que va a jugar. ¿Cómo es? ¿Qué le gusta? ¿Qué edad tiene? ¿Cuál es su momento madurativo, sus intereses, habilidades y capacidades? El juguete debe proponer un reto alcanzable, un equilibrio imprescindible entre esfuerzo y capacidades. Evitad regalar juguetes antes de tiempo, provocan frustración innecesaria. No es necesario correr, cada juego tiene su tiempo. ¡Ah! Y recordad que el juguete le debe gustar a él o a ella más que a nosotros. El acto de jugar es una acción libre y espontánea, puede ser sugerida, animada, motivada, compartida pero nunca obligada. Entonces, deja de ser juego.
Leer las explicaciones de la caja. Nos darán una idea más esmerada de lo que encontraremos dentro, la edad orientativa, los materiales, los tamaños, qué posibilidades ofrece... Y si es un juego de mesa, incluso, la duración de la partida, cuántas personas pueden jugar…
¿Dónde jugará?, ¿en casa?, ¿En el parque? Cada espacio crea unas condiciones determinadas que hay que tener en cuenta previamente.
¿Con quién jugará? ¿Queremos un juguete para jugar en solitario? ¿Jugará con nosotros? ¿Con otros niños de su edad? ¿Con hermanos mayores? ¿O más pequeños? El juego entre iguales enriquece la experiencia. Poder jugar con otros, medirse, superarse, compartir, competir, colaborar, cooperar… es una fuente de aprendizajes, una fuente de riqueza de gran valor para los niños. Y si estas criaturas que quieren jugar juntas son de diferentes edades, habrá que hacer volar la imaginación un poco más para elegir juguetes suficientemente abiertos para que puedan darles mucho juego.
Que despierten las ganas de... desplazarse, saltar, trepar, correr, mirar, tocar, imaginar, abrazar, reír, amar, probar, hablar, crear, investigar, decidir, razonar, deducir, saber. Que promuevan, pues, cualquier aspecto de su desarrollo, capacidades, acciones, habilidades y actitudes como la curiosidad, el gusto por las cosas bien hechas, la estética, la ternura, el cuidado por el detalle, la valentía, la estrategia, la audacia, la paciencia, la delicadeza…, convirtiéndolo siempre en protagonista del juego. Y no olvidemos que los juguetes ofrecen una visión determinada del mundo, los valores que le mueven deben verse reflejados también en la elección.
No solo son juguetes los que compramos, también lo son los objetos que, de forma efímera, el niño convierte en un juguete. Permitirle jugar con objetos (la cuchara de palo, la silla, el colador, unos zapatos... y también todo lo que nos proporciona la naturaleza: piedras, agua, hojas, corteza, conchas...) incentiva su imaginación y capacidad creativa.
Suficientes y variadas. Los juegos y juguetes, en ningún caso, garantizan el juego. Una excesiva cantidad de juguetes dificulta las ganas de jugar y pensar en el conjunto de juguetes como en un menú. Debemos poner a su alcance un poco de todo (ni demasiado, ni pocas, y de diferentes tipos) para que pueda elegir en cada momento lo que más convenga a su juego, sin distinciones alguna por el hecho de ser niño o niña.
Responsables en todos los sentidos. En primer lugar, tiene que ver con su calidad. No deben estropearse a la primera de cambio. Tienen que prever el uso, a menudo poco ágil y chapucero, de los más pequeños. Por otro lado, el niño debe aprender a tratar cuidadosamente sus juguetes. Que sean sólidas no debe suponer que se puedan maltratar. En segundo lugar, tiene que ver con su reutilización o reciclaje, de dónde proviene, y si su proceso de producción ha seguido criterios de responsabilidad social y medioambiental.
Seguras. Etiquetadas con la marca CE de forma indeleble y con la dirección del fabricante o distribuidor bien visible. La seguridad de los juguetes está regulada por una Normativa Europea simbolizada por las siglas "CE" que obligatoriamente deben aparecer en todas las cajas de los juguetes comercializados en Europa. También es obligatorio hacer constar, en el idioma del país donde se distribuye, el nombre y dirección del fabricante y la anotación de "no recomendable a menores de 36 meses", en el caso de contener piezas pequeñas que los niños pudieran tragarse.
Compartir la decisión. Es evidente que no podremos comprar todo lo que piden, entonces habrá que dialogar y buscar su complicidad para elegirlas juntos.
Y una idea clave para no olvidar:
¡EL AMOR! Regalar juguetes y jugarlos por amor, con amor y sentido del humor. Sin juicios ni prejuicios, alejados del estrés de la publicidad y el afán de consumo. Creando entornos que les faciliten escoger con la máxima libertad posible. Imaginando su cara de ilusión o asombro. Compartiendo su juego y su ilusión, valorándolo, aplaudiéndolo y disfrutando con ellos. El juego compartido en familia es un espacio de relación y complicidades que crea vínculos emocionales a lo largo de su vida.
Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
El juego es un aspecto esencial del desarrollo infantil. Los juguetes son recursos muy útiles para estimular el juego de los niños, pero en el momento de escogerlos debe protegerse la salud y la seguridad de los más pequeños siguiendo unas sencillas recomendaciones.
Durante el primer año de vida, el niño juega explorando e interactúa con el mundo que le rodea con los cinco sentidos para comprenderlo. La mayor parte de su juego consiste en coger objetos y ponérselos en la boca, agitarlos, golpearlos o tirarlos.
Si cuando tu hijo era un bebé ya lo veías como un pequeño científico utilizando sus cinco sentidos y descubriendo el mundo que le rodea, ahora que tiene entre 1 y 3 años es verdaderamente un gran ingeniero y trata de entender cómo funcionan estos objetos.
Jugar es una valiosa herramienta de comunicación e interacción. A los niños les encanta jugar y dedicar tiempo a jugar con ellos ayuda a transmitirles actitudes y valores.
Una de las actividades a la que puedes apuntar a tus hijos fuera del horario escolar son los centros juveniles. Allí podrán compartir juegos y diversión con otros niños y aprenderán valores como la empatía, la creatividad o la cooperación.
Cada vez que nos preguntamos a nosotros mismos; ¿y si en lugar de esto hago aquello otro?, ¿y si pruebo, y si hubiera una nueva forma de hacer las cosas?. Hemos aprendido a hacer algo nuevo. Cuando esto se hace no por necesidad de sobrevivir, sino como actitud o para ser más feliz, estamos ante una persona creativa.
Los imanes son un elemento presente en muchos juguetes infantiles y otro tipo de objetos. Aunque aparentemente son inofensivos, no todos estos juguetes están homologados y algunos pueden provocar graves lesiones en la salud del niño.
El ajedrez, que tiene una imagen muy positiva ligada a la inteligencia, es un magnífico entrenamiento mental, ya que potencia en los niños multitud de habilidades relacionadas con las matemáticas, la lectura, la capacidad de concentración o la creatividad.
Los padres somos el primer y más importante de los maestros de nuestros hijos. A través del juego, gracias al cariño de los padres y a la atención que le ofrecemos cuando solicita nuestra ayuda, haremos que se sienta seguro para explorar el entorno. De esa dependencia nacerá una buena autonomía.
A medida que el bebé va creciendo, el juego es más rico y más divertido. Sus capacidades motrices y su capacidad de comprensión e interacción son mayores. Repasamos aquí algunas de sus características de desarrollo para pasar a proponer juegos que puedan ser divertidos y estimular su desarrollo.
El informe anual del Consell de l’Audiovisual de Catalunya (CAC) constata un aumento notable de los estereotipos femeninos, que suponen el 88,8% del total.