Navidad, regalos y fantasía: cómo compartir la ilusión sin decepción
Esta época del año, con las fiestas y las vacaciones de Navidad a la vuelta de la esquina, ofrece una experiencia única para las familias, donde adultos y niños comparten el mismo entusiasmo por los regalos y el juego.
El contexto social transmite las tradiciones de Papá Noel y los Reyes Magos, entre otros, y ofrece a las familias la oportunidad de acompañar a sus hijos para que disfruten de esta época del año, al mismo tiempo que se les educa en la contención del deseo y las expectativas. Sin embargo, la cultura de masas y el ritmo de la sociedad actual dificulta esta tarea, provocando que los valores propios de la Navidad deriven fácilmente hacia el consumismo y la pérdida de tradiciones culturales.
Los niños y niñas más pequeños, de entre 4 y 7 años, atraviesan en una etapa de desarrollo psicológico en la que todavía no distinguen entre fantasía y realidad. Aún no han adquirido la capacidad de frustración y creen que sus deseos han de ser cumplidos. En estas edades, resulta especialmente importante que las familias guíen a los niños y niñas para que adquieran habilidades de resiliencia y tolerancia a la frustración, sin dejar de pasárselo bien.
En este sentido, teniendo en cuenta su desarrollo psicológico, podemos establecer una serie de límites para ayudarlos a tener mayor consciencia de la realidad y prevenir la desilusión, sin romper la magia de la Navidad.
Entre los 2 y 3 años, los niños comienzan a desarrollar un sentido de independencia y desean imitar a los adultos, lo que a veces los lleva a intentar realizar tareas que aún están fuera de su alcance. Es la etapa en la que las familias empiezan a establecer los primeros límites y con frecuencia surgen rabietas, enfados y llantos.
Entre los 4 y 7 años, los niños van madurando y poco a poco se encuentran más cómodos siguiendo las instrucciones y normas de sus familias. También emergen valores morales y eso les permite empezar a comprender mensajes como que los Reyes Magos no son todopoderosos, que Papá Noel tiene mucho trabajo, que hay muchos niños pobres que no tienen tantos juguetes, o que puede ser que no encuentren los juguetes que ellos desean.
La ilusión, nunca coincide con la realidad. Así que, de manera inconsciente, excitamos a los niños y niñas y les dejamos avanzar en sus fantasías junto con todos los estímulos que reciben de juguetes, anuncios, películas… y esto les puede llegar a sobrepasar. De este modo, es muy probable que el regalo que van a recibir, aunque sea el que en un primer momento deseaban, no les parezca suficiente.
Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
Cada vez se habla más del "síndrome del niño hiperregalado" o "sobrerregalado", que se refiere a que muchos niños tienen demasiado de todo, más de lo que pueden realmente atender. Este exceso de regalos puede tener implicaciones negativas, como dificultar el desarrollo de una adecuada tolerancia a la frustración.
Elegir un juguete para ofrecerlo a un niño es un acto de amor cargado de oportunidades de aprendizaje y crecimiento para quien lo regala y para quien lo recibe.
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