Exposición al sol en verano: ¿cómo prevenir quemaduras solares? ¿Y cómo tratarlas?
Los niños son uno de los grupos en los que debemos extremar más las medidas de fotoprotección, ya que se encuentran más desprotegidos que los adultos frente a los efectos nocivos del sol y, además, no son conscientes de este riesgo. Por eso, es nuestra responsabilidad como padres y madres protegerles adecuadamente e inculcarles buenos hábitos para el futuro.
La piel infantil cuenta con menos mecanismos de defensa naturales y capacidad para enfrentarse a la radiación solar, por lo que los bebés y niños corren mayor riesgo de sufrir efectos nocivos de ésta, como enrojecimiento, quemaduras y otros problemas como la insolación.
Además, es importante recordar que los daños producidos por el sol son acumulativos e irreversibles a lo largo de nuestra vida y que la sobreexposición solar en los primeros 18-20 años de vida está directamente relacionada con un incremento del riesgo de cáncer de piel. Entre un 50 y un 80% del daño por exposición solar que una persona recibe durante toda su vida se realiza entre la infancia y adolescencia.
Debemos tener precaución durante todo el año, pero especialmente durante el verano, ya que es cuando más actividades hacemos al aire libre y también es la época en la que los rayos de sol son más perjudiciales, ya que inciden en la tierra de forma más perpendicular.
¿Cuáles son los mejores métodos para proteger la piel de los niños?
La mejor manera de proteger su piel es evitar o reducir el tiempo de exposición solar, sobre todo en los más pequeños. El uso de cremas protectoras nunca debe ser la única medida que utilizamos.
Los menores de 6 meses no deben exponerse al sol de forma directa. En esta edad no se pueden utilizar fotoprotectores y deben utilizarse medidas físicas: ropa, sombrilla, tienda… teniendo en cuenta que a pesar de protegerlos en la sombra reciben hasta un 50% de radiación indirecta o reflejada.
Se debe tener especial cuidado en proteger a los lactantes y niños menores de 3 años. A esta edad es aconsejable limitar la exposición. Por eso es fundamental extremar las medidas físicas.
Desde los 3 años se puede realizar una exposición solar adecuada, pero siempre de forma responsable y teniendo en cuenta las medidas habituales que también debemos seguir los adultos.
Recomendaciones generales y medidas físicas:
Evitar la exposición al sol en horas centrales del día (12-17h).
Buscar sombras en los espacios abiertos o contar con una sombrilla.
Utilizar gorro o sombrero y gafas de sol con filtros homologados.
Utilizar ropa que cubra buena parte del cuerpo, como camisetas con mangas y pantalones por debajo de la rodilla. La ropa más cómoda en los climas calurosos es la de algodón de colores claros.
Además, durante la exposición al sol y a cualquier edad, debemos asegurarnos de una correcta hidratación de los bebés y niños, a través de la ingesta abundante de líquidos, ya que su piel no tiene a esa edad la misma eficacia para regular el control de la temperatura corporal. Si ya come alimentos sólidos, también las frutas son muy recomendables, debido a su gran cantidad de agua.
También hay que tener en cuenta que las medidas de protección solar deben aplicarse también en días nublados, ya que las nubes, sobre todo si son finas, permiten el paso de radiación ultravioleta.
Cuanto mayor sea la altitud, mayor es la intensidad de los rayos solares, por lo que también hay que extremar las precauciones en la montaña, no sólo en la playa.
Tener en cuenta el efecto multiplicador de superficies reflectantes (nieve, arena, agua, muros blancos) y que las actividades acuáticas al aire libre incrementan la exposición.
¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de adquirir el fotoprotector infantil?
1) El filtro: es lo que evita que la radiación solar pueda producir daños en nuestra piel.Pueden ser de tres tipos:
Físicos: son muy seguros, actúan como una barrera que refleja la radiación solar. Suelen tener una textura más densa y dejar una capa blanca en la piel.
Químicos: absorben la radiación, de diferentes formas en función de su composición. Son incoloros y cosméticamente más aceptables, pero presentan mayor riesgo de reacciones de contacto.
Mixtos: combinan ambos.
2) El tipo de radiación frente a la que protegen: es muy importante que nuestro fotoprotector proteja de la radiación ultravioleta A y B (UVA y UVB), y también conviene que lo haga de la infrarroja A (IR-A).
3) El fototipo: el tipo de piel del niño. Es decir, cómo responde la piel a la acción de los rayos del sol. No es lo mismo elegir un fotoprotector para un niño con rostro muy claro y cabello rubio, que para uno de cabello oscuro y cuya piel se broncea con facilidad.
Además, existen otras características adicionales que habría que cumplir:
Índice de protección solar alto: mínimo SPF 50 (a mayor SPF, mayor tiempo de exposición sin presentar quemadura solar).
Estar testado pediátricamente.
Ser libre de alcohol y, si es posible, de perfume: para evitar posibles efectos negativos o alergias.
Ser resistente al agua y al sudor. Dentro de los resistentes al agua se distinguen dos variedades: water resistant (su eficacia se mantiene después de 40 minutos de inmersión en el agua) y waterproof (esta eficacia se mantiene hasta 80 minutos después de la inmersión).
Respecto al formato, se recomienda usar barras para los labios, crema para la cara y leche, solución aceitosa o hielo para el cuerpo (son preferibles las fórmulas en crema o loción porque tienen menos alcohol que las que se presentan en spray).
¿Cómo y cuándo utilizar el fotoprotector infantil?
Una vez elegido el producto más adecuado para nuestros niños, es necesario conocer bien las pautas para aplicarlo de la mejor manera posible:
No debemos emplear fotoprotectores en bebés menores de seis meses.
A partir de los 6 meses y hasta los 3 años de edad debemos elegir productos que estén especialmente formulados y testados para estas edades. Además, es preferible optar por filtros físicos antes que químicos, ya que éstos son más seguros y no son absorbidos por la piel.
Debe aplicarse la crema de manera generosa sobre la piel seca en las zonas corporales expuestas al sol. No olvidemos los pies, las orejas o el cuero cabelludo si el bebé tiene poco pelo.
La aplicación debe realizarse unos 30 minutos antes de la exposición solar y repetirse cada 2 horas o después de actividad física intensa que pueda eliminarlo de la piel (un baño prolongado, sudar excesivamente o secarse con la toalla).
Es importante tener en cuenta que en las zonas de playa la radiación del sol se refleja en el agua y en la arena, por lo que debemos usar fotoprotector incluso cuando estemos resguardados en la sombra.
Por útimo es importante comprobar siempre que el fotoprotector que vamos a utilizar no esté caducado o sea de años anteriores, ya que pueden haber perdido su efectividad. Se recomienda utilizar productos nuevos cada verano.
¿Cómo tratar las quemaduras solares?
Como ya se ha explicado, la mejor forma de tratar las quemaduras es la prevención. Pero si, a pesar de una fotoprotección adecuada, se producen, se recomienda:
Ducharse o darse un baño de agua fresca o aplicar compresas frescas con la frecuencia que necesite.
Beber más líquidos que habitualmente en los primeros 2-3 días.
Aplicarle crema hidratante o gel de aloe vera en las zonas quemadas para aliviarle las molestias.
Si tiene mucho dolor, se le puede dar ibuprofeno o paracetamol siguiendo las instrucciones del prospecto.
¿Qué no debe hacerse?
No se debe aplicar agua muy fría o hielo directamente ya que puede producir una intensa vasoconstricción que podría agravar más la lesión.
No tocar la zona. Las quemaduras no sólo presentan un cambio de tono o ardor en la piel, a veces pueden aparecer ampollas. Si es así, no debes tocarlas ni mucho menos romperlas. En caso de que una se rompa, limpia la zona con agua y jabón.
No tratar la piel con dureza. Días después de una quemadura solar, no se debe raspar o frotar fuertemente el área afectada, ya que puede dañarse fácilmente. Cuando empiece a descamarse tu piel, hidrátala continuamente.
Evita la exposición al sol de nuevo. Si la piel del niño/a sigue dañada por la radiación solar, lo último que debes hacer es volver a exponerlo al sol. Protegeos de la luz solar cada vez que salgáis al exterior..
Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
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