Evita riesgos: protege a tus hijos de la radiación solar
El buen tiempo y las altas temperaturas invitan a pasar un buen rato en playas y piscinas y a jugar y practicar deportes al aire libre.
Los rayos del sol producen radiaciones lumínicas (luz), infrarrojas (calor) y ultravioletas. Los rayos ultravioleta pueden ser de dos tipos: los rayos UVA, que producen el bronceado al estimular la producción de melanina, y los rayos UVB, que causan las quemaduras de sol. El sol, si se toma con precaución, es beneficioso, ya que tiene acción antidepresiva, ayuda a la producción de vitamina D y es muy útil en dolencias como la psoriasis o el acné.
Sin embargo, su exceso es dañino, ya que puede provocar un golpe de calor, deshidratación y, a la larga, cáncer de piel. Los efectos nocivos son más graves en los niños pequeños (que son mucho más sensibles a las radiaciones solares) y, por eso, antes de la llegada del verano hay que hacer un repaso de las medidas preventivas.
Medidas de prevención
Recuerda las siguientes medidas de prevención que hay que tener en cuenta para protegerse de la radiación solar:
Protección solar adecuada (recomendable factor de protección 50; mínimo de 30). No utilizar las cremas sobrantes de años anteriores.
Protección social antes de salir de casa (30 minutos antes de la exposición).
Exposición solar progresiva y evitando las horas centrales del día.
Las cremas o lociones con filtro solar que se empleen deberán ser siempre resistentes al agua (y si no fuera así, se aplicarán repetidamente), con un factor de protección de 50.
Proteger la cabeza del sol, refrescarse y beber líquidos con frecuencia.
Los días nublados o aireados dan la falsa impresión de menor irradiación; aunque el sol se oculte tras las nubes, el 90% del UV las atraviesan. Hay que ponerse protección solar igualmente.
Los lactantes menores de seis meses no deben exponerse al sol. Hay que situarlos siempre a la sombra y utilizar protección solar adecuada, con cremas con factor físico, en la piel no cubierta por la ropa, ya que la sombra por sí sola no elimina totalmente la exposición a los rayos solares.
Debe prestarse especial atención a los niños que presenten alguna de las siguientes características:
Piel muy blanca (se queman con facilidad y casi nunca se ponen morenos), generalmente rubios o pelirrojos.
Antecedentes familiares de cáncer de piel.
Historia de exposición frecuente al sol en los primeros años de vida.
Lunares "raros" (nevus) o en gran número, o piel pecosa.
Ante cualquier duda, conviene consultar al especialista.
Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
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