Dolor torácico o dolor de pecho en niños: cuando es necesario consultar con el pediatra
El dolor torácico es aquél localizado en la parte delantera del pecho. Es un motivo de consulta habitual en pediatría, especialmente entre adolescentes. Pese a que la mayoría de las veces la causa que lo provoca es banal, suele producir una gran angustia y preocupación, sobre todo porque recuerda al dolor producido por el infarto de miocardio, que es excepcional en niños.
¿Cuáles son sus causas?
Son muchas y variables las causas de dolor torácico. Puede estar producido por enfermedades que afecten a la pared del tórax o a cualquiera de los órganos que se encuentran (pulmones, corazón, esófago etc.). Sin embargo, lo cierto es que muy a menudo no resulta posible identificar la razón que provoca el dolor torácico, ya que los episodios de dolor son cortos (aunque pueden ser recurrentes en el tiempo), no se relacionan con un movimiento o actividad física determinados y carecen de otros síntomas asociados.
En estas circunstancias se habla de dolor torácico idiopático, que no es otra cosa que un cajón de sastre en el que se agrupan todos aquellos casos que no se pueden clasificar en los grupos que se mencionan a continuación.
El origen conocido más habitual del dolor torácico es musculoesquelético, como el que ocurre a raíz de un golpe o de haber realizado un esfuerzo intenso. Típicamente, este tipo de dolor mejora con el reposo y empeora con el movimiento y la inspiración profunda.
Dentro de este grupo cabe destacar la costocondritis. Se trata de una inflamación del cartílago que une las costillas con el esternón. Así, el dolor aumenta cuando se palpa o presiona la zona de unión entre estos dos huesos. En ocasiones, incluso se puede percibir la zona roja o tumefacta. Normalmente afecta sólo a un lado del pecho, sobre todo al izquierdo. Aunque el curso es benigno y tiende a resolverse, no es raro que dure semanas e incluso meses. La administración de antiinflamatorios puede ayudar a mitigar el dolor.
El segundo origen conocido más frecuente es el respiratorio. Destaca en este grupo el dolor ocasionado por tos (que cuando se alarga en el tiempo puede sobrecargar los músculos del tórax ocasionando dolor), así como el causado por una crisis de broncospasmo o crisis asmática, y es que la sensación de falta de aire puede ser percibida a veces como dolor en el pecho. En este sentido, cabe recordar que algunos pacientes sufren el llamado asma de esfuerzo. Es decir, los síntomas del asma se manifiestan con la actividad física y no tanto en reposo.
Si no se realiza una correcta evaluación médica, se podría atribuir erróneamente el dolor torácico a otras causas. En este caso, el tratamiento se basa en la administración de medicación que contribuya a dilatar las vías aéreas. Por último, cabe mencionar también la neumonía, en especial la bacteriana como causa de dolor torácico de origen respiratorio. Se trata de una infección del pulmón, que en sí misma puede ocasionar dolor torácico, sobre todo cuando afecta a la parte más cercana a las costillas. Si la neumonía es bacteriana, será necesaria la administración de antibióticos para tratarla.
El dolor torácico también puede ser psicógeno. Se trata de la percepción subjetiva de dolor pero sin que haya un daño en ningún órgano del tórax. En su lugar, resulta el reflejo de ansiedad, tristeza o preocupación desencadenados por sucesos traumáticos o situaciones angustiantes. El dolor suele ser vago y cambiante, y puede acompañarse de dolor de cabeza, dolor abdominal, trastornos del sueño o de otros síntomas de ansiedad.
El origen del dolor torácico también puede ser gastrointestinal. De este grupo cabe destacar el reflujo gastroesofágico. Se produce cuando el contenido del estómago, que es ácido, asciende hacia el esófago, causando una sensación de ardor y dolor detrás del esternón. Es habitual que el dolor por reflujo gastroesofágico empeore con las comidas y con la posición estirada, dado que se favorece el paso del contenido gástrico al esófago. El tratamiento puede requerir fármacos para disminuir la acidez del estómago, así como otras medidas posicionales y alimentarias.
Por último, encontramos las causas cardíacas. Se mencionan por último porque en pediatría es muy poco habitual que el dolor torácico se explique por un problema del corazón y de los vasos sanguíneos. Entre las causas de origen cardíaco cabe destacar la pericarditis. Se trata de la inflamación del pericardio, un tejido que envuelve y protege el corazón.
El dolor puede ser intenso, pero a diferencia del dolor producido por un infarto de miocardio, no suele ser opresivo y su instauración, aunque rápida, no es brusca. El dolor se sitúa detrás del esternón y más marcadamente en el lado izquierdo del pecho, y suele empeorar con la inspiración profunda, la tos y la posición estirada, y mejora estando sentado o inclinado hacia delante. La causa de la pericarditis suele ser una infección vírica. El tratamiento es esencialmente con fármacos antiinflamatorios de la familia del ibuprofeno. Aunque su pronóstico es excelente, en ocasiones se indica un ingreso hospitalario corto para asegurar un buen control del dolor y una correcta evolución.
Por último, cabe mencionar de entre el grupo de enfermedades cardiovasculares las arritmias, es decir, alteraciones del ritmo cardíaco normal. En pediatría las arritmias más frecuentes son las extrasístolas y la taquicardia supraventricular. Las extrasístolas son muy habituales en pacientes sanos y casi nunca traducen una enfermedad. Se trata de un latido que tiene lugar prematuramente y que se asocia a una sensación de ‘sacudida en el corazón' que se sigue de una pausa compensatoria percibida como 'si el corazón se detuviera durante unos segundos'. Las taquicardias supraventriculares, por su parte, son alteraciones del ritmo que se manifiestan como una aceleración del ritmo cardíaco. Son episodios de inicio y fin muy repentinos, y mientras duran pueden acompañarse de dolor torácico, sudor o mareos.
Otras causas de dolor torácico como el infarto de miocardio o la rotura de la arteria aorta son excepcionales en pediatría, y prácticamente se restringen a pacientes que presentan alguna enfermedad de base o malformación cardíaca que predisponen a ella.
¿Cuándo es necesario consultar un servicio de urgencias?
Debes acudir a urgencias en los siguientes casos:
- Si el dolor es intenso, de inicio abrupto o si ocasiona que el paciente se despierte por la noche.
- Si se acompaña de fiebre, malestar general, dificultad para respirar, palpitaciones o cambio de coloración (palidez o coloración azulada de la piel).
- Si después del inicio del dolor el paciente se queja de mareo, presenta sudoración o pierde la conciencia.
- Si el paciente o sus familiares sufren alguna enfermedad del corazón conocida, o antecedentes de muerte súbita en personas jóvenes (menores de 40 años).
¿Qué pruebas es necesario realizar ante un paciente con dolor torácico?
En la mayoría de casos, una correcta entrevista clínica y exploración física son suficientes para llegar a una aproximación diagnóstica, sin requerir la realización de otras pruebas.
Sin embargo, en algunas circunstancias sí pueden ser necesarias. Así, cuando se sospeche de una neumonía o de una fractura de una costilla (por ejemplo, en el contexto de haber recibido un golpe), puede ser necesaria la realización de una radiografía de tórax o de una ecografía torácica.
Por otra parte, cuando se sospeche de una pericarditis o de una taquicardia supraventricular, o bien cuando el dolor torácico empeore con el ejercicio o se acompañe de pérdida de conciencia se suele realizar un electrocardiograma. Es una prueba no dolorosa y sencilla que consiste en colocar unos electrodos pegados a la piel del torso, que permiten analizar detalladamente el ritmo cardíaco. Otras pruebas como una analítica sanguínea o una ecografía cardíaca no se realizan de rutina, sino que se indican de forma individualizada y ante sospechas clínicas concretas.
Escrito por:
Aleix Soler Garcia