
Síndrome de deficiencia del transportador GLUT1

El síndrome de deficiencia de GLUT1 (GLUT1DS) es una enfermedad genética que se caracteriza por presentar cierta incapacidad en el transporte de glucosa al cerebro. Esto afecta la obtención de energía necesaria por parte de este órgano para permitir un crecimiento y desarrollo adecuado del mismo.
¿Qué es el síndrome de deficiencia del transportador GLUT1?
Esta patología se produce por una alteración en el gen responsable de la producción de GLUT1 (también conocido como SLC2A1), un transportador específico de glucosa. GLUT1, entre otros tejidos, se encuentra en la barrera hematoencefálica, una membrana que recubre los vasos sanguíneos que riegan el cerebro, cuya función es filtrar qué sustancias pueden acceder a él. Asimismo, toda sustancia que deba entrar en el cerebro deberá ser transportada de manera específica por una proteína que realizará esa función. De esta forma se intenta evitar que sustancias perjudiciales puedan llegar al cerebro.
Por lo tanto, GLUT1 es la proteína que permite que la glucosa sea transportada al cerebro. Frente a una alteración en este gen, GLUT1 no puede producirse correctamente. Como resultado, el cerebro no puede obtener suficiente glucosa, hecho que supone graves consecuencias pues se trata de la principal molécula que proporciona energía al cerebro
Aunque la deficiencia de GLUT1 se produce por la alteración en el gen que regula su producción, en la mayoría de los casos, la aparición de esta enfermedad no se debe a un factor hereditario, sino a la aparición de una alteración espontanea del gen durante el desarrollo embrionario que provoca la aparición de la enfermedad. A estas alteraciones genéticas no heredadas se las conoce como mutaciones de novo.
También existe la posibilidad de transmisión de la enfermedad por herencia. Se ha descrito que esta patología se hereda siguiendo un patrón autosómico dominante, lo que significaría que basta con tener solo una copia del gen alterado para manifestar la enfermedad. Todos heredamos dos copias de cada cromosoma autosómico (una paterna y una materna), esto implica que disponemos de dos copias de cada gen. Cuando la enfermedad es heredada, uno de los padres también presenta la misma alteración genética y suele mostrar síntomas.
Se ha de tener en cuenta, además, que las personas con esta enfermedad a menudo se enfrentan a grandes dificultades en su desarrollo físico e intelectual, lo que puede limitar su capacidad reproductiva en la edad adulta. Por este motivo, aunque sea una enfermedad potencialmente hereditaria, su transmisión es poco frecuente.
¿Cuáles son sus síntomas?
Los primeros síntomas por una deficiencia de GLUT1 se manifiestan en los primeros seis meses de vida, especialmente en forma de trastorno neurológico. Esto se debe a que no llega al cerebro la cantidad de energía que necesita y que normalmente es la glucosa la que la proporciona. Esta situación puede afectar tanto al funcionamiento general del cerebro como al desarrollo cognitivo del paciente.
La sintomatología general de la deficiencia de GLUT1 puede ser muy variable entre los distintos pacientes. El fenotipo más grave incluye la aparición de episodios de epilepsia junto con movimientos repentinos e involuntarios de ojos y cabeza. Estos síntomas suelen ir acompañados de un retraso en el desarrollo cognitivo (de diferente grado en función del paciente) y desordenes motores y del lenguaje. Estos pacientes se caracterizan, también, por presentar microcefalia adquirida, una alteración en la cabeza la cabeza no crece adecuadamente.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico del síndrome de deficiencia de GLUT1 comienza con una exploración física y con la valoración de los síntomas que tiene el paciente. Frente a una sospecha de deficiencia de GLUT1, se solicitará la realización de un conjunto de pruebas clínicas que permitan confirmar o descartar el diagnóstico de forma precisa.
Entre estas pruebas se realizará una extracción de una muestra de sangre y otra de líquido cefalorraquídeo, mediante una punción lumbar, y se compararán los niveles de glucosa y de lactato (un producto del procesamiento de la glucosa) en cada una de ellas. Menores valores de glucosa y lactato en el líquido cefalorraquídeo respecto a los que se encuentran en sangre pueden indicar que el cerebro no está recibiendo suficiente energía, lo que sugiere una posible deficiencia de GLUT1.
Para acabar de confirmar el diagnóstico se realiza un análisis genético, basado en una secuenciación del gen de GLUT1, para identificar posibles alteraciones. También puede valorarse la realización de un estudio genético completo del ADN del paciente, ya que, algunas alteraciones producidas en otros genes diferentes al GLUT1 también podrían afectar a su funcionamiento de este.
¿Cuál es su tratamiento?
Aunque actualmente el síndrome de deficiencia del transportador GLUT1 no se puede curar, existen tratamientos eficaces para mejorar la calidad de vida de los pacientes. Normalmente, se ha de seguir una dieta cetogénica que consiste en reducir al mínimo el consumo de carbohidratos y proteínas y basar la alimentación en grasas saludables. Esta falta de glucosa y de proteínas provoca la producción de cuerpos cetónicos por parte del hígado, unos productos que sí que pueden ser captados por el cerebro, puesto que pueden ser transportados a través de la barrera hematoencefálica mediante otros transportadores diferentes a GLUT1. Además, los cuerpos cetónicos pueden ser utilizados por las neuronas para la obtención de energía, de manera que pueden sustituir parcialmente la función que la glucosa tiene en el cerebro.
Por lo tanto, la estrategia principal para prevenir los síntomas de la deficiencia de GLUT1 es la alimentación, pues ha demostrado ser eficaz en la prevención de los síntomas, especialmente si se empieza de forma precoz. En los casos de deficiencias nutritivas de fibra, calcio o vitaminas, se ha de considerar la opción de suplementar la dieta con estos componentes que faltan.
Además de esto, tan pronto como se detecte la enfermedad, se puede establecer un tratamiento que trate de compensar la deficiencia neurológica y conseguir que el retraso del desarrollo cognitivo no sea tan marcado.
¿Qué otras cosas hay que tener en cuenta?
Además del diagnóstico y del tratamiento inicial, existen otros aspectos fundamentales que pueden marcar la diferencia en la salud y el bienestar de los pacientes. El estilo de vida y la alimentación son factores determinantes en la evolución de la enfermedad.
Con una buena gestión desde el inicio y un seguimiento médico continuo, muchas de las complicaciones que pueden aparecer en estos pacientes pueden evitarse.
Contenido revisado por Laura Meroño Garcia, estudiante de Grado de Bioquímica en la UAB.