¿Es recomendable que los niños hagan deberes durante el verano?
¿Son adecuados los deberes durante el verano? Si entendemos los deberes de verano como el "típico" cuaderno que hay que rellenar quizá esta no sea la mejor opción. Pero si lo entendemos como una oportunidad para practicar nuevas actividades que fomenten el aprendizaje no formal e informal como viajar, visitar museos o asistir a actos culturales, sí.
Considerar que los niños deben realizar tareas escolares en forma de deberes durante las vacaciones de verano, mediante los tradicionales cuadernos de ejercicios, puede llevarnos a dar a entender por error que el proceso de aprendizaje tiene lugar básicamente en el contexto escolar.
Podríamos llegar también a estar defendiendo la concepción errónea de que sino seguimos ejercitando dicho método de enseñanza-aprendizaje, se produce una interrupción en la consolidación o adquisición de nuevos conocimientos en los niños. Si bien es cierto que la escuela es, durante la infancia, uno de los principales ámbitos en los que se produce el aprendizaje, también es una evidencia la labor que ejerce la educación no formal e informal. A fin de cuentas, la educación y, en general, el aprendizaje, afecta todas las facetas y edades de la persona.
La época de las vacaciones de verano se presta para hacer precisamente muchas tareas o actividades que no son plausibles de realizarse en el contexto escolar. De ahí, que muchos expertos en educación defiendan una concepción no tradicional del concepto de “deberes”. El aprendizaje puede impregnar cualquier actividad que lleven a cabo los niños y es labor de la escuela promover actividades no formales e informales en colaboración con la familia y con el entorno más cercano, con el fin de fomentar un aprendizaje experimental y participativo de los niños.
El concepto clásico de deberes, en la sociedad actual, tiene cada vez más un atributo de “anticuado”. Los niños llevan a cabo tareas escolares durante más de dos meses y deben esperar unas correcciones por parte de sus profesores, que según confiesan muchos niños, no siempre reciben. Pedagógicamente no es significativa una tarea de aprendizaje en la que se puede no llegar a recibir ningún feedback, o en la que el estímulo que supone a nivel de motivación la revisión de la misma no llega con la inmediatez adecuada.
Poder desarrollar actividades dilatadas en el tiempo, que permitan la ejercitación de las asignaturas instrumentales (lenguas, matemáticas y ciencias), el fomento de la creatividad y el aprendizaje colaborativo, puede ser un buen recurso para “reelaborar” la visión clásica de “los deberes”, en una sociedad en la que los niños están saturados de estímulos y en la que cada vez más se va a premiar la capacidad de crear e innovar en los niños.
Reflexiones sobre los deberes durante el verano
Howard Gardner, famoso psicólogo y autor de publicaciones relacionadas con la inteligencia, nos dice que la mente creativa será una de las mentes del futuro. Gardner es autor de la “Teoría de las inteligencias múltiples”, en la que se considera que las personas tenemos siete capacidades cognoscitivas que pueden llegar tanto a trabajar de forma coordinada como de forma semiautónoma. Las inteligencias que define Gardner son:
Musical
Cinético-corporal
Lógico-matemática
Lingüística
Espacial
Interpersonal
Intrapersonal.
Los deberes de verano deberían responder a la estimulación de todas ellas, al correcto equilibrio del desarrollo intelectual de los niños.
Paul Kaufman, en colaboración con el prestigioso psicólogo Daniel Goleman, en su libro “Espíritu creativo”, estudian la capacidad de la neuroplasticidad en los niños, como eje central para potenciar un aprendizaje activo, innovador y capaz de generar nuevos esquemas de interacción con el medio.
En nuestro país, José Antonio Marina, reconocido pedagogo, nos habla de la importancia de la inteligencia ejecutiva y del hábito como elementos imprescindibles para la generación mediante el aprendizaje de conocimientos basados en la creatividad.
Saturnino de la Torre, Catedrático de Pedagogía de la Universidad de Barcelona, nos habla de la importancia del aprendizaje basado en el error y por tanto en la experimentación y en la necesidad de una determinada libertad/autonomía a la hora de que los niños desarrollen actividades escolares.
El hecho de que no existan evidencias de un mejor rendimiento escolar de los niños que han realizado deberes en verano respecto a los que no, es otro argumento a favor de una nueva concepción del formato que deberían tener dichas actividades/tareas.
El profesor debe de ser el facilitador en esta nueva forma de abordar el proceso de aprendizaje, en el que el alumno será mucho más autónomo que en la concepción tradicional a la que estamos acostumbrados en el contexto de la educación formal. Para ello, será necesario establecer unos objetivos, una dedicación de tiempo diario y un compromiso con el niño… ayudarle a adquirir los hábitos y cualidades de un adulto en cuanto a responsabilidad y capacidad de autogestión personal.
Deberes de verano: tipología y enfoque
Veamos, a continuación algunas recomendaciones relacionadas con las tareas o tipología de “deberes” que pueden llevar a cabo los niños en verano:
Es necesario pensar en cada niño, en sus capacidades, habilidades, aficiones…, y pactar con los profesores al finalizar el curso, las tareas a llevar a cabo durante las vacaciones.
Fomentar la ejercitación de contenidos relacionados con las asignaturas instrumentales (idiomas y matemáticas) ya que permiten una mejor competencia para afrontar las asignaturas del nuevo curso, dado su carácter de transversalidad en el currículo.
Determinar y negociar con el niño los objetivos de las tareas a realizar durante el periodo de vacaciones de verano.
Pactar un horario y, en caso necesario, un espacio para la realización de las actividades.
Acompañar y ayudar en caso necesario a los niños mientras realicen los deberes.
Siempre es aconsejable determinar unos días de descanso, en el período intermedio antes de regresar al colegio, con el fin de que los días previos a su incorporación puedan servir de nuevo de adaptación a horarios, rutinas y hábitos.
¿Pero qué tipo de actividades, que no tengan el formato de cuaderno de tareas, pueden llevar a cabo los niños en verano?
Detallamos a continuación 10 sugerencias:
Realizar una actividad semanal atractiva con la familia, y detallar la vivencia en un diario con el fin de ejercitar las habilidades relacionadas con la escritura.
Crear un “cuaderno de viaje” en el que el pequeño relate o proyecte sus vacaciones. Éste debería incluir mapas, fotos, dibujos, etc. De este modo, el niño integrará la capacidad de investigación y de creación con diferentes habilidades más allá de las relacionadas con la escritura.
Actividades culturales y de socialización: visitas a museos, conciertos al aire libre, cine en familia, etc.
Solidaridad: compartir momentos con personas (gente mayor, niños necesitados, personas con necesidades especiales, etc.) que puedan requerir de nuestra ayuda. Es básico inculcar a los niños, desde pequeños, el concepto de diversidad y que a su vez conozcan las capacidades/limitaciones que todos podemos tener. Hay que educar para el respeto hacia la diferencia.
Lectura diaria de libros adecuados a la edad e intereses del niño, haciéndole partícipe de la selección de los mismos en la biblioteca.
Actividades relacionadas con la lógica. Para este tipo de tareas los juegos pueden tener un protagonismo importante, en sus diferentes formatos. Juegos de mesa, juegos de ordenador/tablet, etc. Sirva de ejemplo, el potencial del ajedrez para la adquisición de determinados conceptos matemáticos.
Iniciar o profundizar en idiomas: lecturas, dibujos animados, películas, grupos de conversación o campamentos de verano con inmersión en una lengua, etc.
No olvidarnos de la importancia del deporte, como actividad estimuladora a nivel cerebral.
Tareas que fomenten la creatividad y que la estimulen, por ejemplo, mediante la realización de experimentos en casa.
Actividades centradas en educación artística: música, pintura, dibujo, etc.
Conclusión respecto los deberes de verano
Las vacaciones son, ante todo, un periodo de descanso, pero bajo ningún concepto deben de significar que los niños abandonen por completo un proceso de aprendizaje planificado y con unos fines pedagógicos preestablecidos.
Es importante pensar en actividades significativas y atractivas para los pequeños, con el fin de estimular la consolidación y aplicación de los conocimientos adquiridos durante el curso escolar y con el ánimo de fomentar el desarrollo de nuevos conocimientos, la ejercitación de hábitos y la estimulación creativa de las diferentes inteligencias.
Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
Benjamin, S. (2013) Educar jugando. Barcelona: Robin Book
Goleman, D., Kaufman, P. y Ray M. (2009) El espíritu creativo. Madrid: Zeta
Marina, J. A. (2012) La inteligencia ejecutiva. Barcelona: Ariel
De la Torre, Saturnino. (2005). Aprender de los errores: el tratamiento didáctico de los errores como estrategia de innovación. Argentina: Magisterio del Río de la Plata.
Viajar, ya sea en la otra parte del mundo o en la ciudad de al lado de casa, aporta a los niños grandes beneficios para desarrollarse social y emocionalmente, y les genera una nueva actitud ante la vida y hacia los demás. Así que, ¿ya sabes dónde vas a ir las próximas vacaciones?
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