Desconfinamiento progresivo de los niños: ¿qué podemos esperar y cómo los podemos acompañar?
Dada la capacidad de adaptación y de aprendizaje de los niños, se puede pensar erróneamente que no sufren con la misma intensidad las consecuencias psicológicas de situaciones altamente estresantes. Pero sabemos que los menores pueden ser un grupo de riesgo en situaciones de crisis y emergencias, como la que vivimos en la actualidad.
Dado que venimos de un periodo largo en el que los niños y adolescentes han permanecido en casa sin poder participar de las rutinas y hábitos cotidianos, de cara al desconfinamiento, es previsible esperar reacciones emocionales diversas, que habrá que observar, escuchar y acompañar con sensibilidad, comprensión y paciencia. Nuestra función como cuidadores será la de captar cuáles son sus emociones y preocupaciones y ayudarles a poder afrontar la situación de la mejor manera posible.
Este artículo pretende orientar a los padres y cuidadores en las reacciones emocionales esperables y en las pautas que pueden resultar útiles para favorecer un enfrentamiento adecuado de los niños a la situación de desconfinamiento progresivo.
¿Qué respuestas emocionales podemos esperar?
En el desconfinamiento podemos esperar reacciones emocionales muy diversas, pero hay que tener presente que no todos los niños experimentarán las mismas emociones, ni todos las expresarán del mismo modo. De manera general, los niños y adolescentes pueden expresar:
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Miedo / angustia: muchos niños pueden sentirse inseguros ante la posibilidad de empezar a salir de casa. Pueden tener ideas y fantasías respecto al contagio, miedo a enfermar y/o morir. Será necesario acompañar esta emoción transmitiendo seguridad en el adulto acompañante, explicando que nosotros nos encargamos, que tomaremos las medidas de seguridad adecuadas, y que nunca los dejaríamos salir si no pensáramos que podemos hacerlo. El objetivo es transmitir que siguiendo las indicaciones, el riesgo de contagio se reduce y estamos seguros.
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Frustración: muchos niños pueden pensar que salir a la calle implica que pueden hacer las mismas actividades y pueden ir a los mismos lugares donde iban antes. Por tanto, se pueden sentir frustrados y enfadados una vez experimenten las limitaciones, tanto de espacio como de actividad y de tiempo. En este sentido, se aconseja específicamente anticipar, con información ajustada a la realidad respecto a cuándo, dónde, por cuánto tiempo y en qué condiciones podremos salir. También les podemos validar y acompañar en la emoción de frustración que sienten, ya que es legítima y comprensible.
¿Cómo conviene que sea la explicación de las salidas que podrán hacer?
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La información que se dé debe ajustarse a la edad del niño y su nivel de comprensión.
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Es mejor utilizar un lenguaje sencillo para que puedan entender el mensaje.
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Es importante que demos un mensaje claro. Evitar dar más explicaciones de la cuenta.
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Permitir que el niño haga las preguntas y a partir de ahí guiar nuestro mensaje.
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Anticipar y explicar de forma clara donde iremos, qué es lo que vamos a hacer y cuando volveremos. Esto les ayudará a entender mejor cuál es el contexto y la estructura de la salida a la vez que les permitirá afrontar mejor la frustración de tener que volver a casa.
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Conviene que sea un mensaje honesto pero tranquilizador. Los niños a menudo imaginan que algunas situaciones son peores de lo que son en la realidad. Por lo tanto, ofrecer información veraz pero ajustada a su nivel de desarrollo puede ayudar a reducir los temores. Es importante que les expliquemos que pueden estar tranquilos ya que estamos seguros si seguimos las indicaciones.
¿Qué actitudes de los adultos pueden ayudar al dar la explicación?
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Es importante que los niños nos vean tranquilos cuando se lo expliquemos. Los adultos tenemos que transmitir seguridad a los niños dado que somos un ejemplo de control en esta situación.
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Si nos sentimos inquietos o angustiados no es el momento de tratar el tema de las salidas con los niños. Primero tendremos que resolver nuestros problemas y preocupaciones y posteriormente ya les podremos ayudar para afrontar la situación de salida.
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Asimismo conviene que nos vean firmes al darles las indicaciones sobre qué podremos hacer y qué no cuando salgamos a la calle.
Recomendaciones en las explicaciones para niños y niñas hasta los 7 años
Con los más pequeños es muy importante ajustar el lenguaje a su nivel de comprensión y de razonamiento verbal. Se recomienda usar un lenguaje sencillo, breve y concreto.
Será útil que utilicemos explicaciones que tengan que ver con aspectos que ya conocen.
Por ejemplo, podemos explicar que: "El coronavirus es como un resfriado muy fuerte. Así que, cuando salgamos a la calle, es importante hacer algunas cosas para no caer enfermos". Les podemos decir: "¿Verdad que nos abrigamos cuando hace frío o cogemos un paraguas cuando llueve para no resfriarnos?, pues ahora hay que ponerse una mascarilla* para no caer enfermos".
* Respecto al uso de mascarillas y otras medidas de protección en niños, se recomienda seguir las pautas que irán publicando las instituciones oficiales los próximos días.
Asimismo les tendremos que explicar que "de momento no podremos estar cerca de otras personas y así nadie se pondrá enfermo. Así, si nos encontramos a alguien que conocemos podremos hablar pero no nos podremos acercar". Les podemos recordar que cuando estornudamos, tosemos o tocamos a los demás nos podemos pasar el virus y que por ello no hay que acercarse a otras personas.
Para ayudarles a comprender el mensaje verbal y recordar las indicaciones que les damos, puede ser útil usar ayudas o apoyos visuales. Por ejemplo podemos:
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Pegar en una de las paredes del lado de la puerta de la salida al exterior dibujos o imágenes de todo lo que tenemos que tener presente para salir (ejemplo: la distancia entre las personas, lugar donde iremos, como iremos, mascarilla...)
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Pegar a otra pared dibujos o imágenes de todo lo que tenemos que tener presente cuando volvamos a casa (ejemplo: quitarse los zapatos, quitarse la ropa, lavarse las manos y cara...)
Recomendaciones en las explicaciones a partir de los 8 años
Probablemente los niños mayores han recibido mucha más información respecto al virus y sus posibles consecuencias. También en estas edades es cuando habitualmente aparecen los miedos evolutivos respecto la muerte y ante las posibles desgracias o catástrofes. Por lo tanto, es posible que se muestren más inseguros ante la situación de tener que salir de casa, que en las últimas semanas ha sido un lugar seguro, específicamente en aquellos niños que han sufrido una pérdida familiar durante el confinamiento.
Será muy importante estar atentos a estos aspectos y clarificar todas las dudas que los niños nos planteen con información concreta y veraz. Si hay alguna pregunta que nos hacen, para la que no tenemos respuesta inmediata, es mejor responder con franqueza, diciendo que no lo sabemos y que nos encargaremos de buscar una respuesta.
En esta franja de edad, podemos explicar, por ejemplo, que: "La situación con el coronavirus ha mejorado un poco y por ello podemos empezar a salir a la calle, sin embargo, es importante seguir algunas recomendaciones para no ponernos enfermos ni contagiar a nadie". Tendremos que explicar específicamente las pautas dadas por las autoridades sanitarias y verificar su comprensión por parte de los niños, tanto de las recomendaciones en la salida y en la vuelta.
También será importante trasladar que estas medidas son temporales, que sirven para ahora, pero que es probable que se vayan cambiando progresivamente en la medida que se vaya controlando mejor la pandemia.
Podemos hacer un listado, escrito, visual o unas instrucciones verbales sencillas para que el niño recuerde las consignas básicas de la salida.
Otras consideraciones
Por último, insistir en el hecho de que la situación de crisis actual es un factor de elevado malestar y estrés para todas ler personas. Si bien nos podemos encontrar con niños que se están adaptando de forma adecuada a la situación de confinamiento, debemos tener presente que todos estamos sufriendo pérdidas en esta situación. Algunas de estas pérdidas se relacionan con la ruptura de la cotidianidad (no poder ir a la escuela o a trabajar, no ver a los amigos, familiares, etc.), y otros conllevan pérdidas muy significativas para procesos de duelo que no se pueden llevar a cabo de la manera que nos gustaría y que emocionalmente dificultan la elaboración de la pérdida.
Es por ello que las reacciones emocionales de los niños y adolescentes como consecuencia de la pandemia por COVID-19 pueden extenderse más allá del desconfinamiento inmediato. Es previsible, por ejemplo, que algunos de ellos manifiesten su malestar más adelante, de forma demorada, cuando la alerta ya sea menor e, incluso, cuando se empiece a recuperar una cierta cotidianidad.
Será necesario que cuando se levante el confinamiento, los niños que han sufrido pérdidas significativas puedan expresar su malestar y puedan hacer algún tipo de ritual de despedida del familiar que ya no está.
Destacamos específicamente, la importancia de ver la crisis actual como un recorrido emocional a largo plazo, en el que será necesario adoptar una mirada en la infancia y la adolescencia, con el fin de observar, monitorear y acompañarlos de manera segura y efectiva.
Muchas de las reacciones emocionales y cambios en el comportamiento que pueden aparecer a medio y largo plazo son respuestas que nos pueden parecer "excepcionales", "no propias de él / ella" pero, en realidad, pueden ser la reacción normal a una situación que por definición es excepcional. Esto significa que gran parte de los cambios en la manera de sentir y actuar habitual de nuestros hijos, pueden ser respuestas a enmarcar dentro de la normalidad esperada a la situación de emergencia que ha desencadenado la COVID-19, y que indica que el niño está haciendo esfuerzos para adaptarse con las estrategias y recursos personales de afrontamiento de los que dispone.
En los casos en los que detectamos que estas reacciones emocionales son muy intensas, interfieren en su rutina diaria, y le provocan un malestar muy intenso que no le podemos ayudar a gestionar, se podría valorar contactar con un especialista en psicología clínica para hacer una valoración o seguimiento.
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