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Niña jugando en la arena

Educar en chanclas: 10 consejos clave para un verano familiar con calma, sentido y equilibrio

Niña jugando en la arena

Llega el verano: el calor, el descanso, las vacaciones... y se acaban las clases. Para muchas familias, eso significa más tiempo libre, menos rutinas y, a veces, cierto caos en la convivencia diaria. Sin el paraguas del colegio, puede surgir la duda:


 ¿Cómo seguir educando sin caer en el "todo vale"?

Las vacaciones son una oportunidad para parar, reconectar y disfrutar, pero también pueden generar desajustes: horarios irregulares, más uso de pantallas, dificultades para poner límites… Y es ahí donde cobra sentido el papel educativo de las familias.

                        Imagen de Freepik

En este artículo te ofrecemos 10 consejos prácticos y realistas para acompañar a tus hijos —niños y adolescentes— este verano… con calma, con sentido y, por supuesto, ¡con chanclas!

 

  1.  Bajar el ritmo sin perder el rumbo. En verano dejamos atrás los organizados horarios escolares, pero eso no significa que entremos en un período en el que “todo vale”. Durante el período estival debemos mantener ciertas rutinas que nos ayudaran a continuar una convivencia saludable y comenzar el nuevo curso si caer en el drama de todos los años. Continuar con horarios de descanso, sueño, comidas y cenas proporciona seguridad y buenos hábitos a los más pequeños.

     

  2. Un buen rato vale más que mil actividades. Durante las vacaciones, en ocasiones tendemos a organizar un sinfín de planes con el objetivo de contentar a niños y adolescentes. Realmente, lo más importante es poder compartir un tiempo de calidad en familia, conversaciones sin prisas, cenas sin pantallas y actividades improvisadas. Y es que a veces los recuerdos más bonitos suceden en los momentos más simples.

     

  3. Pantallas en modo avión, al menos, a ratos. Que las pantallas ni las discusiones por querer usarlas se conviertan en la protagonista de tus vacaciones. Lleguemos a un acuerdo, y es que una pantalla en la playa, la piscina, en la comida, en el restaurante y en la orquesta del pueblo no va a ser lo más beneficioso para nadie. Establece ciertas normas sobre “cuándo”, “cuánto” y “para que” se van a usar. No te olvides de este mantra; tu ejemplo como adulto siempre es el más potente.

     

  4. Fomenta la lectura de forma natural. Sin imponer, trata de proponer momentos para la introversión y la calma. Que mejor que ofrecer un cómic, una revista, un cuento o una buena novela juvenil. Esta sana costumbre supone una gran cantidad de beneficios y además, leer en verano ayuda a mantener el hábito lector y a reforzar aprendizajes sin necesidad de deberes.

    Imagen de Freepik

  5. Fomenta la autonomía a través de pequeñas decisiones. El tiempo en familia es una buena oportunidad para desarrollar la autonomía y el sentido de pertenencia. Y es que participar en pequeñas decisiones como elegir una excursión, decidir qué comer o en que orden se realizarán las actividades del día supone reforzar la autoestima y les hace sentirse parte activa de la familia. Planes consensuados y tareas compartidas siempre serán una herramienta útil para todos.

     

  6. Dar espacio sin desaparecer. En el caso de los adolescentes, tanto chicos como chicas van a querer distanciarse de los adultos como forma de reafirmar su identidad. Eso no significa que hayan dejado de necesitarnos o querernos, pero sus necesidades ya no son las mismas. Hay que dejarles espacio para que respiren, pasen tiempo con sus “colegas”, se equivoquen, pero sin dejar de acompañarlos y de estar presentes a nivel emocional, atentos y accesibles. Mostrar interés por sus gustos sin invadir, proponer sin imponer, respetar sus silencios y saber estar sin forzar conversaciones son formas valiosas de seguir siendo referentes sin ser controladores. La adolescencia pide distancia, pero también contención. Y eso, en verano, puede significar acompañar desde un segundo plano, con respeto y confianza. 

     

  7. Convierte lo cotidiano en aprendizaje. El verano es un momento maravilloso para ir al mercado, cocinar juntos, regar las plantas o poner la mesa. Y es que el verano es una escuela de vida en la que, sin necesidad de libros ni exámenes, encontramos oportunidades en las que poder educar y aprender sin casi darnos cuenta. En lo cotidiano podemos desarrollar competencias como la autonomía, el crecimiento personal, la responsabilidad, la planificación, las habilidades sociales, los valores o el sentido del logro. Recuerda, el verano es una gran escuela sin libros ni horarios.

     

  8. El aburrimiento también educa. En la sociedad en la que vivimos aburrirse parece una misión imposible en la que parece que haya que llenar cada momento con algún estímulo. Todo lo contrario, saber aburrirse de vez en cuando y de forma saludable, es una parte fundamental del desarrollo. Cuando un niño se aburre, se enfrenta al desafío de crear su propio entretenimiento, inventar juegos o explorar ideas nuevas sin la guía constante de un adulto o de una pantalla. Como padres y madres, puede ser tentador “rescatar” rápidamente a los hijos cuando dicen que se aburren. Pero una forma más educativa es acompañar ese aburrimiento, sin intervenir demasiado ni ofrecer soluciones inmediatas.

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  9. Poner límites sin perder la calma: firmeza con afecto. En verano, los ritmos cambian y las rutinas se relajan. Eso puede generar más momentos de tensión o resistencia por parte de los niños y adolescentes. Sin embargo, poner límites sigue siendo necesario y compatible con una convivencia respetuosa. Los límites no están reñidos con el cariño: marcar lo que sí y lo que no es una forma de cuidado. Ayudan a los niños a sentirse seguros, a regularse y a convivir mejor con los demás. Lo importante es cómo los ponemos. Durante el verano, algunas normas pueden negociarse o adaptarse —como los horarios o el uso de pantallas—, pero deben seguir existiendo acuerdos claros, coherentes y compartidos. Cuando los límites cambian cada día, aumenta la inseguridad y los conflictos. 

     

  10. Educar también es disfrutar. Ríe, improvisa, juega. A veces, lo más educativo es simplemente compartir un helado y estar presentes.

 

Este verano no hace falta hacer mucho, sino estar de verdad: con presencia, calma y sentido. Porque cada pequeño gesto cotidiano es también una oportunidad para educar y crecer juntos.

 

Imagen de portada de Freepik

Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
Publicación:  10/07/2025 Última modificación:  11/07/2025
crianza · verano
Luis López Murria
Luis López Murria
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Autor del Manual, Educar en llamas Pedagogo en la Unidad Terapéutica Acompanya'm del Hospital Sant Joan de Déu Unidad Terapéutica Acompanya'm

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