¿Tu hijo o hija debe cambiar de escuela? Consejos para acompañarle en este proceso de cambio
Algunas familias se encuentran en la situación de tener que cambiar de escuela a sus hijos este próximo curso, ya sea por no estar satisfechos con la oferta educativa, por una mudanza, por razones socioeconómicas, por preferencias familiares u otras circunstancias. Pero… ¿qué ocurre cuando este cambio no es el esperado ni deseado por nuestros hijos?
Si bien la vuelta a la escuela es un momento emocionante, lleno de ilusión, de nuevas expectativas y metas; no es raro que los niños experimenten miedos y preocupaciones (“¿Con quién iré a clase?” “Estaré con mis amigos?” “¿Cómo serán los nuevos profesores?”). En el caso de los niños que cambian de escuela, la incertidumbre es mayor, y por eso es aún más importante acompañarles de la mejor manera posible.
Las investigaciones describen que las transiciones y cambios de escuela son momentos estresantes para los niños y las familias. Implica adaptarse a una serie de cambios, como el entorno físico, las rutinas, las relaciones, el estatus y la identidad social. El nuevo curso presenta una gran cantidad de oportunidades para alumnos, nuevos desafíos y retos académicos y sociales.
La participación de la familia es clave para ayudarles a afrontar estos retos. A continuación, compartimos unas recomendaciones para acompañarlos durante este proceso de cambio:
Promover la comunicación
Hablad con él o ella abiertamente sobre el cambio, resolviendo dudas e inquietudes, aunque sean pequeños. Mostrad que estáis disponibles, pasad tiempo juntos para que vayan apareciendo conversaciones en los ratos de juego, en las sobremesas familiares, antes de dormir, durante paseos…
Acompañar emocionalmente
Proporcionad espacios seguros para expresar sus sentimientos. Hay que ayudarle a comprender sus emociones y validarlas: expresad palabras a lo que siente, no le juzguéis, acompañadle a transitarlas: “Entiendo que sientas miedo de empezar en una nueva escuela y es normal, seguro que es difícil para ti, para nosotros también lo es…”. Plantead preguntas abiertas para ayudarle a identificar lo que siente y averiguar lo que más le preocupa. También podéis crear una lista de preocupaciones y buscar soluciones juntos.
Los más pequeños pueden tener problemas para articular pensamientos y sentimientos, plantead preguntas más guiadas que le ayuden a etiquetarlos: “Me pregunto si te preocupa no hacer amigos…”. Los cuentos son un recurso fantástico que podéis utilizar para hablar de las emociones que pueda sentir.
Prepararlo
La anticipación es una herramienta clave. Visitad la escuela, preparad el camino, si es posible, id a conocer a su nuevo profesor con antelación, de esta forma se familiarizará con el entorno.
Podéis hacer uso de calendarios o estrategias visuales como imágenes para explicarle el proceso, con el objetivo de aportar calma y seguridad. El juego es una herramienta fundamental en la infancia, utilizad el juego simbólico para simular el inicio del primer día en la nueva escuela con el objetivo de ayudarle a entender lo que sucederá y permitir conocer sus inquietudes.
Impulsar la adaptación social
Si podéis conocer a alguna familia antes de empezar la escuela, intentad quedar fuera del entorno escolar; conocer a algún compañero puede aportar seguridad a los niños durante los inicios. Una vez iniciado el curso, fomentad la participación en actividades extraescolares y grupos sociales para ayudarle a hacer nuevos amigos. Organizar encuentros fuera del horario escolar fortalecerá sus relaciones.
Este sentimiento de pertenencia y conexión social no sólo facilitará la adaptación, sino que también protegerá su salud mental.
Mantener una actitud positiva
Es necesario transmitir optimismo a los hijos durante los cambios. Los niños suelen adaptarse mejor a lo que se suele pensar y reflejan la actitud de sus padres. Mostrándoos confiados, le ayudaréis a estarlo también. Los niños necesitan impulso para crecer, aprender y atreverse. Sois su base segura, por eso debéis estar disponibles y permitirle intentar y probar nuevas cosas. Dadle tranquilidad y entusiasmo por la nueva etapa, señalad las oportunidades de la nueva escuela y aseguraos de que le acompañaréis en el proceso.
No hace falta exagerar con frases del tipo “Te encantará la nueva escuela”, pero podéis ayudarle a centrarse en los aspectos positivos del cambio.
Establecer rutinas
Estableced una rutina conjuntamente antes y después del inicio de la escuela para proporcionar una sensación de seguridad y previsibilidad.
Colaborar con la nueva escuela
La colaboración entre la familia y el personal escolar mejora la adaptación de los niños al nuevo entorno. Mantened un diálogo regular con los maestros para conocer el progreso del niño.
Las escuelas juegan un papel clave durante la adaptación. Pueden ayudaros a ser conscientes de los retos y las respuestas conductuales comunes, proporcionando información y estrategias prácticas. Este soporte fomenta prácticas de crianza positivas y contribuye a la salud mental y el bienestar de los niños. Trabajar conjuntamente les beneficiará durante el período de transición y más allá.
Darle su tiempo
Los niños necesitan tiempo para adaptarse a cada proceso. La adaptación puede ser complicada y es difícil prever cuánto tiempo necesitarán para sentirse cómodos, cada niño necesita un tiempo distinto. Cambiar de escuela no es sencillo, el proceso puede generar ansiedad y miedo, independientemente de su edad. De hecho, el período de adaptación puede durar un par de meses, hasta que el niño se sienta cómodo con su maestra y compañeros.
Fomentar su autonomía
Es fundamental darles autonomía en función de sus capacidades. Tienen que cooperar en las tareas del hogar, como preparar su mochila, la ropa para la escuela, poner y quitar la mesa o ducharse solos. Esta autonomía les ayuda a construir la autoestima y les ofrece libertad e independencia.
Estos consejos pueden hacer que el proceso de cambio sea más manejable para los niños, ayudándoles a adaptarse y prosperar en el nuevo entorno escolar. Normalmente, situaciones como el cambio de escuela se resuelven sin grandes dificultades; con un acompañamiento adecuado de la familia y la escuela, no deberían tener problemas significativos.
Recomendamos buscar ayuda profesional si la tristeza, el enfado, la apatía o el miedo persisten más de tres meses o si su intensidad dificulta el día a día. También si su estado de humor cambia constantemente, pierde su apetito o sueño, lo que se mantiene durante el primer trimestre. O si, pese al tiempo pasado en la nueva escuela, sigue pensando en la anterior, rechaza hacer amigos o las tareas escolares. Un pequeño apoyo de un profesional externo a la familia, que le ayude a afrontar la situación con recursos, puede hacer que el camino sea más sencillo.
Escrito por:
Maria Taló Reixach