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Niña mirandose al espejo

¿Qué es un absceso cutáneo y qué lo causa?

Niña mirandose al espejo

En nuestra superficie corporal viven permanentemente millones de bacterias, que no nos producen problemas gracias a la barrera protectora de la piel. Cuando nos hacemos una herida, algunos de estos gérmenes pueden invadir los tejidos que tenemos debajo de la piel, causando una infección. Las bacterias que usualmente más causan este tipo de infección son Staphylococcus aureus. 

 

Para combatir la infección, nuestro sistema inmunitario envía glóbulos blancos (las células de la defensa), que, junto con otras sustancias de desecho, se amontonan en la herida y forman pus. Cuando el pus formado no se puede absorber ni drenar, se acumula, dando lugar a la formación del absceso. Hay que tener en cuenta que, si en la herida quedan restos tales como granos de arena o fibras de ropa, a las bacterias les resulta más fácil desarrollarse. Por eso es muy importante una correcta higiene de la herida. Dado que los niños suelen ser menos cuidadosos con la higiene de cortes y heridas, son más propensos a presentar abscesos cutáneos.
 

¿Cómo se manifiesta un absceso cutáneo?

Los abscesos se manifiestan como un bulto (nódulo) inflamado bajo la piel, que es doloroso y caliente al tacto y que otorga a la piel un color rosado-rojizo. Inicialmente suele ser duro, pero a medida que pasan los días tienen tendencia a ablandarse. En casos graves, la infección puede acompañarse de fiebre, pero en la mayoría de ocasiones no ocurre.

 

Que pruebas son necesarias para diagnosticar un absceso?

Por lo general, no son necesarias más pruebas que una correcta entrevista y exploración física. En aquellos casos en que los abscesos sean muy grandes o tengan una evolución prolongada, es posible realizar una ecografía para ver su alcance. Por último, en caso de que haya fiebre acompañante o en circunstancias de gravedad, puede ser necesaria la realización de una analítica sanguínea.

 

¿Cómo se tratan los abscesos cutáneos?

La manera más efectiva de tratar un absceso cutáneo es que el pus que lo conforma drene en el exterior. Hay ocasiones en los que el drenaje tiene lugar espontáneamente. Para facilitar este proceso, se recomienda la aplicación de compresas tibias, que se pueden fabricar mojando una toalla en agua tibia (no caliente) y colocándola sobre el absceso durante unos diez-quince minutos, varias veces al día. Hay que evitar que los pacientes toquen, presionen o revienten el absceso por sí mismos, dado que esto podría propagar la infección a áreas más profundas del cuerpo. Asimismo, es necesario mantener la piel y las manos tanto de los pacientes como de los cuidadores limpias. 

 

En caso de que mediante este procedimiento no se consiga un correcto drenaje del absceso, puede ser necesaria la realización de un drenaje quirúrgico. Lejos de lo que podría parecer, se trata de un procedimiento sencillo, en el que después de aplicar anestesia local, se hace un pequeño corte en la piel que hay por encima del absceso, para facilitar la salida del pus de su interior. Normalmente se recoge una muestra de pus para su análisis. Generalmente, el corte se deja abierto para facilitar que el pus drene del todo. Así pues, durante los siguientes días, será necesario curar la herida para mantenerla limpia, y finalmente acabará cerrándose espontáneamente en la mayoría de casos. Si el absceso es grande o si el drenaje del pus es incompleto, puede ser necesaria la administración de antibióticos por vía oral durante unos días, para evitar que el absceso se reproduzca. En este caso, es necesario asegurarse de que el niño complete el tratamiento, incluso aunque empiece a encontrarse mejor antes de terminarlo.

Por último, hay que enfatizar que, en la mayoría de ocasiones, todos estos procedimientos se realizan sin la necesidad de un ingreso hospitalario.

 

¿Cuándo se debe consultar al médico?

  • Cuando el absceso no mejora pasados 2-3 días a pesar de las medidas previamente expuestas.
     
  • Cuando el absceso se vuelve progresivamente más doloroso, tumefacto o rojo.
     
  • Cuando aparecen fiebre o escalofríos.
     
  • Cuando el paciente presenta malestar o se encuentra progresivamente peor.

 

Prevención

En caso de que un miembro de la familia presente un absceso es necesario tratar de impedir su propagación a otros convivientes, evitando compartir ropa, toallas, material de baño etc.

 

Asimismo, cabe recordar que mantener una buena higiene personal es la mejor forma de evitar las infecciones. Especialmente, es necesario mantener todos los cortes y heridas limpias, secas y cubiertas con un vendaje para protegerlos.
 

Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
Publicación:  27/02/2024 Última modificación:  10/06/2024
pus · absceso
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Aleix Soler Garcia
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Pediatra Área de Pediatría

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