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Ganglios en niños. ¿Cuáles son los signos de alarma?

Médico explorando el cuello de una niña

Los ganglios linfáticos son pequeñas estructuras que forman parte del sistema linfático. Si bien hay muchas causas que producen un incremento del volumen de los ganglios, en algunas ocasiones puede ser un signo de alarma para patologías más graves. ¿Cuáles son los signos de alerta?

¿Qué son los ganglios?

Los ganglios linfáticos son pequeñas estructuras que forman parte del sistema linfático. Este sistema se encarga de recoger las sustancias que el cuerpo no necesita, como bacterias y virus y las lleva a otros órganos para que puedan ser eliminadas. Está formado por una red de vasos linfáticos, más pequeños que las arterias y venas, que en vez de sangre contienen un líquido llamado linfa. Los ganglios son las “estaciones de control” o filtros que están distribuidos a lo largo del recorrido de los vasos linfáticos.

Los ganglios contienen, entre otros componentes, los linfocitos, que son células que forman parte del sistema inmune, encargadas de la defensa de nuestro organismo contra las infecciones y otras enfermedades. Están distribuidos por casi la totalidad del cuerpo, aunque se agrupan más en zonas como el cuello, axilas o ingles.

En condiciones normales son fácilmente palpables en niños, sobre todo en el cuello. Son pequeños, habitualmente de menos de un centímetro de diámetro, de consistencia blanda y son móviles.

¿Es lo mismo un ganglio que una adenopatía?

A veces, cuando existe una infección o inflamación, los ganglios pueden incrementar de volumen o consistencia. Cuando el ganglio está inflamado y aumenta de tamaño, se conoce como adenopatía. Aunque la mayoría de las veces este aumento de tamaño es temporal y, una vez resuelta la infección, desaparece, en algunas ocasiones puede ser un signo de alarma para patologías más graves. 

Existen muchas enfermedades que producen adenopatías.

Las infecciones tanto víricas como bacterianas son la causa más frecuente en niños, sobre todo en menores de cinco años. Si bien en este caso las adenopatías son transitorias, dado que los niños sufren numerosos episodios de infecciones respiratorias superiores (resfriados, faringitis, amigdalitis, otitis, sinusitis) durante los primeros años, es frecuente observar adenopatías en la región lateral del cuello de forma continua, en ocasiones durante varios meses o años.

Las infecciones por hongos o por parásitos también pueden producir adenopatías, aunque estas infecciones son mucho menos frecuentes.

Otras posibles causas menos frecuentes son: enfermedades inmunológicas (enfermedad granulomatosa crónica, síndrome linfoproliferativo autoinmune..), endocrinológicas (hipotiroidismo, déficit de corticoides...), enfermedades reumatológicas (lupus eritematoso, artritis idiopática juvenil, síndrome de PFAPA), vasculitis (enfermedad de Kawasaki), tumorales (linfomas, leucemias, metástasis tumorales) o algunos fármacos.

La mayoría de las veces las adenopatías por sí solas no requieren tratamiento. Dado que la mayoría de episodios son por causa vírica, se recomendará tratamiento para mejorar los síntomas, como analgésicos o antitérmicos (paracetamol e ibuprofeno). En caso de sospecha de sobreinfección por bacterias es posible que se recomiende antibiótico y algunos casos requieren drenaje quirúrgico.

¿Cuáles son los signos de alarma?

Si bien la mayoría de las enfermedades que producen adenopatías son benignas y no suelen precisar exploraciones complementarias, debe tenerse en cuenta una serie de características que deben alertarnos sobre la posibilidad de que se trate de la manifestación de alguna enfermedad grave.

Las más importantes son: 

  • Consistencia de la adenopatía muy dura, como la de una piedra, con úlcera o que parezca adherida a la piel
  • Que no sean móviles.
  • Un tamaño grande, mayor de 2.5 cm en ausencia de infección o mayor de 1 cm en recién nacidos; o si presenta un crecimiento rápido en dos semanas o no disminuye su tamaño en 4-6 semanas.
  • Si aparecen de forma generalizada, por todo el cuerpo, sobre todo si se palpan por encima de la clavícula o detrás de la rodilla.
  • Si se acompaña de pérdida de peso, afectación del estado general, fiebre prolongada, dolores generalizados, sudoración nocturna, dificultad respiratoria, dificultad para comer o palidez.
  • Si se acompaña de crecimiento del hígado o del bazo, que pueden producir distensión del abdomen del niño.
  • Si aparecen después de un mordisco o picadura de animal o insecto.

Ante cualquier duda o aparición de signo de alarma, se recomienda visitar al pediatra para que pueda realizar una valoración y orientación diagnóstica y prescribir el tratamiento más adecuado.

Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye a la labor de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.

Imagen de portada de AdobeStock

Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
Publicación:  13/03/2025 Última modificación:  13/03/2025
ganglios
Imagen Profesional Hospital Sant Joan de Déu
Raquel García Romero
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Pediatra Servicio de Pediatría
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