Todo lo que necesitas saber sobre las alergias respiratorias
Las enfermedades alérgicas son un problema de salud muy frecuente, especialmente las alergias respiratorias y alimentarias. Se estima que afectan a un 25-30% de la población europea y, con frecuencia, se inician durante la infancia. Generalmente, se observa una predisposición familiar a estas enfermedades.
¿Qué es la alergia?
Las enfermedades alérgicas se deben a una respuesta anormal del sistema inmunitario de defensa contra sustancias que se encuentran en el aire (ambientales), en los alimentos o en determinados materiales y que son inocuas para la mayoría de personas. Estas sustancias que desencadenan la respuesta alérgica se denominan alérgenos.
Los alérgenos ambientales más relevantes varían de unas regiones geográficas a otras. En España y Cataluña, los más destacados son los ácaros del polvo doméstico, pólenes y hongos. Algunos de estos alérgenos están en el ambiente durante todo el año (como ácaros) y otros, sólo en determinadas épocas, como los pólenes, propios de la primavera. Entre los pólenes, destacan gramíneas, platanero, olivo, parietaria y ciprés. Los epitelios de animales (perro, gato) pueden ser relevantes en niños que se exponen a ellos.
Síntomas de la alergia
Los alérgenos ambientales desencadenan en las personas alérgicas a ellos inflamación en las vías respiratorias, que es la responsable de los síntomas. Esta inflamación puede afectar a una o más de las siguientes partes del cuerpo, dando lugar a las diferentes manifestaciones de la alergia respiratoria:
- Nariz (rinitis alérgica), produciendo congestión, estornudos, picor que obliga a tocarse o frotarse la nariz, moco claro o “tipo agua”. Esto puede acompañarse de picor de garganta y/o oídos.
- Ojos (conjuntivitis alérgica), produciendo picor, enrojecimiento, lagrimeo, pudiendo producir hinchazón de los párpados.
- Bronquios (asma alérgica), produciendo síntomas de ahogo, dificultad para respirar, “pitos” u opresión en el pecho.
La intensidad, frecuencia y duración de los síntomas de alergia respiratoria es muy variable de unas personas o otras, desde casos muy leves a casos graves. Cuando los síntomas son intensos, la calidad de vida se ve afectada, al interferir el rendimiento escolar y las actividades de ocio, como jugar o hacer deporte.
Por este motivo, es importante reconocer los síntomas para poder iniciar un estudio que lleve al diagnóstico causal, es decir, a conocer el alérgeno ambiental que desencadena los síntomas. Con ello, se podrá aplicar el tratamiento adecuado. En este proceso deben participar el pediatra de atención primaria y el pediatra alergólogo.
Diagnóstico de la alergia
Ante un niño con síntomas sugestivos de alergia respiratoria, se recomienda realizar unas pruebas alergológicas en la piel (llamadas “prick test”) o en sangre. Estas pruebas miden si el niño produce inmunoglobulina E (IgE, el anticuerpo responsable de la reacción alérgica) frente a una serie de alérgenos ambientales. Las pruebas, siempre en combinación con la información que aporta la familia, tienen como objetivo conocer qué alérgeno ambiental produce los síntomas.
Es importante destacar que un resultado positivo en las pruebas no indica necesariamente que el niño tenga síntomas debido a ese alérgeno. Por tanto, es fundamental el pediatra alergólogo, que realiza una interpretación individualizada de los resultados. Para ello, es muy importante saber cuándo tiene síntomas cada niño, es decir, si tiene síntomas durante todo el año o si sólo (o especialmente) en una determinada época. Puesto que cada alérgeno tiene un patrón estacional algo diferenciado de los demás, este dato ayudará a saber cuál es el alérgeno ambiental causante del problema.
Tratamiento de la alergia
Los objetivos del tratamiento de la alergia respiratoria son los siguientes: minimizar los síntomas y su impacto en la calidad de vida, mantener una función respiratoria normal y evitar la progresión de la enfermedad a formas más graves. Los tratamientos disponibles son eficaces y se basan en tres componentes complementarios, que se detallan a continuación. El tratamiento, que debe recomendar el médico, siempre debe ser proporcionado en relación a la intensidad, frecuencia y duración de los síntomas de cada caso.
Evitación del alérgeno causal
Se basa en el principio de que cuanto menos se exponga el niño al alérgeno, menos intensa será la respuesta inflamatoria que genere su sistema inmunitario. Las recomendaciones para la evitación del alérgeno depende de cuál se trate. Así, para los ácaros implica una serie de medidas de limpieza dentro de casa. Para los pólenes, implica conocer las épocas de alta concentración del polen implicado con el fin de, en dicha época, reducir en lo posible el tiempo al aire libre, así como la apertura de ventanas de casa (que preferiblemente se debe realizar por la tarde-noche) o del coche.
Igualmente, se deben evitar al máximo sustancias ambientales irritantes como el tabaco o la polución. No se debe fumar en la casa o el coche de niños con alergia respiratoria, ni siquiera cuando no estén presentes. La polución ambiental, además de modificar la composición de algunos pólenes y contribuir a que sean más agresivos o alergénicos, puede lesionar la vía aérea y acentuar el daño provocado por la inflamación alérgica.
Medicamentos
Globalmente, los medicamentos tienen como objetivo frenar la inflamación alérgica y calmar los síntomas. Para la rinitis o la conjuntivitis, se recomiendan antihistamínicos no sedantes (que no dan sueño) por boca (en jarabe o pastillas) o bien como sprays para la nariz o gotas para los ojos. En caso de rinitis intensa, se recomiendan corticoides nasales como mometasona o fluticasona.
Estos tratamientos son muy seguros y pueden mantenerse durante semanas o meses si el niño tiene síntomas prolongados. En el caso de síntomas de asma, se recomiendan broncodilatadores inhalados (salbutamol) para aliviar los síntomas y, en caso necesario, corticoides inhalados como tratamiento anti-inflamatorio de mantenimiento. No es necesario conocer cuál es el alérgeno causal para poder empezar tratamiento sintomático con medicamentos. Éstos hacen efecto únicamente mientras se toman y no modifican el curso de la enfermedad.
Inmunoterapia específica con alérgenos
La inmunoterapia con alérgenos (vacunas para la alergia) es una opción terapéutica adecuada en la infancia para intervenir durante las fases tempranas de las enfermedades alérgicas respiratorias (rinoconjuntivitis y asma), ya que tienen como objetivo cambiar el tipo de respuesta inmunitaria al alérgeno y con ello, disminuir los síntomas y la necesidad de medicamentos durante y después del tratamiento con inmunoterapia. Está demostrado que el empleo de vacunas en niños con rinitis por alergia en edades entre 3 y 5 años puede prevenir el asma hasta dos años después.
Se administran por vía subcutánea (como “inyección”), vía sublingual (gotas o comprimidos). La duración del tratamiento será entre 3 y 5 años.
Escrito por:
Olga Domínguez