Vómitos: qué causa que un niño vomite y cómo actuar
Los vómitos consisten en la expulsión por la boca del contenido del aparato digestivo (alimentos, jugo gástrico, bilis). Pueden tener causas diversas, mayoritariamente infecciosas, siendo la gastroenteritis aguda la más frecuente.
Escrito por:
Maria Melé Casas
Introducción
La gastroenteritis aguda cursa con diarrea, (deposiciones más blandas de lo habitual, incluso líquidas, y más numerosas, y pueden contener moco y sangre roja), y además puede acompañarse de vómitos, dolor de barriga tipo retortijón y fiebre.
La causa más frecuente en nuestro medio son los virus, especialmente el Rotavirus.
Las gastroenteritis no suelen durar mucho (hasta siete días). No obstante, si un niño (sobre todo un lactante) no puede ingerir suficiente líquido y además tiene diarreas, se podría deshidratar.
La gravedad de la gastroenteritis depende de la cantidad de líquido que se pierda con la diarrea y los vómitos, y de la capacidad de recuperarlo bebiendo. Si el líquido que toma el niño no es suficiente para reponer el agua y las sales minerales que se pierden en las heces y/o en los vómitos, se produce una deshidratación. A menor edad del niño, más fácil es que se deshidrate.
La rehidratación oral es el pilar fundamental del tratamiento junto con una alimentación precoz no restrictiva. Los medicamentos de venta sin receta médica para tratar las náuseas, los vómitos y la diarrea no son recomendables para los lactantes ni para los niños. La mayoría de las gastroenteritis se curan sin necesidad de ningún medicamento. Si el niño tiene fiebre se le pueden administrar antitérmicos.
Los vómitos debidos a una gastroenteritis se pueden contagiar a otras personas, de modo que tu hijo debería quedarse en casa y no ir a la guardería o al colegio hasta que lleve un mínimo de 24 horas sin vomitar. Deben extremarse durante esos días las medidas de higiene, en especial el lavado de manos frecuente por parte del niño y de los cuidadores.
La rehidratación oral
La rehidratación oral es algo que pueden hacer los padres en su propio domicilio para prevenir la deshidratación o para tratar los casos leves de deshidratación. Esta se debe hacer siguiendo las indicaciones del pediatra, que variarán según la edad del niño.
Cada vez que el niño defeca o vomita pierde líquido que hay que reponer bebiendo. Lo más importante es evitar la deshidratación, aportando líquidos y sales minerales, preferiblemente con sueros de rehidratación oral comercializados, de venta en farmacias. Los niños también pueden beber agua y leche. No es recomendable la administración de bebidas carbonatadas (con burbujas) o zumos de fruta. También se deben rechazar otras preparaciones que se utilizaban clásicamente, como infusiones tipo manzanillas, tés, etc.; y también, las más actuales y de moda como son las bebidas isotónicas para deportistas, que están preparadas para otros fines, y podrían empeorar las diarreas.
Se debe ofrecer el suero oral con frecuencia. Si el niño vomita es aconsejable esperar 20-30 minutos para volver a dárselo. Se tolera mejor si se toman pequeñas cantidades cada 5-10 minutos, e ir ampliando progresivamente la cantidad y/o reduciendo el tiempo entre tomas.
Cuando el niño deje de vomitar es aconsejable que empiece a comer de manera precoz. En cuanto a la alimentación, se debe administrar una dieta apropiada a la edad del niño, evitando bebidas y alimentos con alto contenido en azúcares (zumos envasados, refrescos y pastelería) y en grasas. No son recomendables ni las dietas restrictivas, ni las astringentes que se empleaban hasta hace poco. Es mejor ofrecerle variedad y que coma lo que le apetezca. Los alimentos que se suelen tolerar mejor son: cereales (arroz, trigo), patata, pan, carne magra, verdura, pescado, yogur y fruta.
Si el niño no quiere comer, no hay que forzarle, lo más importante es que beba suero de rehidratación oral. Los bebés alimentados con lactancia materna deben continuar tomando pecho y los que tomen biberón pueden seguir usando su fórmula habitual, ofreciendo entre las tomas suero de rehidratación. Los biberones de leche hay que prepararlos con el número de cacitos habitual, sin diluirlos más.
Cuándo llamar al pediatra
En general las gastroenteritis agudas curan sin complicaciones en pocos días, aunque las deposiciones pueden tardar algo más en normalizarse.
El mayor riesgo de los vómitos provocados por una gastroenteritis es la deshidratación. Llama al pediatra si tu hijo rechaza los líquidos o si continúan los vómitos después de adoptar los anteriores métodos de rehidratación. Llámalo también si observas cualquiera de los siguientes signos de deshidratación:
- Deshidratación de leve a moderada: boca seca, llantos con pocas o ninguna lágrima, comportamiento inquieto, pocos pañales mojados u orinar menos de lo normal, fontanelas más hundidas de lo habitual.
- Deshidratación grave: boca muy seca y pastosa, piel seca, arrugada o pálida, inactividad o disminución del nivel de alerta, debilidad, flacidez o pérdida de fuerzas, ojos hundidos, fontanelas hundidas, desorientación o somnolencia excesivas, pulso rápido o debilitado, respiración profunda y rápida, más de seis a ocho horas sin orinar en un lactante o más de ocho a diez horas sin orinar en un niño.
Además de saber identificar los signos de deshidratación, los siguientes síntomas son signos de alarma, ya que podrían indicar una afección médica más grave que la gastroenteritis, y en estos casos se debería consultar a urgencias:
- Vómitos (no solo regurgitaciones) en un lactante de menos de dos meses.
- Vómitos fuertes y explosivos en un lactante, sobre todo si tiene menos de tres meses.
- Persistencia de vómitos en un lactante después de haberle administrado una solución electrolítica oral durante cerca de 24 horas.
- Vómitos que empiezan de nuevo en cuanto se intenta reanudar una dieta normal.
- Vómitos que se inician después de un traumatismo craneoencefálico.
- Vómitos de color verde intenso o verde amarillento, o de una tonalidad similar al café molido (sangre).
- Abdomen duro, hinchado y dolorido entre los episodios de vómito.
- Vómitos acompañados de dolor abdominal intenso.
- Vómitos acompañados de dolor de cabeza y/o rigidez de cuello.
- Aletargamiento y somnolencia.
- Escroto hinchado, enrojecido o doloroso.
Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
Publicación:
08/08/2023
Última modificación:
14/10/2024