¿Qué podemos hacer nosotros para frenar el cambio climático y reducir las amenazas en la salud infantil?
Las últimas décadas han supuesto, a nivel global, una verdadera revolución para la salud infantil, reduciendo hasta un 70% las muertes anuales infantiles desde la década de los 60. Sin embargo, estas reducciones han sido relativamente modestas en los países con ingresos bajos y medios, que representan el 99% de todas las muertes infantiles anuales, mostrando las inequidades que afectan en la salud global.
El mismo concepto de salud también ha ido sufriendo modificaciones, se ha ido ampliando y actualizando, estableciendo la importancia de la prevención y anticipación a los posibles riesgos que antes pasaban desapercibidos.
La epidemia derivada del virus SARS-CoV-2 ha dejado patente que la salud humana, y especialmente la infantil, no puede desligarse de la salud del planeta. Mostrando los efectos de la actividad humana en la transformación y modificación del planeta, hasta el punto de que sus efectos han puesto de manifiesto la emergencia climática a la que nos enfrentamos.
¿Cómo afectará el cambio climático?
Estemos donde estemos, nuestra forma de vida individual afectará al cambio climático y a todos los habitantes del planeta. El lugar donde vivimos y el nivel socioeconómico, determinarán las repercusiones que vayamos a experimentar. Donde cada acción individual y colectiva tiene una repercusión general.
Los efectos del cambio climático no se distribuirán geográficamente de manera equitativa, sino que contribuirán a aumentar las desigualdades en recursos y riqueza. España es considerado uno de los países europeos más vulnerables al cambio climático y donde ya se empiezan a notar los efectos: olas de calor y de frío, falta de agua, mayor contaminación del aire…
Las consecuencias sanitarias del cambio climático que ponen en riesgo la salud infantil:
A causa de las sequías e inundaciones se ven afectados los cultivos y existe una falta de alimentos. Esta falta de alimentos genera un aumento de la desnutrición infantil.
Por la contaminación del agua y los alimentos, disminuye el acceso al agua potable y existen mayores probabilidades de que aparezcan enfermedades infecciosas.
Debido al aumento de olas de calor extremo, las familias con bajos ingresos tienen menos recursos para hacerles frente y puede producir deshidratación y dificultar el acceso al agua potable.
Los grandes desplazamientos de población, también afecta a la salud, el desarrollo económico y la estabilidad política, ponen en riesgo a las familias con bajos recursos.
Las condiciones ambientales y sociales de los países de renta baja hacen que los niños estén expuestos a los agentes infecciosos, por estar más tiempo al aire libre y con mayores probabilidades de contraer enfermedades por consumir productos no saneados.
¿Cómo afecta a la mortalidad infantil?
Según la OMS, en 2019 murieron más de 7 millones de niños y el 70% de estas muertes se produjeron antes de los 5 años de vida. Las principales causas de muerte son:
Muertes neonatales: por falta de inmunización (vacunas), desnutrición, acceso al agua potable y alimentos o por falta de recursos.
Infecciones respiratorias agudas: los cambios bruscos de temperatura aumentan los casos de neumonía y amplifican los efectos de los alérgenos y la contaminación atmosférica.
Diarrea.
Malaria.
Desnutrición.
¿Qué podemos hacer nosotros para frenar el cambio climático?
Para frenar la crisis climática se deben tomar decisiones a nivel político, pero nosotros también podemos contribuir de forma directa con nuestras acciones diarias a disminuir nuestra huella de carbono:
Adaptar, en la medida de lo posible, nuestras viviendas para que sean más eficientes energéticamente.
Disminuir el uso de combustibles fósiles (tanto para generar electricidad como para el transporte diario). Desplazarse en bicicleta, andando o en transporte público y limitar nuestros desplazamientos en avión son medidas que podemos asumir a nivel individual.
Modificar nuestros hábitos alimentarios. Disminuir las raciones de carne a las recomendadas y priorizar la compra de carne procedente de granjas sostenibles. O comprar productos de proximidad reduce el consumo en transportes y refrigeración.
Educar a los niños y niñas en ecología, biodiversidad y sostenibilidad. Han de ser cada vez más partícipes de las políticas climáticas y de la toma de decisiones, tanto a nivel individual o doméstico, como en la política a gran escala.
Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
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