Aprender a meditar
Los cuidadores nos deben olvidar la importancia de cuidar también de su salud física y mental. Existen beneficios sorprendentes de cultivar nuestra atención momento a momento, también cuando transitamos periodos de intensa incertidumbre.
Precisamente en estas situaciones, nuestra mente, en un intento de resolver la situación, viaja compulsivamente al pasado, tratando de cambiar lo que ya es, o genera escenarios futuros, buscando una solución, sin descanso. Tomar consciencia de este comportamiento nos ayuda a detener estos pensamientos inútiles y, desde el silencio, poder dotar de sentido a los que nos sucede.
La meditación nos enseña que no somos la voz que escuchamos constantemente en nuestra mente, sino la consciencia que se da cuenta de ello. Así pues, cuando escogemos meditar, nos permitimos salir del ruido que provoca nuestra mente para volver al momento presente.
Es en ese espacio que se abre durante la meditación, cuando nos atrevemos a habitar el aquí y el ahora, es donde surge la oportunidad para construir significado de lo que nos sucede en la vida, incluso ante el sinsentido de una enfermedad.
Más aún, meditar nos acerca a encontrar respuestas a los grandes interrogantes de la existencia humana, como quién soy, qué hago aquí, por qué a mí. Estas y otras respuestas solo se encuentran en el interior de cada uno, en la profundidad del silencio interior que nos habita y al que podemos llegar con la práctica de la meditación.
La gran popularidad de las técnicas de meditación en las últimas décadas, especialmente con el apogeo del mindfulness o atención plena, se ha visto reforzada por una creciente evidencia científica que demuestra sus múltiples beneficios para la salud, como la reducción del estrés y la ansiedad, la mejora de la atención y la memoria, e incluso, la reducción de los síntomas de depresión.
También se ha demostrado que promueve la autorregulación del sistema nervioso y el desarrollo de la empatía e incluso se ha demostrado su capacidad para reducir la presión arterial, la frecuencia cardíaca y la actividad cerebral.
Los sonidos del silencio
Para obtener estos beneficios se recomienda meditar regularmente durante al menos, 10 minutos al día. Contrariamente a lo que pueda parecer, dedicar este espacio de tiempo a sentarnos con nosotros mismos puede llegar a ser mucho más productivo de lo que imaginamos.
Meditar es vital para poner los contadores a cero. Nos permite salir del ciclo de contracción para volver a vivir desde la expansión y la presencia. Vivir en presencia quiere decir estar presente en esencia. Se trata de habitarnos, de volver a vivir la vida desde la experiencia sentida, no desde el hacer compulsivo.
La vida pide ser vivida, no resuelta. Incluso en los momentos más dolorosos, la experiencia nos enseña, una y otra vez, que el único camino es “a través”. Así pues, cuando nos permitimos salir del ‘hacer’ para cultivar el "ser", entramos en un estado conexión con lo más íntimo de cada uno, que, a su vez, es la puerta a la dimensión espiritual.
Desde esta mirada, nació la idea de crear el podcast Sonidos del Silencio por parte del equipo de Atención Espiritual y Religiosa del Hospital Sant Joan de Déu con la intención de facilitar las meditaciones como un recurso para aquellos momentos en que la soledad o el desasosiego nos embargan.
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