El impacto de las dietas de moda en la salud
Las dietas de moda son aquellas que causan un impacto en la sociedad y ganan popularidad muy rápidamente gracias a los resultados que prometen conseguir en poco tiempo.
Se presentan como una fórmula milagrosa para eliminar toxinas del organismo, perder peso o reducir la inflamación entre otros muchos beneficios. Hay que tener en cuenta que a menudo son dietas que restringen ciertos grupos de alimentos, que se ponen en práctica sin la supervisión de profesionales cualificados y que carecen de estudios clínicos que demuestren científicamente sus resultados.
En este artículo, queremos explicar tres tipos de dietas que están muy de moda actualmente, en qué se basan y qué impacto tienen en la salud.
Dieta cetogénica
La dieta keto es una de las dietas de moda más conocida y popularizada porque promete una pérdida de peso de forma rápida comiendo alimentos ricos en grasas que de por sí ya apetecen.
Consiste en una dieta que limita el consumo de hidratos de carbono como fuente de energía, restringiendo así alimentos como cereales, legumbres, tubérculos, la mayoría de frutas y algunas verduras. Por otro lado, permite la ingesta de una elevada cantidad de grasas que pasan a ser el principal combustible del cuerpo, como el aceite (de oliva, girasol, coco...), la mantequilla, el aguacate, los frutos secos, la carne, el pescado y el marisco, los huevos y algunos lácteos.

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Aunque la gente la relaciona con una dieta efectiva de control de peso, de los niveles de azúcar en sangre o de la saciedad, estos efectos no están apoyados por la comunidad científica. La única evidencia que existe actualmente para prescribir el seguimiento de una dieta cetogénica es su efectividad en el tratamiento de algunas enfermedades como el déficit de Glut-1 y la epilepsia infantil refractaria. Por el resto de situaciones como sobrepeso, obesidad, cáncer, esclerosis múltiple, migraña, etc., en población infantil, no existen recomendaciones, guías clínicas, metanálisis o revisiones sistemáticas que hayan demostrado una eficacia probada.
Sin embargo, los efectos negativos que se pueden derivar son amplios. Algunos de estos efectos a corto plazo son la aparición de mal aliento, boca seca o malestar general a consecuencia del proceso que se da al descomponer las grasas en cetonas, moléculas que se convertirán en la principal fuente de energía. Por otra parte, la restricción de alimentos considerados esenciales en una dieta saludable (fruta, cereales integrales, legumbres...) y la promoción y consumo elevado de fuentes de grasas de origen animal, pueden ser causa de riesgo de enfermedades cardiovasculares en largo plazo.
Dieta paleolítica
Junto a la dieta keto, la dieta paleo es otra de las dietas de moda que ha ganado popularidad. Como su nombre indica se basa en el modelo de alimentación que seguían nuestros ancestros cazadores y recolectores en la era paleolítica según los alimentos que tenían al alcance.
Consiste en una ingesta principalmente de carne, pescado y huevos, y una menor cantidad de fruta, verdura, frutos secos y semillas. Se excluyen lácteos, cereales y legumbres (comunes en los inicios de la agricultura a pequeña escala) así como los alimentos procesados.
Se trata de una dieta que ha ido ganando adeptos por difundir efectos beneficiosos en el control de peso, la presión arterial y el nivel de colesterol en sangre, y por tanto, la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares, pero con una falta de estudios clínicos que demuestren sus resultados. Lo que sí es cierto, sin embargo, es que la alimentación “natural que prescribe” y por tanto la restricción en la ingesta de alimentos altamente procesados que contienen una gran cantidad de azúcar, grasa o sal, es siempre una buena recomendación y por tanto lo único de la dieta paleo que tendría efectos positivos sobre la salud.

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Por otra parte, los efectos nocivos que se pueden derivar son numerosos. La principal inquietud es la carencia de cereales integrales y legumbres destacadas por su alto contenido en fibra. Eliminarlos de la dieta favorece la aparición de estreñimiento y otras alteraciones gastrointestinales. Por otra parte, excluir a los lácteos puede repercutir en una dieta con déficit de calcio y vitamina D, indispensables en la etapa de crecimiento y también en el envejecimiento. Las raciones diarias superiores de proteína, sobre todo de carne roja, pueden llegar a ser preocupantes a nivel de salud pero también de impacto medioambiental.
Como en el caso de la dieta cetogénica, estas pautas de alimentación van totalmente contra las actuales recomendaciones de salud pública de incrementar el consumo de legumbres, cereales integrales, verduras, frutas, frutos secos. Para más información consulta la guía de pequeños cambios para comer mejor, del Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya.
Ayuno intermitente
El ayuno intermitente es actualmente la dieta o el patrón de alimentación más de moda en los últimos años. A diferencia de la dieta keto y paleo, es un tipo de dieta que en vez de restringir alimentos, se basa en la restricción de los momentos del día en que se come.
Como bien dice su nombre, consiste en ayunar durante ciertas horas al día o entre días favoreciendo unos intervalos de tiempo más amplios entre comidas. No existe un modelo estándar ni una pauta bien documentada a seguir, por eso cada uno realiza el ayuno según se adapta mejor a sus necesidades individuales.
El ayuno intermitente tiene distintas modalidades, la más conocida es el ayuno diario, que dura menos de 24 horas. Este tipo de ayuno divide los días en dos franjas diferenciadas, una en la que se realiza el ayuno y otra en la que se realizan las comidas. El más laxo sería la 12/12, en la que se haría ayuno durante 12 horas seguidas y se permitiría comer las 12 restantes. A partir de aquí, se puede aumentar a modelos más estrictos 14/10 (14 horas de ayuno y 10 en las que se puede comer), 16/8, 18/6 o hasta 20/4, donde sólo se podría comer durante 4 horas al día.

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Por otra parte, existe el ayuno semanal, que dura 24 horas o más. Éste consiste en ayunar de forma completa un día a la semana (6:1), o bien dos días separados a la semana (método 5:2). Por tanto se basa únicamente en comer o no comer a determinadas horas o días, pero no establece ninguna recomendación respecto al tipo de alimentación a seguir durante los momentos que se permite comer.
Lo que está claro es que un modelo de alimentación que fomenta no comer cuando la persona tiene hambre, y que puede afectar a la ingesta total de alimentos necesaria a lo largo del día, es totalmente desaconsejado en personas con déficits nutricionales, obesidad, diabetes, trastornos de la conducta alimentaria o que se encuentran en proceso de terapia oncológica, también en mujeres embarazadas o lactantes, y en niños.
Para más información podéis visualizar este vídeo del Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya.
La dieta mediterránea, el mejor patrón alimentario
Las dietas milagrosas no existen. La dieta cetogénica, paleolítica, y el ayuno intermitente comparten un patrón de alimentación restrictivo, que si bien pueden tener ciertos efectos en situaciones de salud muy concretas, pueden ser perjudiciales para la salud de las personas, y sobre todo para niños y jóvenes, comprometiendo su correcto crecimiento y desarrollo. Por tanto, no se recomienda su seguimiento si no han sido prescritas por un profesional sanitario.
Actualmente, la evidencia nos dice que el mejor patrón alimentario es lo que se conoce como patrón de dieta mediterránea basada principalmente en alimentos de origen vegetal (legumbres, cereales, tubérculos, frutas, verduras, frutos secos, semillas, setas y aceite de oliva virgen extra), cantidades moderadas de alimentos de origen animal (lácticos, huevos, pescado y carne) y libre de alimentos altamente procesados ricos en sal, azúcar y grasas no saludables.
Además de priorizar siempre que se pueda los alimentos de proximidad y temporada, cocinar los alimentos en casa, comer en familia y preservar la cultura culinaria de cada territorio.
Fuentes de referencia:
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Escrito por:
Fundació Alicia