Una de las preocupaciones de todos los padres es saber si su hijo/a está creciendo bien. Pero es obvio que cada niño/a tiene su ritmo de crecimiento y su propia constitución (alto, bajo, corpulento, delgado…), que, a su vez, está influida por muchos factores (etnia, genética familiar, enfermedades, nutrición, fase de la pubertad, etc.).
Para saber si el desarrollo es correcto, los médicos utilizan unas gráficas (una para el peso y otra para la talla o altura) para apuntar los datos del niño/a. En el eje horizontal se busca la edad y en el vertical, la talla o el peso.
Hay gráficas diferentes para niños y para niñas y varían según la población estudiada (no se utilizan las mismas gráficas en España que por ejemplo en China). En el lugar donde se cruzan ambos valores se dibuja un punto. Estas gráficas tienen una serie de líneas que se llaman percentiles y éstos permiten saber cómo está el niño/a en comparación con los/las de su misma edad y género. Cuanto más alto sea el número del percentil, más grande será en comparación con otros de su misma edad y sexo, sea en altura o peso. Si por ejemplo, un niño de doce años tiene una talla que lo sitúa en percentil 90, quiere decir que el 90 % de los niños de doce años miden menos que él (y el 10 % miden más).
Sin embargo, hay que saber valorar estas curvas. El situarse en un percentil alto no significa necesariamente que un niño sea más sano o tenga un sobrepeso, ni ocupar un percentil bajo que tenga problemas de crecimiento.
Si por ejemplo, un niño tiene una talla y peso en percentil 10, el 90 % de los niños serán más altos y pesarán más que él. Es decir, será más bajo que el promedio. Pero si su ganancia de altura y peso es normal, no hay signos de enfermedad o su familia es también más pequeña que el promedio, puede ser absolutamente normal. De hecho, por definición, se considera que un niño tiene una talla baja cuando se sitúa en un percentil de altura menor a percentil 3. Si presentan una altura entre el percentil 3 y el 97, se considera que tiene una talla dentro de la normalidad.
Las gráficas de crecimiento sí pueden sugerir que hay un problema en dos situaciones:
En primer lugar, cuando el patrón de crecimiento del niño cambia respecto al que había estado realizando previamente; lo habitual es que los niños crezcan siempre por un mismo percentil. Esto en muchas ocasiones no es exactamente así, es decir, no siguen exactamente las líneas de los percentiles pero sí se mantienen alrededor de uno de ellos. Pero, si por ejemplo, una niña de seis años que siempre ha crecido por percentil 50, se sitúa de repente en percentil 25, puede indicar un problema y habrá que hacerle un seguimiento más estrecho para poderlo evaluar. Sin embargo, cambiar de percentil no siempre es alarmante. Hay ciertas fases del desarrollo donde el cambio de ritmo de crecimiento y de percentil es absolutamente normal (como en la lactancia o la pubertad).
En segundo lugar, si el ritmo de aumento de altura es muy diferente al de peso, también podría indicar alguna dificultad en su desarrollo. Por ejemplo, si un niño siempre crece por percentil 10 pero su peso va por percentil 90, tendrá un problema de sobrepeso que habrá que estudiar e intervenir de forma adecuada. Si en cambio, ocupa el percentil 90 de peso y altura, se tratará de un niño sano que simplemente será más grande que el promedio.
Así pues, no es tan importante dónde se sitúa el “punto que representa a mi hijo” sino si el resto de los puntos se situaban más o menos en la misma línea, es decir, si mantiene su ritmo de crecimiento habitual, y si su talla está proporcionada para su peso.
Hay muchos factores que intervienen en el correcto crecimiento de un niño. Entre éstos destacan la talla de los padres, el peso y la longitud al nacimiento, el estado nutricional, si presenta enfermedades o toma ciertos medicamentos o cuándo inicia la pubertad. Por ello es importante hacer un adecuado seguimiento y valorar su desarrollo teniendo en cuenta todos estos factores para así poder detectar problemas si los hubiera y tratarlos cuando sea necesario.
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