¿Qué debemos hacer cuando nuestros hijos creen que están gordos?
La primera vez que nuestro hijo o hija se queja de que está gordo, es posible que nos sorprenda, pero lo cierto es que se trata de una situación cada vez más habitual para muchos padres y madres, que ven como sus hijos se preocupan por el volumen de su cuerpo.
"Según la Asociación Nacional de Trastornos de la Alimentación, el 81% de los niños de diez años tienen miedo a engordar", dice Nicole Siegfried, psicóloga clínica, especialista certificada en trastornos alimenticios y directora clínica de Lightfully Behavioral Health, California.
La sociedad como referente
El doctor James Greenblatt, psiquiatra funcional, dice que esta situación responde a una cuestión cultural. "En nuestra sociedad las preferencias estéticas predominantes consideran estar delgado como uno de los atributos físicos más preciados e idealizados".
El miedo a estar gordo supera el miedo a otras preocupaciones médicas. Greenblatt apunta en un estudio del 2014 donde encuestó a más de 7.000 adolescentes sobre sus creencias y actitudes hacia la salud y el bienestar, que el 63% de las niñas declararon tener miedo a engordarse, mientras que solo el 26% de las niñas declararon tener miedo a desarrollar un cáncer de mama.
El peligro de las redes sociales
El problema de la imagen corporal entre los menores ha sido habitual durante muchos años, pero sin duda éste se ha incrementado en la era de las redes sociales. "Estas se han convertido en el campo de batalla de la guerra moderna contra el cuerpo", dice Siegfried. "Las imágenes no realistas, filtradas o artificiales están constantemente llenando las redes. Hashtags como "lo que como en un día" promueven una alimentación restrictiva y, en ocasiones, peligrosos modos de pérdida de peso". "Como el 95% de los adolescentes tienen un teléfono inteligente y el 45% de los adolescentes están en línea de forma casi constante, una situación que la pandemia de coronavirus ha agravado, se inundan de mensajes sobre pérdida de peso y propaganda anti -grasas. Por estos motivos nuestros jóvenes están programados para pensar que "grasa" es un concepto malo, y que si están "gordos" deben solucionarlo".
También es impactante ver cómo algunos niños comienzan muy temprano a observar su peso. "La imagen corporal negativa se desarrolla de forma temprana", señala Siegfried, y entre el 40% y el 50% de los niños de 6 y 7 años, ya dicen que quieren cambiar su cuerpo.
Cómo debemos responder ante nuestros hijos
Si nuestro hijo o hija expresa el miedo a ser gordo o se siente incómodo con su cuerpo es probable que respondamos diciendo algo como "no estás gordo/a, ¡eres guapo/a! O "No seas tonto/a, eres delgado/a y bonito/a!" Pero esta reacción no siempre es la mejor manera de gestionar la situación, dice Siegfried. "Desafortunadamente, estos comentarios aunque se hacen con buena intención, en realidad perpetúan el miedo a la grasa y contribuyen a la narración de que la grasa es mala" Barreto coincide en que, aunque el impulso para apaciguar estos miedos se basa en el amor, "es importante que los padres y madres se tomen un momento para hacer una pausa y consideren que sentirse gordo no es un sentimiento".
Esto significa que se puede abrir un diálogo con los niños sobre lo que subyace a las preocupaciones que expresa sobre su cuerpo. Por ejemplo, preguntad a vuestro hijo o hija porqué se siente así. O plantead una pregunta abierta como: veo que no estás bien; explícame más sobre lo que te preocupa. "Quizá vuestro hijo/a no pueda responder inmediatamente, pero con el tiempo podrá expresar sus preocupaciones", dice Barreto. Abrir ese diálogo, en lugar de dar una respuesta rápida, es fundamental, dice Greenblatt. "Vuestro hijo/a, especialmente si es preadolescente o adolescente, puede cerrarse al instante ante la contradicción o la ira de los padres, que pueden cerrar canales de comunicación que son esenciales para gestionar problemas personales o familiares futuros".
Si invalidáis sus sentimientos, "que están optando por compartirlos con vosotros abiertamente, pueden buscar validación y atención en otro sitio", dice. Y ese "otro sitio" puede perpetuar el problema. Además, Siegfried anima a cambiar el foco de la conversación. Se puede hacer hincapié en algún talento especial que nada tiene que ver con el aspecto de su cuerpo. También podemos centrarnos en cómo funciona el cuerpo en lugar de cómo se ve, a fin de redirigir la atención de nuestro hijo o hija hacia las cosas sorprendentes que puede hacer su cuerpo, aparte de lo que parece.
Barreto añade que cuando se trata de cumplidos, se elija con cuidado en el que nos centremos. En lugar de alabar la belleza de un niño, es necesario alabar las características que pueden ayudarle a "construir resiliencia y una buena autoestima", como "hoy has sido un buen amigo" o "hoy has sabido gestionar muy bien tu frustración".
Signos de alerta de un trastorno alimenticio
Muchos jóvenes sienten una presión tan intensa para verse de una determinada manera, que algunos pueden llegar a adquirir hábitos alimenticios desordenados. Monica Barreto, psicóloga pediátrica del Hospital Arnold Palmer para niños de Orlando Health, dice que "las investigaciones han demostrado que entre los problemas de salud mental más aterradores y peligrosos con los que luchan los adolescentes se encuentran los trastornos de la alimentación. Aunque los más frecuentes se dan entre los 12 y los 25 años, los menores de 12 años también corren riesgo, especialmente debido a problemas de salud relacionados con la alimentación exigente y el rechazo de los alimentos a una edad temprana".
También señala que el 15% de las adolescentes tienen trastornos alimenticios y el 9% de los niños de 9 años han vomitado por perder peso. Esto es especialmente peligroso cuanto menor es el niño. Greenblatt señala que "biológica y psicológicamente, la mente de los adolescentes está todavía en construcción".
La adolescencia y la pubertad son una época de enormes cambios en el cuerpo, y si vuestro hijo o hija no recibe una alimentación adecuada porque ha empezado a restringir su alimentación, se pueden desarrollar deficiencias de nutrientes esenciales. "Estas deficiencias pueden provocar el enraizamiento de algunos de los síntomas de la anorexia nerviosa (u otro trastorno alimentario)", explica.
Hablad inmediatamente con vuestro pediatra si detectáis:
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Alteración de los hábitos alimenticios: Si cambia de repente la cantidad, la frecuencia o lo que come, plantearos algunas preguntas. "Una gran cantidad de investigaciones científicas han demostrado que un cambio en la dieta a menudo precede a la aparición de un trastorno alimentario", dice Greenblatt. "Restringir repentinamente los alimentos o grupos de alimentos enteros, tales como la adopción de repente de una dieta vegana o vegetariana" pueden ser signos de un trastorno alimenticio en desarrollo. Dado que el veganismo y el vegetarianismo a menudo se consideran virtuosos, "hacerse vegetariano puede ser una opción atractiva para los adolescentes que intentan ocultar comportamientos alimenticios desordenados".
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Nuevos comportamientos en torno a la alimentación. Un hábito repentino de acumular comida, o comida privada o "desarrollar comportamientos rituales alrededor de la comida" puede indicar problemas, dice Greenblatt.
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Una preocupación por la comida. "Un niño o adolescente que lucha con un trastorno alimenticio está pensando constantemente en su cuerpo, su peso y lo que está comiendo", dice Barreto. "Se convierte en una obsesión durante todo el día, que perjudica mucho su funcionamiento normal y su calidad de vida".
Los signos de advertencia adicionales pueden incluir:
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Pérdida de peso repentina.
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Pesarse constantemente o realizar un seguimiento de calorías.
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Estado de ánimo deprimido, desánimo, irritabilidad o ira.
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Mareos o desmayos.
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Visitas frecuentes a sitios web de dietas o pro-anorexia.
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Cambios en las relaciones con su familia o amigos.
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Aumento repentino de la duración o frecuencia del ejercicio.
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Uso de ropa ancha, que puede ocultar la pérdida de peso rápida.
Si observáis estos comportamientos, no os demoréis en buscar ayuda, dice Siegfried.
"Recomiendo que los padres busquen ayuda de inmediato si tienen alguna preocupación relacionada con los comportamientos alimenticios de su hijo o hija. La intervención temprana es clave. "La investigación demuestra que obtener ayuda pronto mejora las tasas de recuperación". Greenblatt añade que "nunca es un error contactar con un profesional de la salud, aunque solo sea por preguntar, obtener información o confirmar que todo va bien".
Además de hablar con el pediatra y/o con un profesional de la salud mental, es posible que también deseéis conectar con un dietista, dice. "Un nutricionista experimentado podrá ayudar con la planificación dietética y también ayudará a garantizar que las comidas de su hijo/a proporcionen todos los nutrientes esenciales necesarios para un cuerpo y un cerebro en crecimiento".
Cómo fomentar un peso saludable
Existen varias maneras sobre como los padres pueden ayudar a sus hijos a desarrollar hábitos alimenticios saludables.
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Fomentar la alimentación intuitiva: Siegfried recomienda seguir un modelo de alimentación intuitivo con los niños y olvidar algunas de las reglas que quizás nos han enseñado de pequeños. "Etiquetar, prohibir o juzgar los alimentos contribuye a una relación negativa con los alimentos. Un enfoque adaptado a todos los alimentos sienta las bases para una relación saludable con los alimentos".
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Desterrar el lenguaje “grasofóbico”: No permitáis que la palabra grasa se utilice como insulto, y no habléis de los alimentos como "buenos" o "malos". Animad a vuestro hijo/a a hablar si siente que otro niño acosa a alguien por su peso corporal.
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Reconciliarse con su propio cuerpo: "Los niños escuchan cuando los padres se quejan de su propio cuerpo o cuando se prohíben comer alimentos", dice Siegfried. "La forma en que nos hablamos a nosotros mismos es un modelo de cómo nuestros niños se hablarán a ellos".
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Educar en los medios digitales: Las redes acaban dando forma a cómo los niños, los adolescentes e incluso los adultos se sienten sobre ellos mismos y su cuerpo", dice Barreto, y señala que "el 60% de los adolescentes con trastornos alimenticios consideran que el acoso escolar contribuye al desarrollo de su alimentación desordenada". Los medios sociales han llegado para quedarse, así que lo mejor es educar a los niños a aprender a gestionarlos de manera inteligente. " Hablad sobre las imprecisiones, las distorsiones y las representaciones erróneas en las redes sociales" y limitad su tiempo de uso.
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Fomentar el movimiento por diversión: "Es importante animar a los niños y adolescentes a mover su cuerpo para liberar el estrés y aumentar las endorfinas naturales para sentirse bien", dice Barreto. "Reorientar la actividad física desde la pérdida de peso hacia la salud general y la diversión puede desempeñar un papel importante a la hora de enseñar a los jóvenes que mover sus cuerpos es una actividad divertida y no "obligatoria".
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Aumentar la ingesta de alimentos saludables: "Cuando se trata de hábitos alimenticios saludables, aumentar la ingesta de frutas y verduras de la familia es una buena manera de empezar", dice Barreto. "Probar diferentes alimentos proteicos, cereales integrales y asegurarse de que todo el mundo tenga un buen desayuno antes de empezar el día", son buenas maneras de animar a los niños a desarrollar una relación saludable con los alimentos.
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Reenfocarse en la salud general: Barreto dice que “centrarse en la salud general puede ayudar a cualquier niño a dar un paso hacia una mente y un cuerpo sanos”.
Escrito por:
Escola de Salut SJD