¿Te preocupa el medio ambiente? Cambia tu alimentación
El sistema alimentario es responsable de un tercio de las emisiones de gases con efecto invernadero. El 24 % del total de las emisiones provienen de la agricultura, el manejo de los bosques y el uso del suelo para nuestra alimentación. Un porcentaje muy superior al de todos los transportes juntos, al que tanto énfasis se le está dando. Pero desde que los alimentos se producen hasta que llegan hasta nuestros platos pasan por muchas etapas: se procesan, se envasan, se transportan, se comercializan, se cocinan… y en cada una de estas etapas se van generando más emisiones. Sin olvidarnos, por supuesto, de las producidas durante el posconsumo; es decir, durante la gestión de esos alimentos que desechamos sin ser consumidos y de todos los envases utilizados.
Impacto del sistema alimentario
De toda la superficie terrestre del planeta, más del 40 % se destina a producir nuestra comida o la comida de los animales que luego nos comemos. Para hacernos una idea de la magnitud: tan solo el 1 % de toda esa superficie está ocupada por infraestructuras, pueblos y ciudades.
La extensión del sistema alimentario es cuarenta veces mayor que la de todas las poblaciones juntas. Esta inmensa expansión no se ha conseguido a cambio de nada: deforestación, fragmentación de hábitats y ecosistemas, y una gran pérdida de biodiversidad.
Y no solo a nivel terrestre. De todas las poblaciones de especies marinas destinadas a consumo humano, el 34 % están sobreexplotadas, y en el caso concreto del mar Mediterráneo, el porcentaje es más del doble.
Está previsto que la población mundial se incremente en 3.000 millones de personas para el año 2050, pasando de 7.000 millones que somos actualmente a 10.000 millones de personas; por lo que habrá que producir más cantidad de comida para satisfacer las necesidades de todos nosotros. Pero es que, además, el desarrollo económico y la urbanización está provocando que cada vez demandemos productos que son más contaminantes y que requieren más recursos.
Las tres acciones más efectivas para conseguir un sistema alimentario medioambientalmente sostenible son:
La implementación de mejoras en la agricultura.
La adopción de dietas saludables basadas en plantas.
Y la reducción del desperdicio alimentario.
No todos los alimentos tienen el mismo impacto en el medio ambiente
Conviene aclarar que no todos los alimentos generan el mismo impacto ni requieren la misma cantidad de recursos. Los alimentos que más emisiones generan son todos ellos de origen animal, y muy especialmente la carne de rumiantes, como ternera o cordero. Y es lógico si pensamos que, para conseguir alimentos de origen animal, previamente habrá que haber producido alimento para estos animales.
Y generar este alimento para los animales, obviamente, requiere de recursos y genera contaminación. Sin olvidarnos del estiércol de los animales, una fuente sustancial de óxido nitroso, un gas con un potencial de calentamiento global. En el caso de los rumiantes, como la ternera y el cordero, la gran cantidad de gases de efecto invernadero generados no se debe solo a estos dos factores, sino también al propio mecanismo de digestión que caracteriza a estos animales. Durante la digestión, los rumiantes producen grandes cantidades de un gas llamado metano, que tiene un potencial de calentamiento global muy superior al del CO2.
Aunque en la pesca no tiene sentido hablar de otros indicadores de impacto ambiental como uso de tierra, de agua o su eutrofización ya que su contribución es mínima, conviene hacer especial énfasis en otros impactos ambientales derivados de la pesca: la sobrepesca y las capturas incidentales. De hecho, es a esto a lo que se refiere propiamente la expresión “pescado de fuentes sostenibles”.
Se entiende que un pescado proviene de una fuente sostenible cuando se capturan tantos peces de esa población en concreto como sea posible para satisfacer la demanda, pero sin pescar demasiados para que esta población se pueda reproducir de forma adecuada, renovándose de manera continua, y las generaciones futuras puedan seguir abasteciéndose de ella. En la actualidad, el 34 % de las poblaciones de pescados destinados a consumo humano están sobreexplotadas.
Dietas saludables basadas en plantas
La gran reducción del impacto ambiental viene al sustituir las proteínas de origen animal por las de origen vegetal, muy especialmente las de rumiantes.
Por otro lado, la dieta actual no solo está afectando gravemente a la salud del planeta, sino también a la nuestra. La prevalencia de enfermedades asociadas a dietas hipercalóricas y poco saludables, altas en carne y alimentos altamente procesados, ricas en azúcares, sal y grasas, está aumentando. Y lo que es incluso más alarmante:
la presencia de estas enfermedades en niños. Más de 38 millones de niños en todo el mundo ya padecen obesidad.
Adoptar una dieta basada en plantas rica en alimentos poco procesados puede ayudar a atacar los dos problemas a la par. Tal dieta se caracteriza por ser un patrón:
Nutricionalmente equilibrado.
Rico en verduras, frutas, cereales integrales, legumbres y frutos secos.
Con un bajo consumo (si lo hubiera) de alimentos de origen animal como carnes (especialmente carnes rojas y procesadas), pescado, y lácteos.
Y muy limitado de productos con un alto contenido de grasas, azúcar y/o sal, como por ejemplo snacks, bollería y bebidas azucaradas.
Prioriza los aceites insaturados sin refinar, como el aceite de oliva virgen, frente a otro tipo de grasas.
Así como el consumo de agua en vez de otro tipo de bebidas, como refrescos.
Aumentar el consumo de vegetales (frutas, verduras, hortalizas, legumbres y frutos secos).
Reducir el consumo de carne roja y procesada, sal, azúcares, y alimentos ultraprocesados.
Así como optar por cereales integrales (pan, pasta, arroz...) en vez de su versión blanca o refinada, aceite de oliva virgen, y agua como bebida de elección.
Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
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