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Qué podemos hacer para vivir en una casa más saludable

Niña mirando por la ventana

En los primeros años de vida, muy especialmente en los primeros meses de vida, el hogar se convierte en el medio ambiente con el que el bebé tendrá más contacto, y coincide en que es un entorno nuevo donde casi todo se estrena. Durante la gestación se va preparando el espacio para el nuevo miembro de la familia, aunque en los primeros meses compartirá el dormitorio de los padres, se acondiciona la habitación del niño, se pintan las paredes, se compran muebles –una cama, un pequeño armario con ropa nueva y productos de higiene, estanterías, un sillón–, se renuevan las cortinas, quizás se incluye una estera, algún cuadro, y también peluches.

Factores ambientales

Se crea un entorno con materiales y productos a punto de estrenar. Se pasa del vientre de la madre, como primera casa que acoge y resguarda de los factores ambientales del exterior, una nueva casa donde se expone a muchos factores ambientales que forman parte de lo que la ciencia llama como el exposoma, que hace referencia a todas las exposiciones a las que estaremos expuestos a lo largo de la vida.

Es cierto que cada vez más y, ahora de forma más positiva, con más conciencia de lo que significa a nivel de la salud global –de las personas y del planeta–, se recuperan y se reutilizan algún mueble como la cama, utensilios y cochecitos, sillas, tronas, también la ropa del niño o la ropa de la cama, pero no podemos perder el foco de una realidad y es que hay muchos materiales y productos nuevos en la estancia que se prepara para recibir al niño.

¿Qué relación tiene ese hecho con la salud?

Lo que nos indica "el olor de nuevo". Seguro que reconoces el llamado “olor a nuevo”, lo que te hace detectar que una estancia se ha acabado de pintar, por ejemplo, o lo que sientes cuando entras en una casa nueva, o en un coche nuevo. Es un olor muy característico, fuerte, penetrante, y a las personas más sensibles les suele provocar de forma rápida picor de nariz o irritación de ojos y de garganta.

Este olor se hace muy presente apenas se han aplicado los nuevos materiales como una pintura o un barniz, o se han introducido muebles de melaminas y contrachapados, si bien puede estar presente meses después en el aire de la estancia. Este olor indica la presencia de compuestos orgánicos volátiles (COVs), sustancias que a temperatura ambiente se volatilizan de los productos (podríamos decir que "se escapan") y pasan a formar parte del aire que respiramos.

Cuando el producto es nuevo y se lleva a casa, hay más emisividad, y a medida que pasa el tiempo va disminuyendo la cantidad que pasa en el aire.

El compuesto que más interviene en el “olor a nuevo” es el formaldehído, un gas de olor intenso y penetrante, que la OMS –la Organización Mundial de la Salud– ha clasificado como cancerígeno, si bien sigue siendo uno de los contaminantes del aire interior más presentes puesto que forma parte de la composición de muchos productos de uso cotidiano en dosis muy bajas. Casos de problemas respiratorios, alergias, eczemas, pueden estar relacionados con la exposición a diferentes COVs ambientales.

Cabe destacar que el olor es un indicador de la presencia de COVs en casa, pero que no huela no significa que no lo haya, dado que en las formulaciones se puede incluir otras sustancias con el fin de hacer inodoro el producto.

Respirar aire limpio en casa

La lista de COV es amplia; de hecho, el formaldehído es sólo como la punta del iceberg, y la gran mayoría son sintéticos y provienen de la industria del petróleo.

Una fecha a tener en cuenta es la que nos aportan los estudios que miden la calidad del aire interior, indicando que el aire que respiramos en casa puede estar de 2 a 5 veces más contaminado que el aire de la calle; incluso algunos estudios aportan datos de hasta 8 veces.

Todos tenemos bien identificado el tráfico o las industrias como fuentes de contaminación del aire, aunque todavía falta divulgar más esta realidad, que muestra que la calidad del aire interior de casa debe mejorar y esto hará mejorar la salud de los niños y niñas y de toda la familia.

Recordemos que, con el estilo de vida actual se pasa gran parte de la jornada – del 80 al 90% del tiempo – en espacios interiores – en casa, la oficina, la escuela, el hospital – y, por tanto, el entorno que más puede incidir en la salud será justo aquél en el que más tiempo pasemos.

En el caso de los niños, el factor de permanencia, es decir, el tiempo que pasan en casa es relevante, y como veremos, podemos garantizar un aire más sano con hábitos sencillos y eficaces. Además, gatean y se lo llevan todo a la boca, y sus sistemas son más inmaduros y tienen un mayor consumo energético y metabólico comparado con los adultos, y los hace más vulnerables a los COVs.

Los pequeños hábitos hacen el cambio

Cuando se habla de los contaminantes del aire se puede pensar que poco podemos hacer para evitar su exposición. Pero si hablamos de los de casa, existen hábitos fáciles de incorporar y que acaban aportando grandes beneficios en términos de salud.

De hecho, como consumidores podemos elegir qué producto llevamos a casa, y según los productos que elegimos, iremos contribuyendo a disfrutar de un aire más limpio, o, todo lo contrario.

Ahora que ya sabemos que algunos compuestos pueden “escaparse” del producto y llegar al aire que respiramos, podemos informarnos de los productos que en su composición incorporan menos COVs derivados de la industria del petróleo, y elegir opciones más naturales.

En este artículo citaremos sólo dos hábitos imprescindibles para empezar a realizar el cambio hacia una casa más saludable:

  1. Ventila todos los días. Parece obvio, pero muchos hogares no ventilan suficientemente para garantizar una renovación del aire adecuada. Ventilar todos los días, un par o tres de veces según las personas que vivan en casa, durante unos 10-15 minutos, y en horas en que en la calle hay menos tráfico, ayuda a mantener un aire más limpio en casa. De hecho, un buen indicador de la calidad del aire es el CO2, y tener un pequeño equipo que mida los niveles CO2 permite saber cuándo ventilar. En casa, cuando llegamos a los 700 ppm, puede ser un buen momento de abrir ventanas y que corra el aire. Hay que ventilar de forma mucho más intensa justo después de pintar o realizar una remodelación.

  2. Elimina plásticos. El plástico es un material omnipresente en hogares, en múltiples productos, incluso los que tienen contacto con alimentos y bebidas, algunos diseñados para calentar directamente en el envase de plástico. También forman parte de pinturas, muebles, ropas, juguetes, esteras, peluches, biberones, vasos, vajillas… Podemos poner nombres a algunas de las sustancias que forman parte de los plásticos y plastificantes, como son los ftalatos y los bisfenoles. De hecho, la ciencia reconoce que tienen un impacto en la salud durante las etapas más sensibles del desarrollo como son la gestación y los primeros dos años de vida, incluso a dosis consideradas por la normativa como muy bajas, actuando como disruptores endocrinos.

Eliminar el plástico en los productos de uso habitual, y muy concretamente en los relacionados con alimentación, es un gran paso para evitar su exposición. Biberones de vidrio con recubrimientos de seguridad exterior y botellas, vasos y platos de acero inoxidable, es una forma de evitar todos estos productos y muchos más a la vez. Hay que evitar también los recipientes, platos y vasos, pajitas, que se comercializan como más sostenibles porque son de cartón, si bien para que no pierda el líquido llevan una capa interior de unas sustancias como los PFAS – unos compuestos alquílicos perfluorados y polifluorados – también tienen propiedades de disrupción endocrina y por tanto no son saludables; sin olvidarnos de descartar también las vajillas de dibujos coloreados de melaminas. Con dos materiales como el vidrio para los biberones y el inox para el resto, pueden ofrecer opciones seguras y evitar la exposición a los compuestos derivados del plástico. Aparte de la alimentación, elige opciones a todo lo que pones en la habitación de los más pequeños que no sean de plástico: muebles, tejidos o juguetes. Con estos gestos contribuirás a respirar un aire más limpio en casa.

Este artículo cuenta con el soporte de la Unidad de Salud Medioambiental del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona.

Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
Publicación:  17/10/2023 Última modificación:  18/12/2023
medio ambiente · contaminación · plásticos
Elisabet Silvestre
Elisabet Silvertre
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Doctora en Biología y docente en biohabitabilidad. Autora del libro "Tu casa sana". @elisabet.silvestre Hábitat saludable

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