¿Es recomendable practicar actividad física en períodos de alta contaminación del aire?
La actividad física en niños y adolescentes es fundamental para su desarrollo integral: mejora sus capacidades físicas, cognitivas y emocionales, fortalece el sistema cardiovascular y respiratorio, promueve un peso saludable y reduce el riesgo de enfermedades crónicas, como la obesidad, la diabetes tipo 2 y los trastornos cardiovasculares en la edad adulta. Además, fomenta el bienestar mental al disminuir el estrés, la ansiedad y mejorar la autoestima.
Sin embargo, cuando se realiza en zonas con altos niveles de contaminación del aire, los beneficios pueden verse atenuados o incluso convertirse en riesgos para la salud.
La contaminación del aire está causada principalmente por el tráfico vehicular, las emisiones industriales y la quema de combustibles fósiles. Estos factores liberan partículas y gases tóxicos como las partículas en suspensión (PM2.5 y PM10), el dióxido de nitrógeno (NO2), el ozono troposférico (O3) y el monóxido de carbono (CO).
Estos contaminantes dañan los sistemas respiratorio, cardiovascular y neurológico, agravan enfermedades crónicas, reducen la calidad de vida y aumentan el riesgo de muerte prematura.
Además, la contaminación del aire tiene un elevado coste para el sistema sanitario, ya que provoca una mayor incidencia de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y otras afecciones relacionadas, lo que genera un incremento en la demanda de atención médica, hospitalizaciones y tratamientos. También genera un alto coste económico, laboral y social, debido al importante número de muertes prematuras que ocasiona.
Este problema se ve cada vez más exacerbado en algunas ciudades debido al cambio climático, que genera fenómenos meteorológicos como anticiclones, los cuales favorecen el estancamiento de los contaminantes. También aumenta el transporte de partículas en suspensión desde zonas desérticas (calima) y de partículas y gases provenientes de incendios forestales en otras regiones o continentes.
En las ciudades con puertos marítimos, se suman las emisiones derivadas de la actividad portuaria, como las provenientes de los barcos, las grúas y los vehículos que operan en esas zonas. Todo esto contribuye a un aumento significativo de los niveles de contaminación en las ciudades y agrava la exposición a estos tóxicos.
La contaminación del aire tiene un impacto significativo en la salud humana, especialmente en niños y adolescentes, debido a su vulnerabilidad fisiológica y las características de su desarrollo. Las exposiciones durante la infancia y la adolescencia no solo afectan la salud a corto plazo, sino que también pueden tener consecuencias a largo plazo e incluso acortar la esperanza de vida.
Actividad física y contaminación
Durante la práctica de actividad física, la exposición a estos contaminantes puede ser aún mayor. Esto no solo se debe a que la actividad física se realiza frecuentemente al aire libre en zonas urbanas, sino también porque incrementa la frecuencia respiratoria y el volumen de aire inhalado, lo que aumenta la cantidad de aire contaminado que se inhala. Esto puede generar efectos negativos más graves en comparación con una situación de reposo.
El ejercicio en ambientes contaminados no solo afecta la función pulmonar, sino que también puede ingresar toxinas al torrente sanguíneo, lo que aumenta la exposición sistémica a estos contaminantes.
La contaminación del aire afecta el sistema respiratorio, causando inflamación, reduciendo la capacidad pulmonar y aumentando el riesgo de enfermedades respiratorias como asma y bronquitis. También provoca alteraciones cardiovasculares y afecta el desarrollo cerebral, contribuyendo a problemas cognitivos y de concentración. Además, la exposición durante el embarazo puede provocar bajo peso al nacer y nacimientos prematuros.
A pesar de estos riesgos, los beneficios de la actividad física siguen siendo considerables y, en general, superan los efectos negativos de la contaminación, siempre que se tomen medidas adecuadas para proteger la salud.
Para mitigar los efectos negativos de la contaminación del aire sobre la salud de niños y adolescentes, es necesario implementar una combinación de medidas tanto a nivel individual como colectivo.
Las siguientes son recomendaciones que pueden minimizar los riesgos:
- Comprobar la previsión del tiempo, la calidad del aire y estar atentos a los avisos de episodios de alta contaminación.
- Optar por horarios de baja contaminación.
- Evitar realizar actividad física cerca de calles, avenidas o carreteras transitadas.
- Evitar realizar actividad física al aire libre en horas punta de tráfico vehicular.
- En la medida de lo posible, realizar la actividad física en zonas de bajas emisiones, como parques o jardines, o en zonas alejadas del tránsito vehicular o de áreas industriales.
- Realizar actividad física en lugares con menor contaminación.
- Realizar actividades en espacios cerrados con buena calidad del aire.
- Los pacientes con enfermedades crónicas respiratorias y cardiovasculares deben extremar las precauciones, incluso con niveles de contaminación atmosférica más bajos que las de personas sin estas enfermedades.
Estas estrategias pueden ayudar a minimizar los riesgos asociados a la contaminación del aire durante la práctica de actividad física. No obstante, si existe un episodio importante de contaminación y no hay otra alternativa, sería recomendable suspender la actividad y evitar la exposición.
En el caso del deporte escolar o formativo, es fundamental que las instituciones educativas y los responsables del deporte implementen un plan de actuación y medidas de prevención frente a los efectos de la contaminación del aire. Este plan debería incluir la monitorización constante de la calidad del aire y la adaptación de las actividades, e incluso su suspensión temporal, cuando los niveles de contaminación sean peligrosos para la salud de los niños y adolescentes, con el objetivo de proteger su bienestar y evitar complicaciones tanto a corto como a largo plazo.
Además, es esencial que los individuos y las comunidades adopten medidas para reducir la contaminación a nivel colectivo. Se requiere un enfoque más amplio, sostenible y saludable que reduzca la contaminación del aire y la exposición, mediante políticas públicas como el fomento del uso de transporte público limpio, desplazamientos más sostenibles, la creación de zonas verdes y de bajas emisiones o la reducción de emisiones industriales o portuarias, entre otras.
Por ejemplo, en el estado de California, Estados Unidos, la implementación de estrictas regulaciones sobre las emisiones de los vehículos de combustión interna ha llevado a una notable mejora en la calidad del aire. Como resultado, se ha observado una reducción significativa en los episodios de asma y otras enfermedades respiratorias, especialmente entre los niños. Este caso demuestra cómo las políticas de reducción de la contaminación del aire pueden tener un impacto directo y positivo en la salud pública, mejorando la calidad de vida y reduciendo los riesgos de enfermedades respiratorias.
La clave está en encontrar un equilibrio entre los beneficios de la actividad física y la protección frente a los riesgos de la contaminación del aire.
Es fundamental promover la actividad física en entornos saludables, mejorar la calidad del aire en las zonas urbanas y educar a la población sobre los efectos nocivos de la contaminación y las medidas para protegerse de ella. Solo así se podrá maximizar los beneficios de la actividad física y garantizar una mejor calidad de vida para las generaciones futuras.
Escrito por:
David Domínguez Alatorre