La crisis climática global, tal vez sea la mayor amenaza para la supervivencia humana en un futuro cercano, afectará de manera desproporcionada a la salud de los niños y niñas, en particular, a la de aquellos que nacen en entornos con recursos limitados, tanto dentro como fuera de nuestro país.
Como sociedad, no podemos ser espectadores pasivos ante lo que se ha calificado como emergencia climática, y debemos ser conscientes de los peligros venideros para actuar tanto a nivel individual como en el plano colectivo.
Hay que garantizar la salud no solo de los niños y niñas de hoy, sino de los que nazcan en las próximas décadas, para ello es importante empezar a movilizarse ya y tomar las medidas necesarias para atenuar el impacto que tiene y tendrá en la salud infantil.
¿Qué es el cambio climático?
El cambio climático se puede definir como la variación a lo largo del tiempo tanto de la temperatura como de los patrones climáticos típicos de un lugar concreto. Y se hace evidente a través del aumento de: epidemias, desastres naturales, desplazamientos masivos de poblaciones o escasez de los recursos imprescindibles (agua o alimentos), etc.
Un claro ejemplo que nos ha mostrado estos efectos ha sido la epidemia del SARS-CoV-2. El gran poder que tienen las enfermedades infecciosas a las que no estamos acostumbrados para modificar e impactar directamente en nuestro modus vivendi tal y como lo conocemos.
¿Cómo afecta a los niños?
Es lógico deducir que los efectos que el cambio climático va a tener en un niño que nazca hoy van a ser mucho mayores que los que va a padecer una persona que tiene 65 años. Esto se debe al hecho de que va a vivir más años expuestos a los efectos del cambio climático, y cada año que pase habrá más “consecuencias acumuladas”. Pues cuando este niño llegue a los 65 años, su estado de salud será peor, por culpa del cambio climático, que la persona de 65 años de hoy.
Además, los niños son más vulnerables a las variaciones en el clima debido a:
La inmunidad durante la infancia. El sistema inmune no se empieza a desarrollar de forma autónoma hasta más allá del año de vida con la ayuda de las vacunas para hacer frente a las enfermedades infecciosas.
El metabolismo durante la infancia. En comparación con un adulto, al estar en crecimiento sus necesidades de alimentación son mayores y la falta de algunos nutrientes puede afectarles el resto de su vida.
Las “ventanas de vulnerabilidad” fisiológicas o etapas en las que son más sensibles a los efectos de los factores externos, siendo durante el embarazo y los primeros años los más vulnerables.
Los niños consumen proporcionalmente más energía y nutrientes que los adultos en proporción a su peso, por lo que cualquier cambio en estos factores les afectará más.
La dieta y patrones de comportamiento hay que adaptarlos a las diferentes etapas del desarrollo de los niños y niñas para que no interfieran en su desarrollo físico y psicopedagógico.
Los niños no son totalmente independientes y su capacidad para hacer frente a los peligros ambientales depende de los recursos de sus cuidadores y de su comunidad local.
No hay que olvidar que los niños no son directamente responsables de sus acciones diarias, de la de sus cuidadores ni de la de los gobiernos, sin embargo, son los que más sufren sus consecuencias.
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