¿Existe alguna diferencia entre actividad física, ejercicio físico y deporte? ¿Es lo mismo ser una persona sedentaria que físicamente inactiva?

Para mejorar la salud de nuestros hijos e hijas, es esencial que adopten un estilo de vida activo, reduzcan el sedentarismo y sean físicamente activos. Sin embargo, entender estos conceptos es fundamental para lograr estos objetivos. A menudo, los términos actividad física, ejercicio físico y deporte se confunden, al igual que sucede con los conceptos de inactividad física y sedentarismo.

• La actividad física abarca cualquier movimiento corporal que implica el uso de los músculos y requiere un gasto de energía. Desde caminar al colegio o en bicicleta, hasta hacer las tareas del hogar, pasear al perro, jardinería o viajar de pie en el autobús, todo se considera actividad física.

• Por otro lado, el ejercicio físico es una forma planificada y estructurada de actividad física que se realiza con el objetivo específico de mejorar o mantener la condición física y la salud.

• Mientras tanto, el deporte se refiere a cualquier actividad física que implica una competición organizada con reglas establecidas y habilidades específicas, y puede practicarse individualmente o en equipo.

Ahora bien, ¿existe diferencia entre ser sedentario y físicamente inactivo? Sí.

Una persona sedentaria es aquella que elige actividades que implican muy poco o ningún movimiento mientras está despierta, como estar tumbada o sentada, como por ejemplo viendo la televisión, utilizando pantallas, trabajando frente al ordenador o conduciendo un coche.

En cambio, ser físicamente inactivo se refiere a no cumplir con las recomendaciones mínimas de actividad física para mantener una buena salud.

Para los menores de 18 años, se recomienda realizar actividad física de tipo aeróbico de intensidad moderada a intensa al menos 60 minutos al día, junto con actividades que refuercen los músculos y huesos al menos tres días a la semana.

Una persona puede ser sedentaria y físicamente inactiva al mismo tiempo si pasa varias horas sentada o tumbada, y no cumple con las recomendaciones mínimas de actividad física. También es posible que alguien cumpla con las recomendaciones de actividad física semanal, pero permanezca en actividades sedentarias durante largos períodos, siendo considerada simultáneamente físicamente activa y sedentaria.

Es importante comprender que, aunque la actividad física es beneficiosa y necesaria, no es suficiente para contrarrestar por completo los efectos negativos del sedentarismo en la salud. Por lo tanto, es fundamental no solo cumplir con las recomendaciones de actividad física, sino también reducir el tiempo sedentario, adoptando un estilo de vida activo en todas las áreas de su vida cotidiana. 

¿Qué podemos hacer para seguir un estilo de vida más activo?

Cada día se presenta la oportunidad de optar por un estilo de vida activo en vez de sedentario, ya sea en el entorno laboral, académico, de ocio, durante los desplazamientos o en el tiempo libre. Por ejemplo, elegir subir por las escaleras en lugar de utilizar el ascensor, optar por ir al colegio en bicicleta o caminando en vez de en coche, mantenerse de pie en lugar de sentarse, o realizar las tareas domésticas manualmente en lugar de depender de dispositivos automatizados como un robot aspirador, son decisiones que encaminan hacia un estilo de vida activo.

Además, reducir al máximo el tiempo dedicado a actividades que impliquen estar sentados o tumbados y tomar descansos periódicos para interrumpir períodos prolongados de inactividad, son medidas adicionales que ayudan a evitar un estilo de vida sedentario. 

Las breves interrupciones o pausas activas en las actividades que implican un comportamiento sedentario tienen un propósito claro: contrarrestar los efectos nocivos del sedentarismo, al mismo tiempo que combaten la fatiga física y mental. Estas pausas activas pueden adaptarse de diversas formas y ajustarse a distintos entornos, ya sea laboral, escolar o doméstico. Son especialmente cruciales en contextos sedentarios, pues promueven un estilo de vida más activo y saludable, al tiempo que potencian la creatividad y la productividad.

Estas elecciones cotidianas pueden marcar una gran diferencia en la salud y el bienestar general de nuestros hijos e hijas a largo plazo, ya que el movimiento regular y la actividad física son esenciales para mejorar su condición física y su salud física y mental.

¿Y qué es la condición física?

La condición física se refiere al nivel de energía y vitalidad que nos permite llevar a cabo nuestras actividades habituales, disfrutar del tiempo libre, afrontar emergencias sin fatiga excesiva, evitar enfermedades, desarrollar al máximo nuestra capacidad intelectual y mejorar la salud mental. Se compone de las capacidades físicas, que son el conjunto de factores que nos permiten realizar una o más tareas motrices. Estas capacidades físicas incluyen las motoras o básicas (resistencia cardiopulmonar, velocidad y fuerza), las neuromusculares (equilibrio, coordinación y agilidad) y una facilitadora (flexibilidad).

En términos de salud, al realizar ejercicio físico para mejorar nuestra condición física, es importante elegir actividades que incluyan la resistencia cardiopulmonar, velocidad, equilibrio, coordinación, agilidad y flexibilidad. Por esto es importante combinar en la medida de lo posible para cada familia diferentes actividades que promuevan estas diferentes capacidades físicas.

Debemos favorecer que nuestros hijos e hijas sean físicamente activos, tengan un estilo de vida activo y eviten el sedentarismo. El mejor ejemplo para conseguirlo es que nosotros mismos seamos un ejemplo positivo. También es importante que enfoquemos la práctica de ejercicio físico o deporte, priorizando la salud, el aprendizaje y la diversión, siendo los objetivos competitivos secundarios. 

A su vez, hay que priorizar el interés y satisfacción de nuestros hijos e hijas, evitando proyectar deseos deportivos propios. Y es fundamental reservar tiempo para el juego libre diario: fomenta creatividad y el disfrute.