Introducción
Este miedo suele remitir a lo largo de la primera infancia, al comprobar que su cuidador se encarga de dejarlo en sitios y con personas que son de confianza y dónde el niño o niña está seguro/a.
Sin embargo, aproximadamente un 5% de los niños y niñas tienen dificultades para hacer este proceso, llegando a presentar lo que se conoce como trastorno de ansiedad por separación (TAS). Este trastorno se manifiesta por una preocupación excesiva, inquietud e incluso pavor ante la separación real o anticipada de una figura de apego, con una intensidad inadecuada o de forma inapropiada para la edad y el contexto.
¿Cómo detectar la ansiedad de separación?
Ante situaciones dónde el niño o niña se anticipa, prevé o vive una separación de las figuras de apego, podemos observar:
-
Síntomas físicos: de ansiedad, dolores de cabeza, de estómago, náuseas…
-
Síntomas cognitivos: preocupaciones, pensamientos anticipatorios de miedo a la posible pérdida o separación de la figura de apego (que les ocurra algo, que se tengan que separar por algún motivo, tener un accidente, que se mueran, etc.), pesadillas.
-
Síntomas conductuales: evitación de situaciones que requieran la separación de las figuras de apego (no querer ir a una fiesta de cumpleaños, a la escuela, de colonias, pedir dormir juntos, etc.), y de comprobación de que están bien cuándo están separados (como por ejemplo hacer que llamen a los progenitores desde la escuela).
¿Qué podemos hacer?
La respuesta habitual cuando vemos a un hijo/a con miedo es intentar tranquilizarle. En este caso, sería todo lo relacionado con no dejarlos solos, asegurarles que estamos ahí, etc. Esto va a producir una disminución inmediata de la ansiedad, pero no va a permitir que compruebe que sin nosotros también está seguro. Así, la ansiedad al separarse no solo no desaparecerá, sino que a largo plazo se irá exacerbando.
Para ayudarles en este proceso, hay cosas que los progenitores podemos hacer. El objetivo es ayudarles a ganar seguridad ayudándoles a afrontar progresivamente estas situaciones que les producen miedo y que no suponen un riesgo. Lo esperable es que, a pesar de que haya un aumento de la ansiedad inicial, progresivamente se vean más seguros y más capaces de estar sin las figuras de apego continuamente presentes.
Para ello, es recomendable:
-
En lugar de mentir para que no sufran, informar de que nos iremos y de cuándo volveremos.
-
Transmitir confianza y seguridad en la persona que va a estar cuidando de él/ella.
-
Hacerlo progresivo: pequeñas separaciones que supongan un malestar que puedan tolerar y conseguir posteriormente estar bien sin nosotros.
En caso de que este proceso no se resuelva y que la clínica de ansiedad empeore, es recomendable consultar con un psicólogo clínico o psiquiatra de la infancia y la adolescencia.