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Niño dormido. Imagen de Freepik

Pesadillas en niños, ¿se pueden evitar?

Niño dormido. Imagen de Freepik

Un sueño o, su relato, es el recuerdo de actividad mental presente durante el sueño. Más del 50% de los sueños presentan un contenido relacionado con experiencias del día previo. Los sueños presentan una elevada intensidad emocional y en la actualidad aún se desconoce cuál es su función aunque se les atribuyen funciones necesarias para un adecuado funcionamiento de nuestro organismo.

 

Las pesadillas, un subgrupo específico de sueños que se producen durante una fase concreta del sueño llamada REM (Rapid Eye Movement), presentan una intensa carga emocional negativa (miedo, angustia). El sueño REM es más frecuente durante la segunda mitad del periodo de sueño y, por tanto, las pesadillas son más prevalentes durante este momento. Aunque es normal que los niños tengan pesadillas de vez en cuando, tenemos que entender que su presencia es fisiológica (normal) y, a día de hoy, ni existe evidencia suficiente como para relacionarlos con los despertares nocturnos (aunque obviamente, algunos de ellos pueden despertarnos).

 

Por otro lado, no hay que confundir las pesadillas fisiológicas (normales) de algunos tipos de parasomnias (alteraciones del comportamiento o fenómenos anormales que se producen durante el sueño) como son los terrores nocturnos o el trastorno de pesadillas que pueden requerir de intervención facultativa.

 

Los terrores nocturnos son episodios recurrentes de despertar brusco con terror que, generalmente, se inicia con gritos de pánico. Durante cada episodio, existe un miedo intenso, signos llamados autonómicos (dilatación pupilar, taquicardia, respiración acelerada y sudoración) y una insensibilidad relativa del niño/a a los esfuerzos de terceros para consolarlo. Los terrores nocturnos no se producen durante la fase REM (por tanto, no tienen por qué producirse durante la segunda mitad del periodo de sueño), son más frecuentes durante la infancia que en la adolescencia y el niño no suele recordar su contenido (por lo tanto, no será capaz de evocarlos).

 

El trastorno de pesadillas presenta sueños disfóricos (tristes, irritables o angustiosos) prolongados y repetidos, que se presentan durante la segunda mitad del periodo principal de sueño y de una temática relativa a la evitación de amenazas contra la vida, la seguridad o la integridad física que se recuerdan en vigilia y causan malestar o deterioro del funcionamiento del niño. Al despertarse de estos sueños, el sujeto rápidamente se orienta y está alerta.

 

Finalmente, algunas pesadillas podrían producirse como respuesta de algún acontecimiento más traumático para el niño, en este caso, y si se producen en un contexto de malestar emocional durante la vigilia y afecta su funcionamiento diario, habría que consultar a su pediatra.

 

¿Se pueden evitar las pesadillas?

De esta pregunta podríamos realizar una segunda: ¿Hay que evitar las pesadillas? Actualmente no tenemos ninguna evidencia porque no sabemos ni porqué ni cómo se producen. Sin embargo, como decíamos antes, si las pesadillas de tu hijo/a te preocupan, los padres pueden contribuir a que sus hijos tengan un sueño lo más agradable posible. Cuando los niños se despiertan por una pesadilla, las imágenes del sueño aún están frescas y pueden parecer reales, así que es natural que se sientan asustados y alterados y que llamen a sus padres para que los consuelen.

 

No se conocen los mecanismos que provocan la aparición de las pesadillas y la mayoría de ellos ocurren sin ninguna razón que conocemos, aunque podría existir alguna relación entre ellos y alguna situación que esté viviendo el niño como puede ser una mudanza, un cambio de escuela, tensiones familiares, o incluso si unas horas antes de dormir del niño han presenciado escenas violentas en la televisión o la hora de leer determinados cuentos.

 

¿Cómo ayudarles a conseguir un sueño más saludable?

Los padres/madres pueden ayudar a sus hijos/as a dormir más relajadamente. Para ello los niños deberían...

 

  • Tener un horario regular para acostarse y levantarse los siete días de la semana.

  • Seguir una rutina estable y relajante cuando llega la hora de irse a la cama que les ayude a estar más tranquilos/tranquilas y a sentirse más seguros/seguras. Esta rutina puede incluir bañarse, recibir caricias, leer con el padre/madre, hablar sobre cosas agradables, etc.

  • Tener una habitación acogedora y confortable (tener una almohada y colchón adecuados), donde puedan sentirse en paz y relajados. Asimismo, la habitación debería estar adecuadamente aislada de ruidos y sin luces (evitar la presencia de dispositivos electrónicos).

  • Evitar ver la televisión antes de ir a dormir o leer cuentos que les puedan dar miedo. En general, se puede recomendar que se evite la realización de cualquier actividad que le pueda activar en exceso.

  • Recordar en el niño/a que las pesadillas no son reales, que sólo son sueños y que, por tanto, no nos pueden hacer daño.

 

Las pesadillas fisiológicos (normales) de tu hijo/a no han de preocuparte, sin embargo, si te preocupan, hay una técnica que puedes utilizar para reducir su frecuencia (ver punto 5).

 

¿Qué hacer si tu hijo/a tiene pesadillas?

  1. Tranquilízalo/a y hazle sentir que estás a su lado. Tu presencia y el hecho de mostrarte tranquilo/a ayudará a tu hijo/a a sentirse seguro/a y protegido/a. Una vez lo hayas tranquilizado/a, vuelve a tu habitación.

  2. Explícale lo que pasa. Habla con tu hijo/a para que comprenda que ha tenido una pesadilla, que no es real y que no pasa nada.

  3. Consuélalo/a. Muestra a tu hijo/a que entiendes que esté asustado/a y dile que tener miedo es normal.

  4. Ayuda a tu hijo/a a volver a dormir. Dándole cariño y consuelo le ayudarás a tranquilizarse. Para que pueda conciliar el sueño de nuevo puedes darle su peluche favorito, taparlo con una manta o colocarle una almohada.

  5. Escúchalo/a con interés. No hace falta hablar demasiado sobre la pesadilla a altas horas de la noche, sólo debes ayudar a tu hijo/a para que se sienta tranquilo/a, seguro/a y protegido/a, y así pueda volver a dormirse. Pero es posible que por la mañana, tu hijo/a quiera explicarte con más detalle la pesadilla de la noche anterior. Pídele que dibuje la pesadilla y que debajo del dibujo pueda dibujar otro de cómo querría él/ella que fuera (una nueva versión más deseada de su pesadilla). Algunos estudios han demostrado una reducción de las pesadillas si tu hijo/a repite diariamente, y durante dos semanas, el mismo dibujo de su "pesadilla versionada".

 

La mayoría de los niños sólo tienen pesadillas de vez en cuando, y es algo normal que no debe porque preocupar. Lo único que hay que hacer en estos casos es que los padres/madres los tranquilicen y les den la seguridad que necesitan. Si las pesadillas impiden que el niño duerma suficiente o si están acompañadas de otros problemas emocionales o de comportamiento, es recomendable consultar el pediatra.

 

Imagen de portada de freepik

Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
Publicación:  21/11/2022 Última modificación:  07/08/2024
sueño · pesadillas
Xavier Estrada
Xavier Estrada Prat
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Psiquiatra infantil y juvenil Área de Salud Mental

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