Efectos de las altas temperaturas en la salud
Ya no es una sorpresa que el cambio climático está generando un aumento de las temperaturas medias provocando olas de calor cada vez más frecuentes, intensas y que llegan antes.
Lo que sí sorprende y preocupa es que, pese a las previsiones y estimaciones tanto del empeoramiento de las condiciones ambientales como de sus efectos contundentes en la salud, parece que cuando llegan todavía nos cogen desprevenidos.
Durante el año 2022 nos acompañó el calor intenso de mayo a noviembre, con episodios de calor extremo en julio (el más cálido nunca registrado en España), registrándose unas 5.000 muertes atribuibles a estos episodios, cinco veces más que en 2018 o 2020.
Las olas de calor tienen efectos significativos en la salud y el bienestar de la población, y especialmente la más vulnerable como la gente mayor y los niños. Los niños son más susceptibles a efectos del calor extremo, son más propensos y susceptibles a la deshidratación, el agotamiento por calor y el golpe de calor por diversas razones relacionadas con el desarrollo de su sistema de termoregulación y sus capacidades fisiológicas.
- Por un lado, los mecanismos de sudoración y vasodilatación no son tan eficientes como en los adultos, tienen una mayor superficie de exposición al medio ambiente en relación con su masa corporal y una menor capacidad para regular su hidratación, puesto que su capacidad de beber líquidos y su respuesta a la deshidratación pueden ser más limitadas.
- Por otro, los niños no siempre pueden expresar de forma clara sus sensaciones de calor o malestar, pueden tener dificultades para identificar y comunicar que están pasando calor, lo que puede retrasar la toma de medidas para reducir la exposición a temperaturas extremas. Además, los niños tienen tendencia a ser activos y estar en constante movimiento, esta actividad física aumenta la producción de calor interno y puede dificultar la regulación de la temperatura corporal, especialmente en condiciones de calor extremo.
Efectos de las olas de calor en el rendimiento académico
Los niños, y los/las docentes pasan gran parte del día en las aulas y en los patios de las escuelas. Con el aumento de los episodios de calor extremo, las escuelas se enfrentan al reto de garantizar un entorno resiliente frente a sus efectos negativos.
Las escuelas se encuentran entre los espacios más cruciales para garantizar la salud, el bienestar, el desarrollo y el aprendizaje efectivo de los niños, así como unas condiciones de trabajo saludables y seguras del personal de los centros educativos. Pero, por lo general, los centros educativos son los únicos edificios públicos ni equipados ni adaptados para un óptimo confort térmico.
Muchos de los edificios son viejos y con deficiencias en el aislamiento, fueron construidos en una época en la que se suponían vacíos durante los meses de altas temperaturas, orientados al sur para ganar luz y calor en invierno. En los últimos años se ha pasado de dos meses superando máximas de 28º en las aulas a los cinco previstos para este curso escolar.
Aprender, jugar y trabajar en condiciones de temperaturas extremas y sostenidas es preocupante, no solo para el bienestar y salud del alumnado, sino también del personal de las escuelas que desarrolla su actividad profesional en condiciones laborales de riesgo.
Aparte de la deshidratación, insolación o agotamiento por calor, los niños con asma u otras afecciones respiratorias pueden experimentar un empeoramiento de sus síntomas durante las olas de calor. El estrés causado por las altas temperaturas puede provocar irritabilidad, fatiga y malestar general que puede influir en su estado de ánimo y comportamiento en las actividades escolares y sociales.
El calor extremo en las aulas puede tener efectos en el desarrollo cognitivo de los niños, dificultando las tareas escolares, ya que afecta a la concentración y el enfoque, la capacidad para procesar y retener información, el rendimiento general en el aula y académico de los niños. Hay estudios que han indicado que, durante las horas más calientes del día, las altas temperaturas pueden afectar a la función cognitiva, incluyendo la memoria de trabajo, la toma de decisiones y la ejecución de tareas complejas.
¿Qué pueden hacer las escuelas para mitigar los efectos de los golpes de calor?
La adaptación de las escuelas al cambio climático, como espacios de uso pedagógico y puestos de trabajo, supone una oportunidad y necesidad para incrementar la adaptación y la resiliencia de las ciudades ante los efectos del cambio climático. La renaturalización de las escuelas puede ayudar a combatir los efectos de las oleadas de calor de diversas formas.
Las áreas urbanas experimentan a menudo un fenómeno conocido como "isla de calor", donde las temperaturas son más altas que en las zonas rurales vecinas. La renaturalización de las escuelas, mediante la incorporación de vegetación y suelo permeable, puede ayudar a reducir este efecto y mantener temperaturas más bajas en el entorno escolar.
Mediante la creación de espacios verdes y el uso de vegetación se puede proporcionar sombra y reducir la temperatura ambiental, actúan como barreras naturales contra el calentamiento excesivo y ofrecen sitios frescos para los niños y el profesorado y se proporciona oportunidades para actividad física y el aprendizaje al aire libre, recuperando la conexión con la naturaleza.
Los espacios naturalizados en las escuelas crean un ambiente tranquilo y relajante que favorece el aprendizaje y ayuda a reducir el estrés relacionado con las temperaturas extremas. Por último, la vegetación ayuda también a filtrar y purificar el aire mejorando la calidad del aire en el entorno escolar. Esto es especialmente importante durante las olas de calor, cuando la contaminación atmosférica puede ser mayor.
Por otra parte, es necesaria una buena climatización de los edificios que asegure que las aulas y los espacios comunes estén adecuados para afrontar las temperaturas extremas, implementando soluciones efectivas y sostenibles: aislamiento térmico del edificio, sistemas de ventilación natural cruzada o mecánica con ventiladores de techo, persianas o cortinas para bloquear el sol directo. Es esencial asegurar una buena circulación del aire en las aulas para garantizar una buena calidad ambiental interior y confort térmico.
La ciudad de Barcelona, por ejemplo, transformó once escuelas de primaria entre 2018-2020 (distribuidas por todos los distritos de la ciudad) en refugios climáticos para mejorar el confort térmico, creando patios escolares más saludables, lúdicos e inclusivos, para mitigar los efectos del cambio climático, especialmente durante las olas de calor.
El proyecto piloto de innovación “Azul, verde y gris: adaptando las escuelas al cambio climático”, financiado por la Comisión Europea, implementó elementos de vegetación, de agua, y de sombra en el patio (pérgolas y marquesinas) junto con zonas de estancia, así como elementos de sombra y ventilación cruzada natural en los edificios. Los resultados de la evaluación del impacto han mostrado que se han logrado beneficios que van más allá de la mejora de la temperatura y el confort térmico, especialmente en el exterior. Las soluciones mejor valoradas fueron las zonas de sombra y la incorporación de verde.
Se han aumentado las posibilidades de refrescarse los días de calor, mejorado los espacios de sombra y de sentarse, y los patios se han convertido en espacios más naturalizados y más frescos, incrementando la diversidad de oportunidades de juego fomentado las relaciones igualitarias entre el alumnado. Los resultados de la evaluación de impacto han ayudado a replicar lo que mejor ha funcionado en más escuelas de primaria y próximamente en guarderías de la ciudad.
Ajustar los horarios de las clases para evitar las horas de más calor, planificar actividades alternativas en el interior, evitar espacios interiores de la escuela más insolados o la suspensión de las clases durante los períodos de calor extremo, puede ayudar a proteger la salud, aliviar la sensación de malestar y proporcionar un respiro a la comunidad educativa como medida de emergencia, pero no debe ser la norma.
Urge planificar e invertir recursos en medidas efectivas y sostenibles para mitigar los efectos de las olas de calor en las escuelas donde crecen, aprenden y juegan nuestros niños, y el puesto de trabajo del profesorado. Es necesario un giro radical e inminente de una estrategia reactiva a una preventiva, ¡no nos puede volver a coger desprevenidos!