Cómo desarrollar la resiliencia en población infantojuvenil
En la sociedad actual, el sedentarismo y los desafíos de la vida cotidiana afectan a la salud mental de niños y adolescentes, destacando la importancia de la resiliencia como una herramienta fundamental para afrontar estos retos.
La resiliencia es la capacidad de afrontar y adaptarse a las nuevas situaciones y afrontar los retos del día a día de una manera eficaz. Los niños y adolescentes resilientes son aquellos que se adaptan al cambio, que tienen la capacidad de afrontar las dificultades, los desafíos y el estrés.
La resiliencia también se suele definir como la capacidad de recuperación después de un suceso traumático o muy estresante. Es por ello, que la capacidad resiliente es considerada por muchos expertos como un antídoto contra la epidemia de la salud mental y el camino hacia el bienestar emocional.
La adolescencia temprana: momento evolutivo clave
Si bien es cierto que la resiliencia se debe fomentar desde la infancia, a día de hoy sabemos que hay momentos evolutivos clave donde debemos de incrementar los esfuerzos para su desarrollo. Y la adolescencia es uno de ellos.
La adolescencia es un periodo evolutivo lleno de nuevos desafíos que requiere de constantes adaptaciones. Es una etapa de gran vulnerabilidad, a la vez que una ventana muy sensible al cambio. Según la Organización Mundial de la Salud (2019), la mitad de los problemas de salud mental se inician antes de los catorce años. La adolescencia temprana, es, por tanto, uno de los momentos clave para incrementar los esfuerzos e iniciativas para el fomento de la resiliencia, ya sea desde la familia, como de los centros educativos. Para lograrlo, será clave entrenar a los adolescentes en las competencias que fomentan la resiliencia, ya que su adquisición es esencial para prevenir los problemas de salud mental.
He aquí algunas preguntas que pueden ser de ayuda para saber en qué medida un adolescente es resiliente e identificar qué aspectos serían buenos trabajar para fomentar su capacidad resiliente. Cuantas más respuestas afirmativas demos, más resiliente es el adolescente:
¿Se anima a abordar nuevas situaciones sin evitarlas?
¿Establece metas u objetivos de vida?
¿Inicia interacciones con sus iguales y mantiene sus amistades?
¿Expone sus opiniones abiertamente, no rechazando a aquellas personas que pueden opinar diferente?
¿Expresa sus emociones?
¿Es capaz de identificar sus cualidades o fortalezas?
¿Trata las diferencias entre personas como algo natural?
¿Tienen un discurso positivo sobre sí mismo?
¿Se responsabiliza de las consecuencias de sus acciones?
¿Ofrece, acepta y pide ayuda?
Competencias resilientes
Las competencias claves a adquirir por los niños o adolescentes para hacerles más resilientes son cuatro:
Competencia socioemocional
Estrategias de afrontamiento
Sensación de autoeficacia
Mindfulness
La competencia socioemocional abarca un abanico amplio de habilidades, tales como la identificación de las emociones y su regulación, la capacidad de ponerse en el lugar del otro (empatía), las habilidades de escucha activa, de ofrecer y pedir ayuda, la capacidad de tomar decisiones responsables y valorar las consecuencias de sus acciones, entre otros.
Las estrategias de afrontamiento están encaminadas a solventar eficazmente los retos y desafíos del día a día. El adquirir estas habilidades les ayudará a reducir el estrés que generan las situaciones, especialmente cuando son situaciones a las que se enfrentan por primera vez. Dentro de estas estrategias, la asertividad y la capacidad de resolución de problemas o conflictos son dos de las habilidades más importantes.
Fomentar la autoeficacia también es un aspecto clave. ¿Qué es la autoeficacia? Es la percepción que tenemos sobre nuestra capacidad de lograr las cosas que deseamos. El objetivo de trabajar la autoeficacia es que el niño o adolescente se perciba más capaz de lograr sus objetivos y metas, y en consecuencia haga las acciones necesarias para conseguir eso que quieren o les motiva. Cuando no se sienten capaces de lograr sus objetivos, ellos mismos se autolimitan y tiran la toalla antes de ni siquiera intentarlo.
La habilidad de ser “mindful” es otra competencia clave a adquirir en esta sociedad hiperestimulada que fomenta la impulsividad y la inmediatez. Se trata de fomentar la capacidad de conectar con el momento presente, poner el foco en lo que sentimos, observando la experiencia sin juzgarla. Esto ayuda mucho a reducir la impulsividad a la hora de actuar y tomar decisiones y ganar conciencia de nuestro estado emocional en cada momento.
Fomentar la resiliencia desde casa
La familia es el entorno principal donde se pueden enseñar los comportamientos prosociales y proactivos que ayudan a los niños y niñas a enfrentar problemas, recuperarse de estos y poder anticiparse y prevenirlos en el futuro, desarrollando así las habilidades para la resiliencia.
Hay un aspecto en concreto que merece la pena destacar. El acompañamiento de los padres y las madres en la crianza de sus hijos e hijas no trata de evitarles daños y rescatarlos, sino de enseñarles a cómo usar las habilidades de resiliencia adecuadas para afrontar estos y poder así permitirles prosperar por sí mismos y avancen en su desarrollo. Por tanto, los retos evolutivos son grandes oportunidades para ampliar el abanico de recursos para la resiliencia.
A continuación, se mencionan algunas orientaciones para fomentar la resiliencia desde casa:
Acompáñale, pero no le sobreprotejas. Rescatarlos para evitarles que sufran es contraproducente, ya que no les entrena en las habilidades necesarias para afrontar la vida, así como resolver conflictos, tomar decisiones, ganar en autocontrol, aceptar las equivocaciones y tolerar la frustración que generan ciertas situaciones. Acompáñale en su malestar, exprésale que estás ahí para lo que necesite y dale el impulso que necesita para prosperar.
Destaca sus fortalezas. Observa cuáles son sus cualidades y fortalezas y exprésaselo. Pregúntale por sus motivaciones y metas en la vida y anímale a que los persiga. Hacer esto fomenta su sensación de capacidad para lograr aquello que desean. A la vez que, animarlo en sus motivaciones y metas le marca un camino y da sentido a la vida.
Muestra interés en su mundo. Pregúntale sobre cómo ha ido su día. Implícate en sus preocupaciones y valida sus experiencias y emociones aun cuando no estás de acuerdo con sus acciones. Esto les causa la sensación de ser vistos, aceptados y queridos.
Ofrece un entorno estructurado. Establece rutinas y hábitos familiares en las actividades cotidianas. Establece unas normas familiares claras y mantenlas. Dale autonomía para su autogestión, pero supervisa como lo van haciendo para poder ofrecerle apoyo y ayuda.
Fomentar la resiliencia desde los centros educativos
Los centros educativos pueden realizar una gran labor de promoción de la resiliencia en su alumnado. Son contextos privilegiados, ya que ofrecen la oportunidad de implementar programas de prevención universales. Se trata de programas que están dirigidos a todo el alumnado y no únicamente a los que muestran dificultades. El aula puede convertirse en el lugar idóneo para practicar las competencias resilientes previamente mencionadas.
Más allá de la implementación de programas de prevención universales, también se podrían llevar a cabo múltiples acciones que fomenten la resiliencia, tales como:
Entrenarles en las relaciones interpersonales saludables.
Proporcionarles oportunidades para establecer sus metas y motivarles para lograrlas.
Fomentar la sensación de pertenencia.
Hacerles parte activa para la creación de una cultura resiliente en el centro educativo, a través de llevar a cabo acciones donde ellos mismos sean los protagonistas.
Crear espacios de reflexión y debate sobre temas que sean importantes para cada momento evolutivo.
Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
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