La variabilidad y conductas de género no normativas en niños y adolescentes
Actualmente aparecen cada vez más titulares en prensa sobre la identidad de género en la infancia y la adolescencia: ¿Se trata de un fenómeno actual? ¿Qué nos puede hacer pensar o indicar que un menor de edad pueda tener una variabilidad de género? ¿Es lo mismo transexualidad que variabilidad de género?
El psiquiatra Sabel Gabaldón, coordinador de la Unidad de Identidad de Género del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, explica que la transexualidad no es un fenómeno actual ni exclusivo de nuestra sociedad. Como concepto, el término transexual lo utiliza por primera vez Harry Benjamin en el año 1953, para denominar a los individuos que desean vivir de forma permanente como miembros del sexo opuesto, y la definía como una incongruencia entre el sexo con el que nacieron y el sexo al que sienten pertenecer.
Como individuos podemos ser conscientes de nuestra identidad sexual en muchas etapas distintas de la vida, y parece que, en la mayor parte de los casos, la condición transexual se descubre en algún momento de la infancia.
¿Se considera la transexualidad una enfermedad o trastorno?
La transexualidad es un constructo que responde a una concepción antropológica y de la existencia normalizadora, que exalta los modelos estándar de perfección y de las normatividades sociales y somete a aquellos que difieren de la mayoría estadística a través de diferentes estrategias, como es determinar estas diferencias como patológicas.
Por estos motivos, se ha considerado una enfermedad y posteriormente un trastorno. Aunque en las últimas clasificaciones médicas se ha intentado evitar el estigma con cambios de denominación.
De acuerdo con el doctor Gabaldón, hemos pasado, a lo largo del tiempo por varios nombres, desde transexualidad, trastorno de identidad de género, hasta la disforia de género. La American Psychiatric Association describe este último como el malestar psicológico resultante de una incongruencia entre el sexo asignado al nacer y la identidad de géner
Diferencias entre variabilidad de género y disforia de género
Este cambio de nomenclatura hay que entenderlo también por las críticas al diagnóstico y por las presiones desde grupos y asociaciones de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (LGTBI). Estos grupos defienden que la transexualidad no es un trastorno mental, y que este diagnóstico es estigmatizante, por lo que reclaman su salida de las clasificaciones psiquiátricas.
Debemos eliminar el enfoque patológico de la variabilidad de género y distinguir entre la no conformidad de género o variabilidad de género, afirma Sabel Gabaldón, que se refiere al grado en que la identidad, el papel o la expresión de género difiere de las normas culturales prescritas para personas de un sexo en particular, diferente a la disforia de género descrita anteriormente.
¿Cómo podemos identificar señales o conductas en un menor de edad?
Se desconocen los factores causales de la transexualidad, aunque parece lo más probable que sea el resultado de la interacción de múltiples factores, biológicos, psicológicos y sociales. A partir de los dos años de edad, niños y niñas pueden presentar características que podrían indicar comportamientos de género no normativos o variabilidad de género.
Podemos ver en estos niños y niñas deseos de ser del otro sexo, preferencias por vestidos del otro género. Una marcada preferencia por los juguetes, juegos o actividades habitualmente utilizados o practicados por el sexo opuesto y preferencia por compañeros de juego del sexo opuesto.
En ocasiones, presentan disgusto con la propia anatomía sexual y deseo por poseer los caracteres sexuales tanto primarios como secundarios, correspondientes al sexo que se siente. En los adolescentes jóvenes, un deseo por impedir el desarrollo de los caracteres sexuales previstos.
Estas situaciones pueden ir asociadas a un intenso malestar, y que por ello es importante la detección precoz y una intervención integral para mejorar su calidad de vida y evitar conductas de riesgo. En la infancia, si nos preocupa como familia que nuestro hijo puede tener una variabilidad de género o conductas de género no normativas, es aconsejable consultar al pediatra.
¿Cómo debemos acompañarles?
Las interferencias y el retraso en la ejecución de intervenciones desde todos los aspectos emocionales, de soporte psicológico e intervenciones médicas a nivel hormonal, pueden llegar a prolongar el malestar y contribuir a una apariencia que podría provocar abusos y estigmatización.
La tarea de los profesionales y de las familias es no adelantarse a las necesidades e identidades posibles de los niños y jóvenes; no introducir etiquetas que puedan ser erróneas y estigmatizantes, sino escucharles en todo su proceso de maduración, apoyándoles durante su crecimiento y actuando desde la búsqueda del mayor beneficio para los menores.
A pesar de que la mayoría de adultos transexuales refieren que ya lo sentían en su infancia, la variabilidad de género en la infancia no necesariamente continúa en la edad adulta. Está descrito que en la mayoría de niños y niñas los comportamientos de género no normativos desaparecerán antes del comienzo de la pubertad.
En la infancia y adolescencia, la evaluación psicológica y el asesoramiento pueden ser instrumentos de éxito en la transición de género en lugar de impedimentos para el ejercicio de la elección.
El papel de psicólogos y psiquiatras debe limitarse a tratar el malestar, si realmente existe, y apoyar en su transición realizando un seguimiento riguroso y continuo del menor y de su familia, hasta el cumplimiento de la mayoría de edad. Las respuestas deben ser siempre individualizadas ya que no todos los menores transexuales tienen el mismo tipo de evolución y los mismos patrones de desarrollo.
El proceso de aceptación de la identidad sexual no es un capricho, es un camino personal conflictivo al que se le suma una importante presión social, estigmatización, discriminación y en muchas ocasiones violencia, que dan lugar a conflictos y síntomas que hay que contener y tratar. Hay que pensar que la ansiedad, el estrés, el acoso escolar, las agresiones físicas, la violencia sexual, las depresiones y el suicidio son más frecuentes en este colectivo.
Por estos motivos, destaca el doctor Sabel Gabaldón, debemos atender las dificultades de adaptación que se dan en la escuela y que dificultan una vida normalizada; es imprescindible colaborar con los profesionales de los centros educativos con el fin de evitar interferencias en el desarrollo social y académico.
Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
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