Las redes sociales y la salud mental en adolescentes son temas de interés. Aunque no hay causalidad demostrada, el uso excesivo puede estar relacionado con aislamiento, síntomas depresivos y otros problemas. Además, el contenido visualizado puede empeorar trastornos mentales existentes.
Las redes también pueden actuar como amplificadores de malestar y riesgos, pero ofrecen ventajas como apoyo social y herramientas de salud mental. Se necesita regulación y moderación, especialmente en cerebros inmaduros. El entorno familiar y escolar también influye en la salud mental de los adolescentes.
Después de la pandemia muchas alarmes han saltado en relación a la salud mental de los adolescentes y jóvenes. Y ligado a esto ha aparecido un debate interesante sobre el papel de los TIC, concretamente de los redes sociales, en todo esto.
Parece que existe cierta tendencia a culpabilizar a las redes sociales de la situación crítica en la salud mental de los jóvenes, aunque sabemos que el origen de las enfermedades mentales es multifactorial, es decir, se relacionan con factores genéticos, familiares, económicos y sociales, entre otros.
Así pues, ¿hay relación entre las redes sociales y la salud mental? Dado que el uso de las redes sociales forma parte ya de nuestro cotidiano, seguramente las redes pueden tener un impacto en la salud mental como otros factores.
Sin embargo, actualmente los estudios muestran más evidencia sobre que el uso de las redes sociales puede ser más un indicador de la salud mental de nuestros jóvenes que un factor de riesgo para su salud mental.
Es decir, parece que cada vez se hace más evidente que no todo el mundo tiene las mismas vulnerabilidades para desarrollar un problema de uso de pantallas, y que tener un uso de redes sociales que comporte consecuencias negativas en el día a día puede ser una alarma que nos ayude a detectar otras problemáticas del joven (conflictos sociales, aislamiento, bullying, angustias,…) o, incluso, otras patologías mentales como la depresión o la ansiedad social.
Preocupaciones asociadas a las redes sociales
Si analizamos las preocupaciones asociadas a las redes sociales y la salud mental, la mayor parte de los riesgos descritos en la literatura pueden englobarse en tres grupos principales:
Los que se refieren a la intensidad de uso, el tiempo dedicado a las pantallas, donde la preocupación radica en la reducción de los círculos sociales o el bienestar psicológico: aislamiento, soledad, síntomas depresivos, ansiedad, problemas con el sueño, adicción...
Los que se relacionan con un empeoramiento de otros trastornos mentales por el contenido visualizado en las redes: autolesiones, trastornos alimenticios, suicidio, consumo de sustancias, ...
Los que prestan atención en las redes como herramienta para cometer delitos, conductas que perjudiquen a los demás o los riesgos que puede tener para la seguridad del propio usuario: acoso escolar y online, riesgos derivados de la privacidad, la confidencialidad y la divulgación de información confidencial, información engañosa...
Impacto de las redes
En relación al primer punto sabemos que a mayor uso más probabilidad de presentar malestar emocional, aunque no tenemos evidencia de causalidad. Además, el tiempo de uso se relaciona con la irritabilidad y los problemas de conducta así como con mayor riesgo de adicción y afectación en la vida diaria.
En cuanto al segundo punto parece que el mecanismo principal del impacto de las redes es la comparación social desfavorable, es decir, si se utilizan las redes para compararse con personas con las que se pueden identificar por semejanzas pero dónde sale perdiendo en esta comparación, ya sea por aspecto físico, por relaciones, por oportunidades… En contrapartida, en este punto debe tenerse en cuenta también la importancia del apoyo social que se puede recibir a través de la red.
El riesgo por la salud mental en el tercer punto es más indirecto. Toma bastante la importancia de la prevención relacionada con aspectos de ciberseguridad. En este sentido, echamos de menos también un marco regulatorio que garantice la protección de la población más vulnerable.
Actuar como amplificador
En resumen, las redes son el lugar donde suceden los hechos que pueden tener el impacto, son un canal, por tanto será importante analizar los contenidos con los que el joven se relaciona, el tipo de relación que establece con las personas a través de las redes y la intensidad de uso que hace ya que esto impacta en el resto de actividades que debería realizar (estudios, aficiones, deporte, relaciones, responsabilidades, hábitos de sueño, higiene y alimentación...) para favorecer su desarrollo.
En cualquier caso, podríamos decir que las redes sociales pueden actuar como amplificador del malestar psicológico del individuo ya que es un canal continuo a diferencia del resto de entornos (instituto, quedadas con amigos, trabajo...), compleja y en ocasiones poco regulado.
Por otra parte, las redes sociales también pueden relacionarse de manera positiva con la salud mental. En este caso, las ventajas pueden englobarse en dos grupos.
Por un lado, a los que tienen que ver con la relación con los dispositivos de salud: las aplicaciones móviles ofrecen potencial para monitorizar los síntomas, prevenir recaídas y ayudar a los usuarios con trastornos mentales. Pueden ser una buena herramienta para promover el compromiso y la vinculación con los recursos. Es el caso de los conocidos como serious games, que son videojuegos diseñados con un propósito que va más allá de la diversión, y pueden tener objetivos, entre otros ámbitos, de salud.
Apps potencialmente adictivas
Por otro lado, como ya se ha comentado, facilitan la interacción social, ofreciendo acceso a una red de apoyo entre iguales. Además, las características interactivas de las redes promueven su funcionamiento social.
Sin embargo, vale la pena recordar que las apps y los videojuegos constan de mecanismos y estrategias que podemos considerar potencialmente adictivos, ya que su máximo interés es que estemos conectados el mayor tiempo posible. Por esta razón debería moderarse el uso de estas aplicaciones o servicios, especialmente, en cerebros inmaduros como el de los niños y adolescentes.
La evidencia científica actual sigue siendo incompleta y poco concluyente, pero estudios recientes apuntan a que, aunque el tiempo dedicado a interactuar en redes sociales puede ser un factor influyente en la salud mental de los adolescentes, existen otros factores que muestran mucho más impacto, como son los relacionados con el entorno familiar y escolar (acoso escolar, falta de apoyo familiar, insatisfacción con los procesos académicos,…).
Esto pone de manifiesto la necesidad de que tanto a nivel social como familiar se ponga el foco en estos ámbitos favoreciendo las estrategias de resiliencia de nuestros niños.
Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
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