Uso de pantallas y confinamiento: repercusión en la salud visual y recomendaciones para un buen uso
Durante el período de confinamiento que estamos viviendo se ha incrementado el uso de dispositivos electrónicos y, por tanto, la exposición a pantallas en niños y adolescentes.
En cuanto a la visión, pasar un tiempo excesivo realizando trabajos de cerca, así como actividades en espacios cerrados, se ha asociado a un incremento en la prevalencia de miopía, la cual se ha duplicado en las últimas décadas. Períodos de más de 30 minutos de trabajo cercano y a una distancia inferior a 30 centímetros han demostrado un aumento del riesgo de aparición de miopía.
Tampoco hay que olvidar la aparición de síntomas de fatiga visual tras una exposición prolongada a pantallas, caracterizada por sensación de sequedad o de cuerpo extraño, picor, lagrimeo, enrojecimiento, visión borrosa e, incluso, dolores de cabeza. Estos síntomas son ocasionados por la disminución en la frecuencia de parpadeo y, por tanto, la hidratación de la superficie ocular, por configuraciones de pantalla con brillo excesivo y/o contraste deficiente y por reflejos en la superficie de las pantallas.
Respecto a la luz azul de las pantallas electrónicas, si bien no se ha demostrado que afecten directamente a las estructuras oculares, sí se ha descrito su implicación en la alteración del sueño nocturno y los ritmos circadianos, especialmente cuando la exposición se realiza durante la tarde y siendo mayor el efecto cuanto más se aproxime el uso a la hora de dormir.
¿Cuáles son las recomendaciones de uso de pantallas y dispositivos electrónicos?
Para realizar un buen uso de las nuevas tecnologías y evitar los efectos indeseados previamente descritos en la infancia y la adolescencia, conviene seguir las recomendaciones dictadas por las Academias Americanas de Pediatría y Oftalmología respecto al uso de pantallas:
Evitar el uso de dispositivos electrónicos en menores de 18 meses, salvo durante videollamadas. Entre los 2 y los 5 años, limitar el uso de dispositivos electrónicos a una hora diaria, eligiendo programas y aplicaciones de alta calidad (que estimulen la creatividad, imaginación, relaciones sociales), y favoreciendo el uso acompañado y guiado por adultos.
Restringir su uso durante las comidas y una hora antes de acostarse.
Seguir la regla “20-20-6”: por cada 20 minutos de trabajo cercano, mirar durante, al menos, 20 segundos a una distancia mayor de 6 metros. El uso de alarmas puede ser útil con los niños mayores y adolescentes para que ellos mismos sean conscientes de sus períodos de descanso.
Alternar el uso de e-books con libros tradicionales, recomendándoles mirar por la ventana cada vez que terminen un capítulo o cuando lleguen a marcas previamente establecidas.
Evitar el uso de pantallas en el exterior o en zonas muy luminosas, dado que los reflejos brillantes de la pantalla pueden favorecer la fatiga visual. Si se dispone de ellos, también se puede recurrir a filtros mate para las pantallas.
Ajustar el brillo y contraste para que su uso sea lo más confortable posible. El brillo no debería ser mayor al del entorno.
Instar a los niños y adolescentes a mantener las pantallas a una distancia de, al menos, 30 cm e, idealmente, mayor de 45-60cm, cuando sea posible.
Recordarles la importancia del parpadeo frecuente durante el uso de pantallas.
En caso de persistencia de síntomas tipo sequedad, enrojecimiento o sensación de cuerpo extraño, y a pesar de haber seguido las recomendaciones anteriores, hay que aumentar los tiempos de descanso y recurrir al uso de lágrimas artificiales con ácido hialurónico y libres de conservantes.
Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
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