Los datos sobre sobrepeso y obesidad en la población infantil y juvenil son cada vez más preocupantes. Según datos recientes publicados en la revista JAMA, uno de cada cinco niños y adolescentes tiene un peso superior al saludable. A nivel nacional, las cifras también son alarmantes, con un 30% de la población en una situación de sobrepeso y un 10,7% clasificado como obesidad. Aunque algunos estudios indican una ligera disminución en la prevalencia de obesidad en los últimos años, los indicadores generales muestran que sigue siendo un problema de salud preocupante debido a las consecuencias de este exceso de peso tanto en la salud actual como futura de estos niños.
Imagen: Niño jugando a videojuegos con un refresco. Fuente: AdobeStock
Es importante recordar la relación directa entre el uso de pantallas y la prevalencia de obesidad infantil, que se refuerza por dos razones. Por un lado, como es lógico, debido a la reducción de la actividad física. Pero, por otro, también por la disminución de las horas y la calidad del sueño y el aumento del consumo de alimentos con alta concentración energética, como los ultraprocesados, asociado al uso de pantallas. En definitiva, es un doble problema, ya que, por un lado, los niveles de actividad física se reducen mientras que la calidad de la alimentación empeora.
El tratamiento clásico del exceso de peso se ha basado en la ecuación "calorías consumidas = calorías quemadas", es decir, en que la clave para tratar la obesidad es quemar más calorías de las que se ingieren. Para lograrlo, se ha propuesto aumentar los niveles de actividad física al máximo posible mientras se reduce la ingesta calórica con pautas alimentarias que restringen ciertos alimentos.
Afortunadamente, esta visión ha cambiado y se ha ampliado más allá de este planteamiento simplista. En la actualidad, la actividad física se considera un tratamiento más de la obesidad, al igual que una alimentación saludable, la gestión de las emociones, la reducción del uso de pantallas, unos hábitos adecuados de descanso y, cuando es posible, el uso de fármacos. Además, el objetivo de aumentar la actividad física no es solo incrementar el gasto energético, sino aprovechar todos los beneficios que el movimiento, en forma de ejercicio o deporte, aporta a la salud de los niños.
Es importante recordar que, en términos generales, las recomendaciones sobre actividad física para niños y niñas con obesidad son similares a las establecidas por la Organización Mundial de la Salud. Estas incluyen un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física de moderada a alta intensidad, con tres sesiones semanales de alta intensidad que incluyan ejercicios de fortalecimiento muscular. También se recomienda reducir el tiempo en estado sedentario. En las sociedades modernas, cada vez se realiza menos actividad física en las actividades diarias básicas, pasando muchas horas sentados con poca movilidad. Este estilo de vida sedentario puede compensarse incorporando pequeñas dosis de actividad física a lo largo del día, aumentando el tiempo que se pasa de pie en lugar de sentado, realizando algunos trayectos caminando en lugar de en coche o transporte público o, incluso, vinculando algunas actividades de ocio con el movimiento. Por ejemplo, en lugar de ir al cine, se podría optar por visitar monumentos de la ciudad o encargarse de pasear a la mascota. Cualquier actividad física diaria contribuirá a mejorar la salud, proporcionando mayor bienestar físico y emocional.
En cualquier caso, estas mismas recomendaciones deben aplicarse también a los niños con sobrepeso. La idea es que la actividad física saludable recomendada para cualquier niño sea la misma, independientemente de su peso corporal. No se debe caer en el estigma de la obesidad, que lleva a pensar que una persona con exceso de peso está obligada a realizar niveles de actividad física superiores a los normales. Este enfoque es injusto, ya que supone un sesgo hacia aquellas personas que, por diversas razones, tienen un peso corporal superior a los estándares recomendados.
Por último, es necesario reconocer las diferentes barreras que los niños con sobrepeso pueden encontrar al intentar realizar actividad física saludable. La obesidad infantil es más frecuente entre personas con un nivel económico más bajo, lo que genera importantes desigualdades en el acceso a determinados recursos, como instalaciones deportivas, actividades extraescolares o profesionales de apoyo en caso de problemas o enfermedades que dificulten la práctica de ejercicio o deporte. Estas son solo algunas de las numerosas barreras que enfrentan las personas con exceso de peso para mantener un estilo de vida saludable.
Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
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