El estrés en la adolescencia aumenta el riesgo de hipertensión, obesidad y diabetes en la edad adulta
A lo largo de nuestra vida, los seres humanos estamos expuestos a constantes estímulos sociales y ambientales que dejan huella en cada uno de nosotros. Sin embargo, durante la adolescencia somos especialmente influenciables debido, en gran medida, a la propia inestabilidad cognitiva y emocional de esta etapa en la que la relación entre salud y enfermedad es más vulnerable. Ahora, un nuevo estudio muestra relación entre el estrés experimentado por los adolescentes y su salud cardiovascular.
Efectos del estrés en salud
Existe una relación bidireccional entre la salud física y mental. Los síntomas del estrés pueden afectar el cuerpo, las emociones y el comportamiento. El estrés es la respuesta que produce nuestro organismo frente a una situación de sobredemanda. En defensa propia, el cuerpo humano experimenta cambios psicológicos y fisiológicos para enfrentarse a una situación de emergencia, igual que actúa frente al miedo.
Según recoge el 12 Informe FAROS “Una mirada a la salud mental de los adolescentes: claves para comprenderlos y acompañarlos”, si el estrés se dilata en el tiempo, acaba agotando al organismo, produciendo un agotamiento físico que aumenta el riesgo de desarrollar o exacerbar enfermedades somáticas. Una situación de estrés crónico fuerza al organismo a mantenerse en alerta constante, lo que termina afectando al sistema inmunológico y, por lo tanto, disminuye el nivel de resistencia ante ciertas enfermedades.
De este modo, un estado de estrés o ansiedad puede desencadenar o agravar algunas dolencias médicas, como pueden ser las enfermedades intestinales inflamatorias y también problemas de salud cardiovasculares, como presión arterial alta, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, obesidad y diabetes.
Resultados de la investigación
Una nueva investigación publicada en el Journal of the American Heart Association evaluó la asociación entre el estrés percibido en la infancia, la adolescencia y la edad adulta y el riesgo cardiometabólico en la edad adulta. Los resultados concluyeron que un nivel elevado de estrés constante en la etapa adolescente está asociado con un mayor riesgo de enfermedades cardiometabólicas en adultos jóvenes.
El estudio, llevado a cabo en Carolina del Sur, realizó el seguimiento de 276 niños desde el comienzo de la investigación que se inscribieron entre 2003 y 2014, hasta que alcanzaron la edad adulta entre 2018 y 2021.
Aquellos niños y adolescentes que experimentaron mayores niveles de estrés desde la adolescencia hasta la edad adulta, tenían más probabilidades de tener una peor salud vascular, mayor grasa corporal total, más grasa alrededor del abdomen y un mayor riesgo de obesidad en comparación con aquellos que se sintieron menos estresados a lo largo de aquellos años.
No estresarse más de lo necesario
El estrés es una respuesta natural y necesaria para el desarrollo de los niños, pero conocer los síntomas habituales puede ayudar a controlarlo y fortalecer nuestra capacidad de resiliencia. Aunque lo más normal es que el padre o la madre quieran ayudar al hijo evitando o escapando de las situaciones que lo angustian, esto solo contribuye a prolongar su ansiedad. En lugar de rescatarlo, ayúdalo a afrontar sus miedos y elógialo por cada intento que realiza para encontrar una solución.
Una actuación preventiva relevante desde el ámbito familiar tiene que ver con la importancia de permitir cierto grado de autonomía a nuestros hijos, evitando una sobreprotección innecesaria e interferir en sus actividades o iniciativas, pero tampoco forzando una independencia precoz. Se debe intentar reforzar la autonomía desde una relación de apoyo, afecto y seguridad.
Seguir un estilo de vida saludable es un factor de protección fundamental frente al estrés y la ansiedad. La práctica de actividad física y deporte de manera regular para reducir los niveles de hormonas de estrés, tener una buena higiene del sueño y rutinas diarias, limitar el uso de dispositivos electrónicos y seguir una dieta saludable son algunos hábitos que ayudarán a nuestros hijos e hijas a crecer sanos.
Esta información es de carácter divulgativo y no sustituye la tarea de los equipos profesionales de la salud. Si necesitas ayuda, ponte en contacto con tu profesional de referencia.
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